Cultura
Diversidad cultural
La Feria Internacional del Libro en Guadalajara le dio la bienvenida a miles de visitantes en su primer día
Lucía Rivera con boleto en la mano y su mochila vacía en la espalda llegó puntual a la cita en Expo Guadalajara. “No sé por dónde empezar. Es increíble que cada año la FIL esté más grande. Tengo mi lista de libros y encargos de la familia y otros regalos que quiero hacer”, señaló la joven tijuanense que sólo viene este fin de semana a Guadalajara para el encuentro literario más importante en el mundo de habla hispana.
“Aproveché mi día de descanso para venir. Es un día, pero es lo que me apasionan: los libros. Además, aquí haré mis compras de Navidad. No tengo mucho tiempo, así que empezaré de una vez a recorrer los pasillos”, dijo la joven de 29 años que estudió Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara.
Los libros que tiene en mente son Adán en Edén de Carlos Fuentes, Instrucciones para salvar el mundo y Crónica del desamor de Rosa Montero, Gritos y susurros II de Denise Dresser, Las verdades de Chavela de María Cortina, Papeles inesperados de Julio Cortázar, Cuando ya no importe de Juan Carlos Onetti. “Éstos son principalmente los que quiero llevarme para mí.
Durante su recorrido, a Lucía se le escapa una sonrisa que delata su alegría por estar frente a tantas publicaciones. “¿Hueles eso? Me encanta ese olor a nuevo, un poco de imprenta, tinta y papel”, menciona mientras entra al stand de Alfaguara.
Es medio día. “Hace hambre”, dice Lucía mientras camina buscando el área de comida. A Expo Guadalajara, sede de la edición 2009 de la FIL ,llegó a las 10:00 de la mañana “Se ha pasado tan rápido el tiempo. En dos horas, tres cuando mucho, tengo que estar saliendo para el aeropuerto”.
Una vez que comió apresuradamente una baguette de jamón con queso, Lucía Rivera vuelve a perderse entre los pasillos. Caminando se encuentra con Denise Dresser y Carmen Aristegui. “¡Guau. Qué señoronas! Algo escuché que tendrán una firma de autógrafos. No he comprado ni siquiera el nuevo de la Dresser. Además no tengo tiempo de ir a la firma”, lamenta la joven.
Entra a Océano y sólo compra Las verdades de Chavela, de María Cortina.
19:30 horas. El stand de Alfaguara luce repleto de gente. Hay firma de autógrafos con Rosa Montero. “No puede ser, encima esto. Ve nada más cuánta gente hay por ella”, señala Lucía mientras busca la caja para pagar sus libros y luego buscar un taxi para ir al aeropuerto.
Los Ángeles están en la casa
El Pabellón de Los Ángeles, instalado sobre una superficie de mil 431 metros cuadrados, fue diseñado por John Friedman y Alice Kimm. A los visitantes los reciben tres vehículos: una bicicleta, un triciclo y un automóvil pimpeados al estilo lowrider.
El espacio cuenta con sus áreas distintivas y flexibles para la exhibición, interacción y la lectura. La intención del pabellón es resaltar la literatura de Los Ángeles. Reflejar su diversidad y su condición impredecible. La literatura angelina tiene sus raíces en 1939, año en el que se publicaron las tres grandes novelas de la ciudad. Ask the dust, de John Fante, Day of the locust, de Nathaniel West, y The big sleep, de Raymond Chandler.
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