Cultura
De policiacas y nuevos escritores
De la mano de Martín Solares, Océano presentará en la FIL dos ambiciosas colecciones
Dice Solares que un punto que distingue a estas colecciones que a partir de este mes de noviembre estarán por toda América es que ambicionan publicar las mejores novelas o cuentos contemporáneos. La puerta negra deambula en la narrativa policial; Hotel de Letras ofrece un panorama de las historias urdidas por nuevos narradores de ficción.
Las primeras tres novelas que salen de este esfuerzo son La torre y el jardín, de Alberto Chimal; Campos de amapola antes de esto, una novela sobre el narcotráfico en México, de Lolita Bosch, y Londres después de medianoche, de Augusto Cruz García-Mora.
—¿Cuáles son los criterios de selección que se trazaron para que Océano pueda elegir las obras literarias de Hotel de Letras y La puerta negra?
—Tanto Hotel de las Letras como La puerta negra buscan publicar la mejor narrativa de ficción contemporánea en forma de novelas o cuentos, escritos en cualquier idioma o país. La puerta negra está dedicada a la gran narrativa policial específicamente, mientras que Hotel de las Letras se propone publicar las historias más apasionantes, contadas por voces muy originales y una innegable escritura literaria. La primera generación de ambas colecciones contará con autores de Estados Unidos, Francia, Turquía, Polonia, la ex-Yugoslavia, Nicaragua, Argentina, Colombia y México. Un punto que distingue a estas colecciones es que si bien se editan desde México las dos circularán por todo el continente americano, desde Alaska a Argentina, a partir de este mes de noviembre.
Creemos que hacen falta libros de altísima calidad literaria apoyados en una presentación tan bella que uno desee conservarla. Y no me refiero exclusivamente a la portada: el diseño de estas dos colecciones empezó desde adentro hacia afuera: nuestro primer objetivo fue que las familias tipográficas, el largo de las líneas e incluso la forma de las cajas contribuyan a que la lectura de cada página sea una experiencia agradable. La puerta negra fue diseñada por el maestro Leonel Sagahón, y tengo la impresión de que consiguió la colección más elegante de novela negra que existe en español. Hotel de las Letras contó con distintos colaboradores de primer nivel, como Christian Cañibe y Adriana Cataño, pero quiero decir que los interiores deben mucho a la asesoría y las discusiones con Gonzalo García Barcha. Me parece que el resultado de ambas familias logra que la lectura de estos libros proporcione un placer intenso.
Y hay un trabajo literario intenso con los manuscritos. Una colección literaria está muerta si sólo se propone que sus libros destaquen por el diseño y olvida que la búsqueda de nuevos autores es parte esencial de esta profesión. En Hotel de las Letras y en La puerta negra leemos con la misma atención un manuscrito enviado por un autor inédito o en potencia que un borrador sugerido por una agencia.
—En el primer libro de la colección Hotel de Letras, Alberto Chimal presenta la novela fantástica La torre y el jardín, ¿habrá más de estos gestos en otras novelas que integren la colección?
—Claro que sí: uno de los intereses de esta colección consiste en reunir no sólo grandes historias, sino descubrir y publicar a autores que sepan tomar riesgos. Por la ambición de su proyecto, por el desarrollo tan brillante de cada capítulo, la novela de Alberto sin duda está en el mismo árbol genealógico que novelas como Palinuro de México, Porque parece mentira la verdad nunca se sabe o Terra Nostra. La torre y el jardín es una mezcla de historias fantásticas con una escritura literaria capaz de conseguir momentos siniestros o muy divertidos. Una novela tan ambiciosa y lograda como esta sólo surge en México cada diez o quince años.
—En la misma colección, Lolita Bosch escribió Campos de amapola antes de esto, ¿no considera que el tema del narcotráfico se ha abordado con amplitud por los narradores mexicanos?
—La novela de Lolita Bosch se suma a la larga y valiosa tradición de escritores extranjeros que han escrito obras de gran calidad sobre algún tema mexicano: Malcolm Lowry, Lawrence Durrell, Graham Greene, Ray Bradbury, Enrique Vila-Matas, Richard Ford, Francisco Goldman, Cormac McCarthy, entre otros.
Campos de amapola antes de esto se propuso retratar y contar la historia del árbol genealógico del narcotráfico. Cien años de violencia narrados con una prosa literaria única, que usa con gran fortuna los recursos más ambiciosos de la novela: lo mismo adopta el punto de vista de un sicario que el de un policía que recibe dinero por no perseguirlo, de un periodista amenazado que de sus fuentes mejor escondidas; salta en el tiempo tan atrás como sea necesario a fin de darnos un panorama más amplio, y nos presenta personajes y escenarios o comentarios históricos que nos permiten elaborar una visión distinta a la aportación igualmente valiosa que nos proporcionan los reportajes periodísticos. Se trata de una novela sin ficción, escrita con una prosa eminentemente literaria, rica y desbordante. Si a esto añadimos que Lolita Bosch es una de las personas mejor informadas sobre la historia reciente de México, gracias a la red de colaboradores que integran su blog, Nuestra aparente rendición, me parece que este libro tiene amplias posibilidades de convertirse en una referencia indispensable, sin duda alguna.
—¿Cuáles son los rasgos de la narrativa actual, a partir de los libros que van a publicar en estas dos colecciones?
—Es una pregunta muy ambiciosa y creo que se requeriría de varios congresos literarios para responderla con precisión.
Es evidente que la literatura popular y la literatura artística compiten por el gusto de los lectores, que cada vez es más difícil encontrar a un autor que logra exigirle a la prosa literaria algo que lo distinga de sus colegas. También son pocos los autores que logran combinar una aventura llena de sorpresas y la invención de personajes, escenarios y argumentos con una prosa adecuada y una tensión creciente de principio a fin. Como cabe esperar, muchos de los temas sociales aparecen en la narrativa que componen distintas generaciones: la violencia y las guerras en África, México o Europa; la discriminación, el racismo, el crimen o la soledad en los países muy desarrollados, pero también hay autores que crean un universo aparte y crean historias y personajes que podrían ubicarse en cualquier país. En estas dos colecciones hemos tenido la fortuna de contratar lo mismo una especie de Tom Sawyer que vive su infancia en un país en guerra que escrituras literarias refinadísimas, capaces de contar la aparición de un asesino en serie con una profundidad nunca vista.
Es el caso muy afortunado de Londres después de medianoche, de Augusto Cruz García-Mora, una primera novela fuera de lo común, largamente trabajada, que ya se traduce al francés y al alemán, y está en proceso de contratación para otros idiomas. Solamente a un narrador tan fresco y profundo como Augusto Cruz se le ocurriría contar las aventuras de un detective del FBI en busca de un film perdido en el que probablemente aparezcan vampiros reales. El resultado es una de las novelas más divertidas y literarias de los últimos diez años.
—En la segunda colección, La puerta negra, se ofrecerá un panorama internacional de la novela policíaca, ¿hace falta renovarla?
—La novela negra contemporánea tiene muchísimas ramas, pero no todas gozan de buena salud. Las novelas que publicaremos en este primer año de La puerta negra lo mismo cuentan cómo es el crimen en ciudades tan distintas como Los Ángeles, Paris, Bogotá o Ciudad Juárez, que describen los esfuerzos, reales o ficticios, de distintos personajes que salieron a buscar o imponer la justicia. Creo que las novelas que se publicarán en esta colección son todos fascinantes. En cada uno de los casos, es imposible dejar de leerlos.
—¿Cuáles son los criterios de balance entre el intrínseco valor literario y el potencial de venta de una obra?
—No hay que olvidar que la novela es lo más parecido que tenemos a un encantamiento altamente eficaz: al escuchar sus primeras líneas entramos a un mundo distinto al de todos los días, donde incluso las leyes de la física funcionan de otra manera. Una novela bien escrita funciona como una constelación de palabras que si bien no nos dicen directamente cómo vivir, algo nos enseñan de la vida en la tierra. Por eso generaciones han alzado la vista hacia ellas y las buscan como un refugio placentero: uno que te enseña a ver las cosas desde otro punto de vista. Ese es el tipo de novelas que estamos buscando.
Espero que quienes exigen una altísima calidad literaria y son capaces de quedarse sin dormir por una o varias noches a fin de conocer el final de una gran novela, busquen estos primeros tres libros. Dado que fascinar al lector desde la primera línea queda en manos de escritores como Lolita Bosch, Augusto Cruz y Alberto Chimal, podemos decir que estoy muy tranquilo.
Sólo a Augusto Cruz se le ocurriría contar las aventuras de un detective del FBI en busca de un film perdido en el que probablemente aparezcan vampiros reales
PARA SABER
Las tres primeras
-La torre y el jardín, de Alberto Chimal, mezcla de historias fantásticas con momentos siniestros y divertidos.
-Campos de amapola antes de esto, una novela sobre el narcotráfico en México, de Lolita Bosch,
-Londres después de medianoche, de Augusto Cruz García-Mora, donde en la trama aparece un agente del FBI, el mundo del cine y una probables vampiros reales.-Presentación de las colecciones: Miércoles 28 de noviembre.
Salón C, Área internacional, Expo Guadalajara.
19:00 a 19:50
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