Cultura

Brahms eclipsó a Beethoven

Acompañado de Jae-Hyuck Cho hicieron que el público del Teatro Degollado agradeciera su interpretación

GUADALAJARA, JALISCO (13/JUN/2010).-  Brahms, con la plausible complicidad del joven pianista coreano Jae-Hyuck Cho, hizo suya la fiesta que se había preparado para Beethoven.

Aunque el leit-motiv del segundo ciclo de conciertos del 2010 con la Orquesta Filarmónica de Jalisco se centra en las celebérrimas nueve sinfonías del Genio de Bonn, el primer Concierto para piano y orquesta en Re menor, Op. 15, de Brahms, eclipsó casi totalmente, en el balance de la velada, a la Sinfonía No. 2 en Re mayor, Op. 36, del patrono de la temporada.

De entrada, porque, mucho menos popular que el segundo Concierto para piano del mismo autor, es una obra mucho menos consabida para el melómano; obra de juventud, sí, pero no por ello desdeñable. Y, sobre todo, porque el solista en turno honró tanto a la partitura de Brahms como al instrumento que Gergely Boganyi consagró, merced a su ejecución del ciclo completo de Chopin, en el reciente Festival Internacional de Mayo.

Sala casi llena en el Degollado, como ya se va haciendo buena costumbre.

La obertura Benvenuto Cellini, Op. 23, de Berlioz, abrió el programa.

Aunque la obra alterna pasajes pletóricos de brillantez y colorido con otros de suma delicadeza, a la postre los metales, acentuados por la
batuta de Héctor Guzmán casi a niveles de estridencia, avasallaron a cuerdas y maderas.

En la Segunda Sinfonía de  Beethoven, amén de que la propia partitura jugó a la defensiva --para estar a la moda con una frase "mundialista"--, al incorporar sólo tres trombones y dos trompetas a la dotación, la interpretación fue excelente: el tempo, justo; el fraseo, preciso.

En el Primer Concierto de Brahms, después de la introducción que va de lo trágico a lo heroico, Jau-Hyuck Cho mostró su solvencia desde que entregó la tarjeta de presentación: en sonoridad estuvo en el nivel óptimo; en expresividad, dejó constancia de la diferencia entre un artista y un
artesano. Lo que la obra demanda de vigor en el primer movimiento, lo exige de ternura y lirismo en el segundo y de agilidad, intensidad y
virtuosismo bien entendidos, más allá de arabescos y manierismos vanos, de principio a fin. El intérprete cumplió a cabalidad y justificó con creces los elogios de la crítica que precedieron su presentación.

El programa se repite este mediodía, a partir de las 12:30 horas, en el mismo escenario.

EL INFORMADOR/ Jaime García Elías
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