Cultura

Chopin en estado puro

Gergely Boganyi presentó el primero de 10 recitales con el ciclo para piano solo del compositor polaco

GUADALAJARA, JALISCO.- En el escenario, frente al piano, un florero como único elemento decorativo: lo más bello que da la naturaleza, junto a lo más bello que da el talento; lo visible (el color), y lo intangible (la música).
La edición número 13 --la cabalística, dirían los supersticiosos-- del Festival Cultural de Mayo tuvo, paradójicamente, a manera de preámbulo, no propiamente un entremés sino el primer capítulo de su plato fuerte: el primero de los diez recitales en que el joven pianista húngaro Gergely Boganyi (Vac, 1974) ofrecerá el ciclo integral para piano solo de Federico Chopin.

Sala llena y público entusiasta en el Teatro Degollado. Consecuencia lógica de la suma de prestigios: Chopin --obviamente--, centro de múltiples homenajes en todo el mundo por el segundo centenario de su natalicio; Boganyi, en su ansiado retorno a Guadalajara, donde dejó huella al participar en la edición del Festival en que Hungría fue invitado de honor; y, finalmente, el Festival mismo, que ha adquirido carta de ciudadanía, a plenitud, en el mundillo de la cultura local.

El recital con que se abrió el ciclo fue del intimismo de los tres Nocturnos Op. 9 a la expresividad de las dos Polonesas, pasando por la emotividad de las ocho Mazurkas y el romanticismo de los dos Valses incluidos en el programa.

Éste, por cierto, estuvo confeccionado con un buen gusto evidente y un gran sentido del equilibrio. De hecho, hizo innecesario el “encore” con que el recitalista tuvo a bien corresponder al entusiasmo de la concurrencia.
Boganyi, desde los primeros compases, se adueñó del público a base de amalgamar técnica y sentimiento: una sonoridad impecable y una exquisitez interpretativa magistral.

Puesto que se trata de obras de repertorio, que en siglo y medio han tenido excelentes ejecutantes, de la versión de Boganyi podría decirse lo que decía Celibidache: “No tan fuerte; no tan suave; no tan rápido; no tan lento... ¿Cuántos ‘no’ existen?: trillones. ¿Cuántos ‘sí’?: uno solo”.

Es probable que la impuntualidad de algunos asistentes, los aplausos impertinentes (hijos del entusiasmo: pecado venial, se dirá) y algunos ruidos inoportunos, rompieran ocasionalmente el encanto --alguno de ellos en forma notoria-- y propiciaran algunas mínimas imperfecciones en la digitación del solista... ¿Qué tanto le faltó para llegar a la perfección? Sólo Chopin sabría decirlo.

El segundo concierto de la serie y de los ocho programados para el Teatro Degollado (el quinto y el sexto se ofrecerán en la Fundación Jesús Álvarez del Castillo) tendrá lugar este jueves en el mismo escenario.

Jaime García Elías
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