Cultura
Descubren indicios de sepulcros reales en Templo Mayor
Esto podría anunciar el descubrimiento de restos funerarios soberanos mexicas
Templo Mayor podría anunciar el
descubrimiento de restos funerarios soberanos mexicas, pues éstas eran usadas como parte de las ofrendas mortuorias que se rendían a los mandatarios de Tenochtitlán, anunciaron el etnohistoriador Guilhem Olivier y el arqueólogo Leonardo López Luján, este último director del Proyecto Templo Mayor.
Olivier explicó que este descubrimiento surgió a partir de las excavaciones a las tumbas que presumiblemente pertenecen a los soberanos Axayácatl, Tízoc y Ahuízotl, sucesor es de Moctezuma II.
“Su presencia en los contextos arqueológicos del recinto sagrado, serían el mejor indicio de que los cronistas no se equivocaron y que aún se encuentran los sepulcros reales de Tenochtitlan, esperando a ser descubiertos”, expuso como parte del homenaje al historiador Alfredo López Austin en el Centro Cultural Universitario de la UNAM.
Entre los instrumentos que rodeaban los restos de las siete aves espátulas rosadas (tlauhquéchol en náhuatl) había una gran diversidad de artefactos y materiales como barras de copal, cuentas de piedra verde, cetros serpentiformes y cuchillos de pedernal.
Otros objetos encontrados en estas ofrendas son vestigios de animales marinos y terrestres, y otras aves como el águila dorada. Las siete aves tlauhquéchol, cuatro de ellas con evidencias de trabajos de taxidermia, fueron orientados en el sentido oriente-poniente y con la cabeza dirigida hacia el ocaso.
La presencia de estos ejemplares se explica por el significado religioso que llegaron a tener entre los antiguos nahuas, que las relacionaban con los difuntos, principalmente con los que pertenecían a los grupos de guerreros, los nobles y los reyes. Las espátulas rosadas tenían también connotaciones solares.
“Siempre se hallaron asociados a imágenes de divinidades del agua y de la fertilidad y cubriendo con su rico plumaje aquellos niveles compuestos por símbolos relativos al inframundo, descrito en las fuentes como de carácter acuático, nocturno y de la muerte”, leyó dentro de las actividades que forman parte del homenaje al antropólogo Alfredo López Austin.
Abundó todas estas aves fueron sepultadas bajo el piso de la plaza, exactamente al pie de la fachada principal de la pirámide (Templo Mayor) que da hacia el poniente.
En un comunicado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) refiere que en este mismo perímetro de excavaciones se descubrió el monolito de la diosa Tlaltecuhtli en 2006.
“Al fallecer los soberanos mexicas, sus cadáveres eran cremados en una gran pira construida para tal efecto al pie de la fachada principal del Templo Mayor. Las cenizas resultantes eran colectadas en urnas o mantas y finalmente sepultadas en el Cuauhxicalco, edificio circular ubicado al pie y al poniente de la gran pirámide”, expuso a partir de citas a los cronistas novohispanos Hernando Alvarado Tezozómoc y Diego Durán.
CIUDAD DE MÉXICO (06/SEP/2013).- Los restos de siete aves hallados en un predio del
Olivier explicó que este descubrimiento surgió a partir de las excavaciones a las tumbas que presumiblemente pertenecen a los soberanos Axayácatl, Tízoc y Ahuízotl, sucesor es de Moctezuma II.
“Su presencia en los contextos arqueológicos del recinto sagrado, serían el mejor indicio de que los cronistas no se equivocaron y que aún se encuentran los sepulcros reales de Tenochtitlan, esperando a ser descubiertos”, expuso como parte del homenaje al historiador Alfredo López Austin en el Centro Cultural Universitario de la UNAM.
Entre los instrumentos que rodeaban los restos de las siete aves espátulas rosadas (tlauhquéchol en náhuatl) había una gran diversidad de artefactos y materiales como barras de copal, cuentas de piedra verde, cetros serpentiformes y cuchillos de pedernal.
Otros objetos encontrados en estas ofrendas son vestigios de animales marinos y terrestres, y otras aves como el águila dorada. Las siete aves tlauhquéchol, cuatro de ellas con evidencias de trabajos de taxidermia, fueron orientados en el sentido oriente-poniente y con la cabeza dirigida hacia el ocaso.
La presencia de estos ejemplares se explica por el significado religioso que llegaron a tener entre los antiguos nahuas, que las relacionaban con los difuntos, principalmente con los que pertenecían a los grupos de guerreros, los nobles y los reyes. Las espátulas rosadas tenían también connotaciones solares.
“Siempre se hallaron asociados a imágenes de divinidades del agua y de la fertilidad y cubriendo con su rico plumaje aquellos niveles compuestos por símbolos relativos al inframundo, descrito en las fuentes como de carácter acuático, nocturno y de la muerte”, leyó dentro de las actividades que forman parte del homenaje al antropólogo Alfredo López Austin.
Abundó todas estas aves fueron sepultadas bajo el piso de la plaza, exactamente al pie de la fachada principal de la pirámide (Templo Mayor) que da hacia el poniente.
En un comunicado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) refiere que en este mismo perímetro de excavaciones se descubrió el monolito de la diosa Tlaltecuhtli en 2006.
“Al fallecer los soberanos mexicas, sus cadáveres eran cremados en una gran pira construida para tal efecto al pie de la fachada principal del Templo Mayor. Las cenizas resultantes eran colectadas en urnas o mantas y finalmente sepultadas en el Cuauhxicalco, edificio circular ubicado al pie y al poniente de la gran pirámide”, expuso a partir de citas a los cronistas novohispanos Hernando Alvarado Tezozómoc y Diego Durán.
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