Cultura

Contemplaciones contra el tedio

Fausto Ramírez es, hoy, uno de los tres mejores directores de teatro que hay en Jalisco

I

He visto el desarrollo de su trabajo y no dudo en afirmar una cosa: Fausto Ramírez es, hoy, uno de los tres mejores directores de teatro que hay en Jalisco (¿quiénes son los otros dos?). Me atrevo a señalar lo anterior después de ser testigo desde hace casi 15 años de cómo vive, piensa y siente el teatro. De hecho, Fausto es netamente un hombre de teatro: lo estudia, lo conoce, lo atormenta, pero lo adora. Es de los pocos directores de teatro que conozco que está dedicado 100% a esta disciplina artística y sé que su crecimiento no ha sido cosa fácil. Le tocó dirigir a la Compañía de Teatro de la Universidad de Guadalajara (¿todavía existe?, ¿en qué quedó el experimento que se quería hacer con ella o con lo que quedó?) después de que estuvo bajo la tutela, por muchos años, de nada más y nada menos que Rafael Sandoval, nombre que impone y despierta polémicas, pero del que nadie duda su invaluable aportación para la formación de un buen número de actores, actrices y directores que hoy se encargan de hacer viva la escena teatral jalisciense. El trabajo para Fausto no fue fácil. Seguramente habrá cometido errores, mismos que provocaron serios cuestionamientos y una relación de trabajo áspera y difícil con algunos integrantes de la agrupación universitaria. Sin embargo, también nadie puede negar que Fausto Ramírez vino a abrir las hasta entonces herméticas puertas de la compañía a la participación de directores, dramaturgos y hasta actores de otras partes, de otras tierras, que con Sandoval tal vez hubiera sido tarea complicada.

II

No dudo tantito en afirmar que el trabajo como director de la Compañía de Teatro de la UdeG le dio a Fausto Ramírez mejores armas y elementos para definir al director que es hoy. Después de los tiempos difíciles e inciertos (¿todavía siguen?) que vivió la "trouppe" universitaria y su posterior desarticulación, Fausto, de manera inteligente, decidió que era el momento de fortalecer sus personales inquietudes y aprendizajes sobre la magia que encierra la producción y el montaje teatrales. Se convirtió en un director audaz, con preocupaciones estéticas y hasta poéticas -no creo estar señalando una barrabasada: siento que a Fausto sí le importa la poética teatral-, al grado de que decidió trabajar con un pequeño pero muy seguro grupo de actores, entre los que destacan Susana Romo, Abelardo Ferré o Carlos Gómez Cacho, entre otros. Además, en lugar de perderse en el desánimo y la apatía, optó por ampliar sus horizontes y perspectivas y se ha encargado de trabajar y presentar sus propuestas escénicas en una gran parte del territorio nacional, conectándose con la comunidad teatral del país.

III

Actualmente podemos ver dos trabajos dirigidos por Fausto Ramírez: Hamlet, Príncipe de Dinamarclown y la adaptación para niños de Romeo y Julieta, ambas obras originales del dramaturgo inglés William Shakespeare. Hoy me detengo en la primera nada más para volver a reconocer el enorme talento y pericia que ha acumulado el tremendo "Faustinho de Oliveira". Con solo cinco actores en escena (Abelardo Ferré, Manuel Partra, Susana Romo, Gabriel Álvarez, y Diana Alvarado), además de la participación en la dramaturgia de los dos músicos que están en escena (Christian Katapu y Alonso Guerrero), Fausto resolvió la participación de los poco más de 20 actores que exige la obra original. Pero, todavía, la dramaturgia de Ramírez se arriesga, con éxito, al mezclar, intercalar y hasta hacer guiños a diversos elementos que convierten al clásico texto de Shakespeare en una obra contemporánea, original y hasta muy de estas tierras. La presencia de la cultura popular (tan gustada para Fausto), del cine mexicano ("ser o no ser: ahí está el detalle"), de la política, de la religión, entre otros ejemplos, fortalecen el espléndido trabajo escénico de los actores, trabajo que se magnifica gracias a las enormes posibilidades creativas que otorga el "clown".

IV


Me ha dado mucho gusto ir al teatro y ver la sala casi a tres cuartas partes de su capacidad (al menos así estuvo el jueves pasado), con un público participativo, hilarante, contagiado de risa y atento al desarrollo de un texto de por sí complejo pero que se desliza como mantequilla frente a los ojos de todos. Si no la han visto, se han perdido una muy buena oportunidad para confirmar que el talento artístico jalisciense no está en las estrellitas de la televisión, aunque sean apapachadas por el gobierno. Hamlet Príncipe de Dinamarclown estará todavía todo el mes de julio en el Teatro Experimental de Jalisco. La verdad, no dejen de verla.

Comentarios, quejas y apretones a la nariz roja a: davidguerrero.lemus@gmail.com.
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