Cultura
Cuatro voces en torno a la lengua
La Feria Internacional del Libro se colma de adolescentes “invitados” por sus escuelas
Minutos antes de iniciar la conversación, más una selección de ideas escritas y expuestas claramente, hubo quienes se ocuparon –con lista en mano- de cerciorarse que estuvieran en el salón todos los estudiantes de tal o cual grado, para ponerles con tinta azul o negra un “puntito”, en señal de que acudieron a la cita.
En la tercera fila, muy atentas a lo que ocurría en sus celulares, de esos que se llaman smarthphones -porque hacen mucho más que llamadas-, se encontraba un cuarteto de chicas, quizá las más perdidas de todos, disfrutando del “click” de sus aparatos y posando -como si estuviesen en una pasarela- al pequeño lente del aparato.
Allá, en la mesa situada al frente, Marisol Shulz abrió el diálogo con una invitación a la escritora argentina, Luisa Valenzuela, para comenzar a hablar de la llaga y el dedo que provocaron el encuentro.
Mientras Valenzuela hablaba de metáforas y si la “llaga” de la mesa de diálogo es la que todos conocen, o si se trataba de una forma de referirse a alguna palabra de ésas que son casi prohibidas; el cuarteto de chicas rosadas (vestidas con al menos un toque de este color) ocupó el tiempo en charlar en voz “semibaja” y enviar mensajes a quién sabe quién, sobre su triste situación, al quedarse ahí hasta las 18:30 horas.
Después, las fotos que se tomaron previamente comenzaron a rolar de un celular a otro, con interesante acotaciones sobre lo bien que habían salido, con algunos cuchicheos sin sentido, hasta que por fin hubo quién las aplacara, la mujer detrás de ellas, que sí tenía interés por escuchar la voz de Luisa Valenzuela y su ir y venir de un lado a otro en una clínica para dar con la mentada llaga que la trajo a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Al final, el bendito smartphone las distrajo del todo, con una concienzuda revisión de sus “autofotos”, detallados análisis sobre la composición de la imagen de seductoras “Lolitas” que no entienden nada, pero igual aplauden, como si eso diera un punto extra en la calificación del semestre.
Las otras voces
A la par que las chicas se sumergían en sus álbumes, Sergio Ramírez, autor nicaragüense, apuntaba a quienes lo escuchaban en su “Elogio a la invención”, que “en ningún otro momento como hoy, la lengua castellana ha sufrido tantos cambios”, siendo ésta territorio creativo de los jóvenes y, al tiempo, constante viajera de una a otra tierra.
“Estas circunstancias le dan a la lengua nuevos códigos, cerca de los nuevos paradigmas de la comunicación; mezcla de lenguas, quizá antagónicas, como el inglés. Nuestra lengua mojada, lengua de la imaginación, la lengua que vivimos”.
Mayra Montero, escritora nacida en Cuba, pero radicada en Puerto Rico desde hace cuatro décadas, se refirió al momento que enfrentan hoy los escritores, como testigos de una guerra que parece no acabar.
“Nos hemos quedado atónitos los creadores, frente a la violencia cotidiana, y creo que ahora muchos escritores ni siquiera nos atrevemos a ver ese ambiente, realidad palpable que nos desafía o provoca para que la contemos”.
Por su parte, el poeta Luis García Montero advirtió que “la literatura que hace más falta es la que se atreve a poner el dedo en la llaga”.
EL INFORMADOR / AIMEÉ MUÑIZ
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