Cultura
Cristovão Tezza, de Brasil para el mundo
Asiste por primera vez a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara
El autor nació en Lages, ubicada en el sur de Brasil. Su padre falleció cuando él tenía apenas ocho años y desde entonces la familia se trasladó a Curitiba. Entre los 13 y los 14 años Cristovão comenzó a escribir algunos poemas, influido por las antologías de poesía que su padre solía leer. El narrador no apunta hacia ninguna figura literaria que haya influido de manera determinante su trayectoria, sin embargo, su gusto por la literatura pronto pasó a convertirse en una adicción que terminaría por definir el rumbo de su vida.
A los 16 años Cristovão se incorporó a una comunidad alternativa de teatro popular que viajaba por todo el país. Poco después de concluir la preparatoria, viajó a Portugal para cursar sus estudios en literatura. Debido a la Revolución de los Claves que explotó en Lisboa, la universidad donde estudiaba se vio obligada a cerrar, cambiando drásticamente los planes de Cristovão. Fue precisamente durante este periodo cuando escribió su primer novela, La ciudad inventada. Regresó a Brasil y finalmente se inscribió a la carrera de letras.
Comenzó a impartir clases en la Universidad Federal de Paraná y concentró en su propia creación literaria. Con su novela Trapo, publicada en 1988, el autor se dio a conocer nacionalmente. En la década subsecuente, publicó las novelas Juliano Pavollini, Aventuras provisórias (Aventuras provisionales), A suavidade do vento (La suavidad del viento), O fantasma da infância (El fantasma de la infancia) y Umanoiteem Curitiba (Una noche en Curitiba). Estas obras lo colocaron como uno de los más destacados escritores de su generación en Brasil.
La novela Breve espaço entre cor e sombra (Breve espacio entre color y sombra) lo llevó a ganar el Premio Machado de Assis de la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro en 1998. Aunque para entonces Tezza era un escritor consolidado, fue en 2007 cuando dice haber alcanzado su madurez literaria con la novela O filho eterno (El hijo eterno). En éste, Tezza transforma en ficción su propia experiencia como padre de un niño con síndrome Down. La publicación causó un gran impacto y el escritor fue galardonado con los premios más importantes de la literatura brasileña, entre ellos el emblemático Premio Jabuti de Literatura.
El éxito de este libro, inesperado para el escritor, lo llevó a renunciar a la universidad para dedicarse únicamente a la literatura. A partir de entonces ha publicado Um erro emocional (Un error emocional), Beatriz y O espírito da prosa (El espíritu de la prosa). Tezza señala que, salvo por los viajes que de vez en cuando tiene que realizar, en esta nueva etapa su vida es más tranquila y hogareña. Se levanta temprano y escribe hasta el mediodía. Por la tarde dedica mucho tiempo a leer, pues considera que un buen escritor sólo se forja en una lectura ávida y constante.
Cristovão Tezza se ha ganado un espacio importante en la literatura del Brasil, país que además de demostrar su poderío económico se empeña en colocarse como potencia cultural. En abril del presente año, el país sudamericano fue invitado de honor en la Feria del Libro de Bogotá. En 2013 éste será el invitado de honor en la Feria del Libro de Fráncfort, la más importante del mundo, y un año después se hará presente en la Feria del Libro Infantil de Bolonia.
Como parte de su programa, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara recibirá a 18 narradores brasileños que den a conocer la diversidad y fortaleza de las letras en este país latinoamericano. Sin lugar a dudas, Cristovão Tezza es uno de los escritores invitados.
El escritor puntualiza que la delegación brasileña, además de darse a conocer, buscará estrechar los puentes entre sus autores y los lectores hispanos. Tezza comprende la literatura como un vehículo globalizador de la cultura capaz de acercar a las naciones. Desde este punto de vista, el escritor encuentra en las letras una ventana para mostrar al Brasil contemporáneo como auténticamente es y estrechar así la relación con sus vecinos latinoamericanos.
El entorno en que crecemos se convierte en una influencia importante. ¿De qué manera vivir en Brasil ha influido en tu carrera como escritor?
No podemos escapar de nuestro entorno, sin duda el hecho de ser brasileño ha marcado cada línea que escribo. Existe también la influencia del tiempo. Formé mi conciencia artística a lo largo de la década de los sesenta, años particularmente fuertes en la historia de Brasil. Ésta fue la década de las grades utopías por una revolución artística y de costumbres que trasciende hasta nuestros días. En el escenario político, se instauró una dictadura que duró veinte años. Estos factores me impactaron profundamente y es por ello que mi primer gesto como escritor tenía una dimensión idealista por cambiar el mundo, una ambición típica de la época.
La literatura puede entenderse como una actividad meramente personal o como un intento por transmitir algo a la sociedad, ¿tú para quién escribes?
Diría que siempre escribo el libro que a mí me gustaría leer, por tanto, primero escribo para mí mismo. Pero debemos recordar que como escritor me convierto en un punto de encuentro para miles de voces, personas, deseos, sueños e idiomas. Desde este punto de vista, termino escribiendo bajo una mirada colectiva que ve el mundo a través de mis ojos.
¿Por qué consideras que la novela El hijo eterno (O filho eterno) te hizo alcanzar tu madurez como escritor?
Desde que nació mi hijo con síndrome de Down en 1980, pasaron más de veinte años sin que abordada el tema en ningún libro. La razón es simple: los problemas personales no son literatura pues ésta no debe confundirse con la catarsis o la confesión. Tenía que despersonalizar la cuestión y esto no es fácil porque al mismo tiempo no quería convertirme en un esclavo de mi propia biografía. Sin embargo, pese a las dificultades que implicaba, la idea de escribir sobre este tema empezó a tomar fuerza en mí. Cuando la novela se publicó, resultó un éxito inesperado, pues temía por las reacciones que ésta pudiera provocar. El libro ganó todos los premios importantes de Brasil y ha sido traducido en una docena de países. Definitivamente esa novela me hizo alcanzar no sólo mi madurez como escritor, sino también mi madurez existencial.
¿Encuentras alguna relación entre el crecimiento económico de Brasil y su prolífica industria literaria?
Sin lugar a dudas. El crecimiento económico ha ido acompañado de un número creciente de lectores y la industria literaria se ha convertido en un gran negocio. Además, ha aumentado considerablemente el número de estudiantes en el país. Aunque el nivel de educación en Brasil aún es bajo, tengo la esperanza de que con el paso del tiempo mejorará y tendremos lectores más sofisticados.
¿Cómo se logra plasmar la diversidad cultural de Brasil en su literatura nacional?
El profundo mestizaje racial, cultural, religioso artístico y social de Brasil es uno de los grandes retos para aquellos que intentan entender al país. Su característico exotismo ha sido un manantial inagotable en la literatura brasileña: escritores casi opuestos como Jorge Amando y Rosa Guimarães bebieron de esta fuente. Por otro lado, hay una tradición urbana cuyo marco inicial es la obra de Machado de Assis, un gran pensador brasileño. Existe pues una tensión entre el Brasil agrario y el Brasil urbano, la cual se plasma en su literatura. Ésta no es sólo una cuestión geográfica o temática, sino visiones muy diferentes que contrastan.
¿Por qué considera que la literatura funciona como un medio globalizador de la cultura?
La literatura tiene un poder simbólico extraordinario, es un arte con una vocación profundamente trasnacional. En gran medida, conocemos el mundo por sus manifestaciones literarias. Aunque quizá ésta no tenga el poder para decidir directamente sobre asuntos en la política, su fuerza es inagotable en cuanto a la formación de los corazones y las mentes de los seres humanos. La literatura misma es una ética.
¿Cómo se aprecia la literatura mexicana en Brasil?
Tengo un conocimiento más amplio de la recepción de la literatura brasileña en México, pero me atrevo a decir que ambos países resienten una distancia que históricamente se formó entre el mundo de la lengua española y Brasil. Parece que vivimos de espalda el uno con el otro, es una lástima. Sin embargo, le leído a escritores mexicanos como Carlos Fuentes y Octavio Paz, autores que marcaron a muchos escritores de mi generación. Recientemente, he leído a tres grandes escritores mexicanos: Sergio Pitol, Mario Bellatin y David Toscana.
¿Cómo describiría la literatura contemporánea de Brasil?
La literatura brasileña actual presenta una tendencia urbana muy visible como resultado a la rápida modernización del país tras la implementación del Plan Real en la economía desde la década de los noventa. Los nuevos escritores, teniendo en cuenta que los autores de hoy rondarán los cuarenta años, no tienen en la memoria los ideales de los años sesenta y setenta que caracterizaron la vida cultural de Brasil entonces. Estamos entrando en un mundo nuevo.
Ésta será la primera vez que asiste a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, ¿qué expectativas tiene con respecto a este evento literario?
En primer lugar, será un placer conocer México, un país mítico en mi imaginación. Acerca de la Feria, basta con decir que será una gran alegría lanzar mi primera traducción al español. Creo que el evento será una oportunidad fantástica para promover un contacto más estrecho entre la literatura brasileña y la mexicana.
EL INFORMADOR/ GILDA COLIN BRACAMONTES
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