Cultura

De lecturas varias

Bernard Knox era un inglés nacido en 1914 que murió el pasado mes de julio

En 1975, la víspera de la fecha en que tenía que declarar ante un comité del Senado de Estados Unidos sobre las actividades de espionaje, en lo más álgido de la guerra fría, el director de la CIA, William Colby, fue a visitar a un amigo. Ese amigo, el profesor Bernard Knox, de la Universidad de Yale, había ido a Washington a dar una conferencia sobre Antígona (la heroína de Sófocles que desafía, guiada por su conciencia, el poder del Estado).

Bernard Knox era un inglés nacido en 1914 que murió el pasado mes de julio. En la guerra civil española había luchado en el bando republicano, y salvó la vida de milagro después de que sus camaradas lo dejaran por muerto en el campo de batalla. Más tarde, cuando fue colega de Colby, formó parte de un cuerpo de elite anglo-franco-estadounidense que se infiltraba en territorio ocupado (primero en Francia y luego en Italia) para ayudar a la resistencia. Entre las ruinas de una granja italiana después de un bombardeo, Knox halló un volumen de Virgilio y leyó el fragmento de las Geórgicas que dice al final: “saevit toto Mars impius orbe” (se encarniza Marte inclemente sobre el mundo). Años después, diría que esas palabras, “escritas unos 30 años antes de Cristo, expresaban con más claridad y pasión que cualquier declaración moderna la realidad del mundo en que yo estaba viviendo: los campos devastados y minados, las ciudades destruidas...”

Decía que la fuerza de la Iliada era su capacidad para hacernos ver que la guerra es a la vez aterradora y fascinante, que tiene “su propia belleza extraña y fatal, un poder capaz de sacar de los hombres recursos de fortaleza, valor y sacrificio que rara vez pueden surgir, para desgracia nuestra, en tiempos de paz”.

Al terminar la guerra, cargado de condecoraciones, se fue a la Universidad de Yale a terminar los estudios que había comenzado años atrás en Cambridge, y siguió en el mundo académico hasta su reciente muerte, a los 95 años. Fue uno de los grandes expertos en la obra de Sófocles y otros clásicos; muchos de sus artículos para el público no especializado fueron publicados en la espléndida New York Review of Books. El estudio contemporáneo de los clásicos griegos y latinos tiene con él una deuda importante.

Porque formó parte de una generación que tuvo que defender los valores de Occidente contra la barbarie, Bernard Knox sabía que lo primero que hay que conservar es el conocimiento de los propios orígenes y del pensamiento de quienes antes que nadie se plantearon las grandes preguntas que seguimos tratando de responder. “Fueron los griegos los que empezaron todo... No sólo son nuestra raíz, sino también nuestros nervios, nuestra carne y nuestros huesos; son lo que hacen que el Occidente sea distinto del Islam, de la India, de China... ser profesor de griego clásico es ser profesor de modernidad”.
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