Cultura
El abuelo que enseñó a rascarse
El escritor Juan José Millas logró interesar a unos cuantos cientos de jóvenes en la literatura
La verdad es que hasta varios de los guaruras o edecanos de esos que en la FIL cuidan a los escritores de que sus lectores no se les acerquen, también se acercaron a la mesa de venta de libros de Millás, con ganas de comprarse uno.
¿Qué tiene de especial Millás? Nada, excepto su literatura y podría ser su edad, que no combinan en absoluto. Como si fuera un abuelo de antes, con cientos de nietos preparatorianos, hormonales e indiferentes, ayer Juanjo –como lo llaman sus amigos-, leyó cuentos o articuentos. Sólo que para sorpresa de los nietos, las historias del viejo hablaban de erecciones, orgasmos, cojas falsas, mancos, manos y caca.
“¿Por qué escribe sobre la caca (abuelo)?”, preguntó uno de los muchachos. “Es un tema como cualquier otro: la pregunta sería por qué hay tanta gente que no la aborda (…) Por qué vivimos en un mundo en el que parece que nadie se ha muerto, por qué ya no velamos a los muertos en la casa”.
Llegó un momento en que jóvenes querían saber de todo. Si don Millás anda de fisgón en las conversaciones ajenas para sus articuentos, si lo que escribe es falso, si recuerda a los personajes que ha entrevistado…
“La gente no dice nada interesante (…). Es muy curioso porque los mejores diálogos de las novelas nos parecen reales: son mentira. Si la gente hablara como en las novelas, el mundo sería distinto”.
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