Cultura

Borges, impaciente con la estupidez

Manguel ha viajado estos días a España desde el sur de Francia, donde reside, para participar en el homenaje que se le ha rendido al escritor

MADRID, ESPAÑA (11/JUN/2011).- A los quince años Alberto Manguel le hizo de lector a Jorge Luis Borges, quien, ya ciego, quiso revisitar a los grandes cuentistas antes de intentar componer sus propios relatos. En esos encuentros quedó deslumbrado por la inteligencia del escritor argentino y comprobó cuánto detestaba la estupidez.

"Borges tenía muy poca paciencia con la estupidez. Cuando algún escritor decía alguna tontería, su humor era absolutamente feroz y demolía con cuatro palabras la estupidez que fuera", recordó Manguel en entrevista.

Manguel (Buenos Aires, 1948) ha viajado estos días a España desde el sur de Francia, donde reside, para participar en el homenaje que se le ha rendido a Borges en la Casa de América con motivo del XXV aniversario de su muerte, el próximo martes.

El haber trabajado como lector para el autor de El Aleph lo ha "condenado" en cierto modo a hablar de por vida sobre esa relación, cuya importancia él no supo calibrar en su adolescencia, aunque sí recibió "inconscientemente la gracia de su inteligencia".

"En una época como la actual, en la que se alienta la estupidez, Borges respetaba no solo su propia inteligencia, sino la de todo otro ser humano", comentaba Manguel, quien, con el paso de los años, se hizo escritor y se convirtió en uno de los mayores expertos mundiales en el tema de la lectura.
En realidad, Borges conocía "de memoria" muchos de los cuentos que le leía el joven Manguel, pero necesitaba recordar "cómo estaban hechos, desarmarlos. Era todo un ejercicio de mecánica, porque quizá no se sepa bien lo escrupuloso que era Borges como artesano".

"El aparente azar de ciertos cuentos es muy deliberado, igual que pasaba en su conversación. Borges parecía improvisar, dudar y hacer pausas, pero todo era ensayado, y así pasaba en sus conferencias, que las ensayaba con pausas y dudas en la habitación del hotel", comenta el autor de obras como Diario de lecturas o La biblioteca de noche.

Manguel conoce a fondo la obra de Borges y asegura que, después de él, "no podemos leer la literatura de la misma manera". "Borges formó nuestra manera de leer; nos revela nuestra propia cara".

El autor de Ficciones es "una fuente inagotable de pensamiento sobre el acto literario. No hay muchos otros que hayan reflexionado sobre la literatura a partir de una obra creada", afirma Manguel.

"El resultado de esa relación puede verse en los libros que escribieron juntos, donde hay un humor y una inteligencia extraordinarios".

Borges "podía ser generoso, pero una buena frase era más importante para él que un buen gesto", señala Manguel, antes de poner como ejemplo una anécdota de cuando en Buenos Aires hubo una huelga contra la dictadura argentina y Borges no quiso dejar de dar sus clases en la universidad. Al ver que Borges se negaba a abandonar su clase, "un estudiante le dijo que iba a cortar la electricidad, y el gran escritor le contestó: 'No me preocupa, he tomado la precaución de ser ciego", recordó Manguel.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando