Cultura

Caviar y Pozole

La violinista Eva León y el Mariachi Nuevo Tecalitlán ponen el broche final al ciclo de conciertos “México de mis amores”

GUADALAJARA, JALISCO.- Mendelssohn es al caviar lo que el mariachi es al pozole: aquél, el refinamiento supremo; éste, el sabor mexicano en todo su esplendor.

Para cerrar la primera temporada 2010 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) en el Teatro Degollado, se confeccionó un programa con una de las más preclaras obras de Mendelssohn y una excelente solista, Eva León, quien dejó huella en el Festival Cultural de Mayo (FCM) en el que España fue el invitado de honor (caviar), y música mexicana para mariachi (pozole).

La mezcla, audaz y todo, resultó afortunada: si el Mariachi Nuevo Tecalitlán hizo la taquilla -sala casi llena en todas las localidades-, Mendelssohn permitió poner la cereza en el helado con lo mejor, con mucho, de la temporada.

Eva León, a despecho de su juventud, ya está en las ligas mayores del arte. Su exquisita interpretación del Concierto para violín y orquesta en Mi menor, Op. 64, de Mendelssohn, en la parte central de la velada, lo confirmó. La misma dotación reducida de la orquesta (cuerdas y maderas, más tres cornos y trompeta) evitó de antemano la tendencia de Héctor Guzmán a permitir los excesos de los metales. La orquestación, así -con mínimas asperezas de timbales y trompeta-, permitió el lucimiento del instrumento solista.

Desde la exposición del tema inicial hasta la vertiginosa coda culminante del concierto, Eva León dominó, visual y auditivamente, la escena. Fue todo: el dominio de la obra, la comprensión de su espíritu, la solvencia técnica, la plena madurez, el virtuosismo -exento de extravagancias- que exige la partitura. La cadenza del primer movimiento rayó en lo sublime. (Con la venia de Ángela Peralta, “El Ruiseñor Mexicano”, que inauguró el Teatro Degollado en 1866: “Así se toca en el cielo”). Incluso el hecho de que el concierto no tenga pausas y sí transiciones de uno a otro movimiento, evitó -¡gracias, Mendelssohn!- que los arrebatados profanaran el misterio de la música… De principio a fin hubo, en suma, una comunión plena de la orquesta y la solista. Eva León regaló, como encore, el Capricho número 4, de Paganini.

El programa  -que se repite hoy, a partir de las 12:30 horas- se abrió con Caballos de Vapor, de Carlos Chávez. En el cierre, la OFJ y el Mariachi Nuevo Tecalitlán convirtieron el teatro en palenque, al reeditar las consabidas Galas del Mariachi, con versiones un tanto tumultuarias de El Triste, Canto a esta tierra, Por qué (de Jorge del Moral) y tres popurríes. Como obsequio, Sones de Mariachi (con orquesta y mariachi), de Blas Galindo.

Pecados veniales. Después de ese Mendelssohn de Eva León, se vale gritar que “Como México no hay dos” y “Qué lindo es Jalisco, palabra de honor”.

EL INFORMADOR/ JAIME GARCÍA ELÍAS
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