Cultura
Contemplaciones contra el tedio
Comentarios, quejas y boleros cantados despacito en el oído a: davidguerraro.lemus@gmail.com.
"El bolero no es genital, el psicoanálisis sí". Esta frase puede resumir todo lo que encierra la obra Sabor a Freud que hoy miércoles llega a su última función en el Teatro Experimental de Jalisco (TEJ). La semana pasada tuve la oportunidad de verla y, al igual que la mayoría de los asistentes que casi llenaron el recinto, salí con esa deliciosa sensación que provoca ver una obra de teatro bien actuada, bien dirigida, bien armada. Igualita a la sensación que provoca haberse despachado un suculento banquete, sin la necesidad de la parafernalia de platos exóticos o truculencias laberínticas en sus recetas. La puesta en escena es sencilla, económica: la sala de consulta de un psicoanalista. Solo hay dos actores: Mauricio Cedeño, que siempre ha sido garantía de calidad, pero que en particular en este montaje -al menos desde mi pobre punto de vista- saca sin reparos todo su colmillo y tablas para ofrecer una actuación espléndida; y Vera Wilson, hermosa y gratísima revelación de lo que esta talentosa actriz seguramente alcanzará si sigue por el camino que ha elegido, el de la disciplina y la entrega. Lo demás ya lo tiene. Un ingrediente especial está en la música interpretada en vivo, con la participación de Franz Bomthanley, que acompañada de la buena voz de Vera logra imprimir el toque que exige la inclusión de algunos de los mejores boleros de la llamada "Época de Oro". La mano del director se nota, y no podría ser de otra forma al tratarse de un texto al que Eduardo Villalpando ya le tenía ganas, tal y como nos lo compartió el día de ayer en el matutino programa Los sueños del éter, en Radio Universidad (para completar el gol: de seis a siete de la mañana).
II
Sabor a Freud es original del escritor argentino José Pablo Feinmann. Y resulta que Sara Isabel Quintero, carta fuerte del teatro tapatío y cabeza del foro La Casa Suspendida, se trajo el texto en sus manos después de un viaje a tierras pamperas. Lo comenzaron a ensayar Karina Hurtado y el propio Villalpando. Por esas extrañas razones que tiene la sinrazón del destino (cargas de trabajo, compromisos, tiempos), el proyecto se interrumpió y el libreto quedó en un cajón. Pasaron otras cosas y finalmente Eduardo convenció a Mauricio y a Vera para darle vida a un texto que por donde se le vea no tiene pierde. El público es atrapado desde el primer instante cuando al apagarse la luz de la sala se empieza a escuchar una voz cadenciosa dando vida a ese responsable de buena parte de la educación sentimental de muchos y que conocemos como bolero. A partir de ahí, y con un frenesí y descarga actoral que disfruta plenamente el público, la puesta en escena transcurre de principio a fin sin que se sientan los casi 90 minutos de su duración. Los juegos de luces, los efectos sonoros, los desplazamientos escénicos, pero sobre todo el desarrollo del texto mismo, convierten a Sabor a Freud en una de las mejores obras de teatro que he disfrutado en lo que va de este año.
III
Este día es la última función de esta primera temporada: al parecer volverá a escena hasta el mes de octubre; pero yo recomiendo totalmente que si no tienen nada mejor qué hacer hoy mismo, vayan a las 20:30 horas al TEJ: estoy seguro que no se van a arrepentir al menos dos de mis tres lectores. Felicidades amplias a Eduardo Villalpando, a Mauricio Cedeño y a Vera Wilson, así como a todo el equipo que está detrás. Los aplausos bien ganados que les ha prodigado el respetable al final de cada función seguramente les darán enormes satisfacciones… y hasta les ha ahorrado el tener que ir a terapia.
IV
OTRO MONTAJE: Y ya que ando en el teatro, tampoco me voy a quedar con las ganas de recomendar otra obra que vale muchísimo la pena. También hay dos actores en escena, la escenografía también es económica, rayando en el minimalismo. A diferencia de Sabor a Freud, que se desarrolla por la comedia, Acerca de la orfandad es una "tragedia íntima" que punza, pica, aprieta la conciencia y las emociones del espectador. Ver a Karina Hurtado y a Jesús Hernández en escena es un placer, pero verlos juntos en esta obra original del escritor y actor sonorense Cutberto López, es un privilegio. Si a lo anterior se le agrega el toque especial que tiene Luis Manuel Aguilar, el querido "Mosco", como director, escenógrafo e iluminador, entonces se tiene un montaje de alta calidad escénica. Acerca de la orfandad "explora la desolación emocional" -como se lee en el flyer publicitario- y se convierte en la exploración dolorosa del pasado de una mujer cuya vida ha sido marcada por la presencia del padre que abandona y que ella busca en los hombres que ha conocido. Tal vez la idea no sea nueva: finalmente el conocido Complejo de Elektra ha sido abordado una y otra vez en cine, literatura, teatro, pintura y hasta en la música; pero Acerca de la orfandad no se frena ahí, va más allá y termina por cuestionar la conciencia de cualquier persona que la vea. Y ya se sabe que acercarse al espejo no siempre nos devuelve la imagen que queremos ver. No se la pierdan: su última función es este viernes, en el Teatro Estudio Diana, a las 20:30 hrs.
V
¿Habrá alguien capaz de aterrizar en papel la tragicomedia que estamos padeciendo estos días en el terreno de la grilla cultural?
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