Cultura
Dibujar el mundo
Alberto Montt presentó en la FIL su libro ''En dosis diarias''
“De chicos todos comenzamos a comunicarnos a través del dibujo, antes incluso de hablar empezamos a rayar sobre el papel. Hay gente que con el paso de los años deja de hacerlo, la diferencia es que yo no dejé”, cuenta sonriendo.
Ahora se siente mucho más cómodo comunicándose en ese lenguaje, porque a diferencia de la inmediatez que tiene la palabra hablada, él puede detenerse a revisar, a analizar y a reconstruir, si lo que dibuja no se parece al mensaje original en su cabeza.
Con la misma naturalidad con que toma un lápiz y traza los dibujos que producen mezcla de risa, ironía y hasta pudor en quien los lee, elige sus temas. No es precisamente que pase el tiempo pensando en algo para dibujar, sino que retoma los temas de su vida cotidiana y de las preguntas que día a día no sabe contestar.
“Los temas me eligen a mí. En el fondo tienen que ver con la información y los acontecimientos que me pasan a diario y me van marcando. A través de mi blog voy opinando y comentando las cosas que me interesan, a veces sensibles y otras imbéciles, pero siempre importantes para mí”, explica.
Un tema recurrente en sus viñetas es la relación entre las figuras de Dios y el Diablo, más como cómplices que como rivales. Esto se lo debe al imaginario religioso con el que fue criado y cómo ha ido modificándose su percepción de la religiosidad, de lo bueno y lo malo en términos categóricos y del juego que eso permite para la imaginación.
Aunque sus dibujos no van dirigidos a un público particular, le hace especialmente feliz la difusión que han alcanzado a través de las redes sociales, aún cuando en la inmensidad de la web hace que muchas veces pierda el reconocimiento de autoría, porque la gente comparte las ilustraciones sin saber quién está detrás.
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