Cultura

Cumple 60 años el mural 'La conquista de la energía', de Chávez Morado

La pieza, creada en 1952, es una composición mítica y simbólica de la lucha del hombre por hallar una fuente vital desde el descubrimiento del fuego

CIUDAD DE MÉXICO (03/ENE/2012).- El mural 'La conquista de la energía', ubicado en el auditorio Alfonso Caso, en la antigua Facultad de Ciencias de la UNAM, cumple 60 años de haber sido creado por el pintor, grabador y muralista mexicano José Chávez Morado, a quien se recordará este miércoles a 103 años de su nacimiento.

La pieza, creada en 1952, es una composición mítica y simbólica de la lucha del hombre por hallar una fuente vital desde el descubrimiento del fuego.  

En el lado izquierdo están representados tres hombres desvalidos y asustados, envueltos en sus propios brazos, ya que un mundo de tinieblas los rodea, significado por la muerte y un felino de la noche.  

Sin embargo, con el descubrimiento del fuego, el hombre logra desgarrar la oscuridad y entre los resplandores de éste elemento esencial enciende sus antorchas en la hoguera, iluminando así su presente y señalando el sendero del futuro a sus acompañantes.  

José Chávez Morado, quien vio la primera luz el 4 de enero de 1909, en Silao, Guanajuato, fue un artista plástico de corriente nacionalista, exponente de la tercera generación de la denominada Escuela Mexicana de Pintura, junto con autores como Juan O'Gorman, Raúl Anguiano y Alfredo Zalce.  

También promotor y asesor cultural, Chávez murió en la ciudad de Guanajuato el 1 de diciembre de 2002, dejando una valiosa aportación en el terreno de la creación de instituciones educativas, impulsando la cultura de México y de su estado natal Guanajuato.  

Fue uno de los artistas militantes de mediados del siglo XX, de ideología comunista y profundas inquietudes sociales, que plasmó tanto en su trabajo en el Taller de la Gráfica Popular, como en murales en diversas partes del país.  

Fue impulsor de la corriente de integración plástica, además de promotor cultural y fundador de varios museos en Guanajuato, como los del Pueblo y el Olga Costa-José Chávez Morado, creado en lo que fuera su casa en la capital del estado.  

Recibió el Premio Nacional de Artes en 1974 y entre sus obras más importantes están los murales de la Alhóndiga de Granaditas (Guanajuato) y la antigua Torre de Ciencias de Ciudad Universitaria (Distrito Federal), así como los relieves en la fachada de la Cámara de Diputados y la columna-paraguas del Museo Nacional de Antropología.  

Hijo del comerciante José Ignacio Chávez y Luz Morado, en 1925 trabajó como peón agrícola en California; no obstante, su gusto por el dibujo lo llevó a tomar clases en la Chouinard School of Art y vio pintar a su compatriota, José Clemente Orozco, su mural "Prometeo", en el Pomona College, de Los Angeles, California.

A su regreso al país, en 1931, se inscribió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y su contacto con el maestro Francisco Díaz de León le permitió reconocer el valor comunicativo de la gráfica. Fue profesor de litografía de las Escuela de Artes del libro y director de la Escuela al Aire Libre de Tlalpan.  

En 1948 fue miembro fundador de la Sociedad para el Impulso de las Artes Plásticas y dos años más tarde fundó el Taller de Integración Plástica. En 1952 realizó los murales "El regreso de Quetzalcóatl", "La conquista de la energía" y "La ciencia y el trabajo", en Ciudad Universitaria.  

En 1964 realizó el tablero pintado al óleo con el tema Expresión cultural de Mesoamérica y el Paraguas del Patio Central del Museo Nacional de Antropología. Diez años más tarde recibió el Premio Nacional de Pintura.

En 1975 decidió con su esposa, la pintora Olga Costa, donar su colección de arte prehispánico al Museo Regional de la Alhóndiga de Granaditas y la de arte colonial y popular al Museo del Pueblo de Guanajuato, sitio que hoy mantiene una intensa actividad.  

En 1981 decoró con planchas de cobre la fachada de la Nueva Cámara Legislativa de la Ciudad de México; cuatro años después, en 1985, ingresó a la Academia de Artes.  

Como grabador tuvo dos vertientes: el de compromiso político y el de carácter social, con motivaciones personales. Fue miembro del Taller de la Gráfica Popular y más tarde de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), y sostuvo una gran amistad con el grabador Leopoldo Méndez.  

En su pintura, señalan los conocedores de su obra, su tema más recurrente es la figura humana y su entorno más frecuente es el paisaje de la provincia mexicana, con sus costumbres, sus bailes y mascaradas, así como la religiosidad popular.

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