Cultura

Crear patria en territorio ajeno

Un grupo de 18 poetas hispanohablantes buscan posicionar la cultura latina a través de la lengua

GUADALAJARA, JALISCO (21/MAY/2011).-  Pablo Ortiz es así, un hombre que se le puede catalogar más idealista que acostumbrado; un tipo al que le gusta la poesía más que la narrativa. Un chavo al que le encantaría estar viviendo en su natal Guadalajara y no en Carlgary, Canadá porque se ha ido a construir una nueva patria. Aunque a estas alturas confiesa que “aquí lo que me he encontrado es gente como uno; somos latinos pero que nos unimos en esa eterna búsqueda de un nuevo espacio donde la lengua es nuestro único refugio. Estamos construyendo una patria a partir del lenguaje en un país (como Canadá) que ha mandado el español al tercer orden; y eso me ha enseñado que sólo el español ha unido a América Latina”. Hace un par de meses publicó Dieciocho voces de la poesía hispano-canadiense, un libro que se formó con ese ímpetu: conformar una patria nueva donde la lengua española sea la bandera.

“Desde sus inicios la poesía ha enaltecido las huellas y los ecos del mundo, de formas y modos heterogéneos a partir del romanticismo, la noción de comunidad que revelaba una forma de vida social caracterizada por un nexo orgánico e intrínseco entre sus miembros, ha sido ejemplificada por gremios de artistas o generaciones de escritores que comparten su interés común al testificar la vida, honrar la memoria y enaltecer la palabra” ha escrito Ortiz desde la Universidad de esa ciudad situada en al suroeste del país norteamericano.

En el libro, que se puede conseguir en la librería Ítaca, hay 18 voces latinas todas hijas del destierro. Pablo Ortiz, quien es el compilador y el poeta mexicano más joven en la antología compuesta por voces de chilenos, argentinos, peruanos, mexicanos, salvadoreños y hasta italianos; resume cómo es la vida de los escritores en esas tierras “Uno se da cuenta que somos hijos del exilio, que le tenemos un particular cariño a nuestras patrias pero que no queremos volver. Nuestra vida es aquí, con nosotros y con los que ahora son los nuestros. Yo voy dos veces al año a México; claro que te da nostalgia tus amigos, tu familia y hasta la comida, pero acá la vida es así; el lenguaje no nos aísla sino que nos recluimos en él”.

Este hombre cuenta que a la par del inglés y el francés, los idiomas oficiales de Canadá, las lenguas hispánicas han venido a cubrir una superficie de expresión para los artistas que forman, en ese territorio, una entrañable patria lingüística. Muchos de los hombres que escriben en la antología se encuentran recluidos en las academias de importantes universidades y cuando se reúnen festejan el idioma que los une. “Somos pocos los latinos en Canadá, pero nos conocemos muy bien, no es como en Estados Unidos que hay grandes comunidades y que se estratifican. Acá, en Canadá, de Este a Oeste, la voz latina ha ido creciendo. Yo tengo apenas seis años radicando en este país y me he dado cuenta del crecimiento de la voz española; por ejemplo, en la Universidad de Caligary cada día son más los estudiantes que vienen a hacer una pasantía o algún intercambio académico. Es ganar territorio sin quitarle a nadie nada”.

Poesía para acompañarse

Los inviernos no son crudos cuando se está acompañado, y eso los mexicanos no lo entendemos al igual que Pablo, quien del otro lado de la línea telefónica se escucha escribiendo en su máquina en compañía de su soledad. “Por más frío que tenemos en México, y en general en los países latinos, siempre hay alguien con quien conversar, a quien abrazar, con quien compartir. En Canadá las cosas no son igual” cuenta Pablo como quien quiere estar del otro lado de la línea. Allá, por más aire acondicionado que se compren, las distancias son tan grandes y las ciudades son taciturnas que la convivencia social resulta excéntrica. “Y es ahí donde nos hemos podido encontrar con nosotros. La poesía es eso, una forma de poder recluirnos con nosotros mismos y entender que en verdad no somos exiliados. La poesía te conecta con una parte más íntima del ser; algo que la narrativa no puede conseguir”.

Pablo es un académico de vida errante. Cuando escribe artículos para su escuela “uno se vuelve demasiado cuadrado; por eso la poesía es un clavado interno de lo que necesitamos. Tengo bien claro que quizá las fronteras físicas nos sigan separando, pero estoy seguro que la literatura será los que nos termine uniendo; la patria apenas se está construyendo”.

Poesía

La voz duerme
En los músculos
De los sueños.

En el poema despierta
En los campos
Del combate

La poesía va sonámbula
Entre armas
Cargadas de futuro

Poema de Roberto Salinas,
chileno que salió de su país
después de la dictadura
de Pinochet
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