Cultura
Arreola, maestro de Leñero
El escritor y reportero presenta en la FIL los libros 'Periodismo de emergencia', 'Gente así' y 'Más gente así'
Vicente Leñero entrevistó a Juan José Arreola, no se usaba la grabadora. Había un acuerdo tácito entre el entrevistado y el entrevistador. El reportero tomaba notas con garabatos histéricos; era un observador de los fenómenos. Se preocupaba por estar atento. No influía en los hechos, ni los juzgaba, ni los analizaba.
Leñero (Guadalajara, 1933) miró a Arreola con esos ojos pequeñitos y esa mirada perspicaz que todavía conserva. Le preguntó qué significaba el ajedrez y se llevó una sorpresa. La entrevista, cuyo título es "Arreola: lección de ajedrez", se publicó en Revista de Revistas, en septiembre de 1972.
En ella, Leñero describe así a Arreola:
"En el comedor de la casa, frente al tablero convertido en centro de mesa, los ojillos siempre vivos de Arreola, oblicuos como los de un alfil, miden anticipadamente la trenza de jugadas infinitas. El cabello alborotado en rizos -un poco más corto que hace un par de años-, sus dedos largos de titiritero inquieto, el cuello de ganso escapándose de la camisa abierta, su presencia toda lo hacen parecer, hoy como antes, un duende hechizo actuando en un cuadro de Remedios Varo."
Ese y otros textos fueron publicados en 2007 por la editorial Debate bajo el título de "Periodismo de emergencia", libro en el que se aglutinan textos en los que Leñero narra encuentros con María Félix, el subcomandante Marcos, Raphael; pero también recorridos por Cuba, por la Zona Rosa del Distrito Federal, etcétera. Muchos ejemplares fueron "hechos tiritas". Estorbaban en las bodegas de la editorial Random House Mondadori.
Sin embargo, la colección Periodismo Cultural de la Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), retomó los textos que Leñero escribió desde los años sesenta y hasta principios del Siglo XXI. Luego de recorrer el vestíbulo del Hotel Hilton y haber conseguido un poco de silencio al interior de una de las salas del piso 3, Vicente Leñero, quien llegó a la Feria Internacional del Libro ( FIL) para presentar los libros "Periodismo de emergencia", "Gente así" y "Más gente así", recuerda que Juan José Arreola fue su maestro cuando comenzó a escribir.
En 1956, Leñero, entonces estudiante de ingeniería, participó en un concurso de cuento. El jurado estaba integrado por Juan José Arreola, Juan Rulfo, Enrique González Casanova y Guadalupe Dueñas. Se llevó los dos primeros lugares. Estaba muy contento, pues había entrado al mundo de las letras, que le era ajeno. Le dijo a Rulfo que le quería mostrar sus cuentos. Rulfo le dijo que él no estuvo de acuerdo con su premiación, ya que no le gustaron los relatos.
Leñero fue a la casa de Arreola, que estaba ubicada cerca de la Colonia Juárez, cargando un bonche de cuentos. La casa de Arreola estaba llena de mesas de ajedrez y lo invitaron a jugar. Leñero jugó varias partidas con Orso Arreola, hijo del escritor. Vio llegar a Eduardo Lizalde, a Homero Aridjis. Los jueves, los escritores se reunían a jugar ajedrez.
"Yo era malón. Bueno, soy malón, regularzón".
Arreola no le dijo nada sobre los cuentos, pero lo invitó al taller de literatura que en ese tiempo coordinaba.
"Empecé a ir a su taller. No daba una clase de literatura. Alguien leía un cuento y los demás opinábamos. Era el sistema que seguían en el Centro Mexicano de Escritores. Ahí lo conocí. Para mí fue un maestro fundamental y luego amigo. Me sirvió de mucho".
Leñero hace una pausa y recuerda que cuando hizo la entrevista a Arreola, el periodismo que él hacía se concentraba en cultivar el género de la crónica, la entrevista y el reportaje.
"Yo tenía la preocupación de que esos géneros: reportaje, entrevista y crónica, que eran los que yo cultivé durante algún tiempo, tenían que tener el tiempo, el tono, la manera de ser escritos como cuentos, como relatos. Por eso aquí hay un poco de ficción en la estructura de esta entrevista con Arreola. Enriquecerlos con los elementos de la ficción. Hay que escribir los reportajes como si fueran cuentos y las entrevistas como si fueran cuentos. Me preocupaba mucho por la forma".
Resalta que cuando la editorial decidió destruir el libro en el que reunía buena parte de su trabajo periodístico, se sintió frustrado. Se llenó de cólera cuando le dijeron que si quería salvar algunos libros se los vendían con 40 por ciento de descuento. "Uno sufre como escritor porque no exhiben mi libro, no lo promueven como yo quisiera".
En el libro "Más gente así", Leñero cuenta en el texto "Las uvas estaban verdes" cuando Carmen Balcells llegó a México en 1965 para conocer a escritores mexicanos. La entonces representante de Vargas Llosa y Cabrera Infante quería representarlo a él; pero no se pudo.
-¿Usted considera que si Carmen Balcells hubiera promovido su obra de una manera distinta, ésta hubiera tenido una mayor fuerza? -le pregunto.
-Yo pensaba en eso. Los escritores de entonces pensábamos que la traducción, el que se vendiera en otros países, el que lo tradujeran a uno al francés, al inglés, al alemán, al rumano, era la forma de volverse internacional. Peleábamos mucho eso. Ahora me doy cuenta de que realmente que cada vez uno escribe lo más cercano a uno, no para internacionalizarse, sino para expresarse frente a la comunidad de habla española o a los mexicanos. Ahora mis cuentos se vuelven más localistas, porque hablo de cosas muy cercanas que no le interesarían a ningún otro lector de otro país, de otra lengua.
Sin embargo, se siente conforme, tranquilo, presentando lo que pueden ser los últimos cuentos de su vida.
"Regresé al cuento después de haber transitado por la novela, el teatro y el cine. Regresé al cuento, que es un género maravilloso. Con él me inicié. Es mucho más fácil que dedicarle dos años a escribir una novela. Asesinatos y Los periodistas son trabajos muy largos que ya no me daría el aire suficiente para poder escribir".
Con respecto al periodismo, Leñero observa un fenómeno interesante, contrario a lo que pensaban los periodistas de su generación.
"Nosotros distinguíamos mucho entre la información; considerábamos, y yo sigo considerando eso, que el verdadero periodista es el reportero. El que hace periodismo es el reportero. El que busca con objetividad, certeza, el que con dinamismo investiga para publicar géneros objetivamente. La opinión le quedaba nada más a los líderes de opinión, a los editorialistas. Estaba muy claramente dividido. Ahora llaman también periodista a los líderes de opinión, a los que escriben los editoriales. Yo creo que ellos son líderes de opinión o analistas o como se les quiera llamar, pero no son estrictamente reporteros".
EL INFORMADOR / GONZALO JÁUREGUI
GUADALAJARA, JALISCO (04/DIC/2013).- Cuando
Leñero (Guadalajara, 1933) miró a Arreola con esos ojos pequeñitos y esa mirada perspicaz que todavía conserva. Le preguntó qué significaba el ajedrez y se llevó una sorpresa. La entrevista, cuyo título es "Arreola: lección de ajedrez", se publicó en Revista de Revistas, en septiembre de 1972.
En ella, Leñero describe así a Arreola:
"En el comedor de la casa, frente al tablero convertido en centro de mesa, los ojillos siempre vivos de Arreola, oblicuos como los de un alfil, miden anticipadamente la trenza de jugadas infinitas. El cabello alborotado en rizos -un poco más corto que hace un par de años-, sus dedos largos de titiritero inquieto, el cuello de ganso escapándose de la camisa abierta, su presencia toda lo hacen parecer, hoy como antes, un duende hechizo actuando en un cuadro de Remedios Varo."
Ese y otros textos fueron publicados en 2007 por la editorial Debate bajo el título de "Periodismo de emergencia", libro en el que se aglutinan textos en los que Leñero narra encuentros con María Félix, el subcomandante Marcos, Raphael; pero también recorridos por Cuba, por la Zona Rosa del Distrito Federal, etcétera. Muchos ejemplares fueron "hechos tiritas". Estorbaban en las bodegas de la editorial Random House Mondadori.
Sin embargo, la colección Periodismo Cultural de la Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), retomó los textos que Leñero escribió desde los años sesenta y hasta principios del Siglo XXI. Luego de recorrer el vestíbulo del Hotel Hilton y haber conseguido un poco de silencio al interior de una de las salas del piso 3, Vicente Leñero, quien llegó a la Feria Internacional del Libro ( FIL) para presentar los libros "Periodismo de emergencia", "Gente así" y "Más gente así", recuerda que Juan José Arreola fue su maestro cuando comenzó a escribir.
En 1956, Leñero, entonces estudiante de ingeniería, participó en un concurso de cuento. El jurado estaba integrado por Juan José Arreola, Juan Rulfo, Enrique González Casanova y Guadalupe Dueñas. Se llevó los dos primeros lugares. Estaba muy contento, pues había entrado al mundo de las letras, que le era ajeno. Le dijo a Rulfo que le quería mostrar sus cuentos. Rulfo le dijo que él no estuvo de acuerdo con su premiación, ya que no le gustaron los relatos.
Leñero fue a la casa de Arreola, que estaba ubicada cerca de la Colonia Juárez, cargando un bonche de cuentos. La casa de Arreola estaba llena de mesas de ajedrez y lo invitaron a jugar. Leñero jugó varias partidas con Orso Arreola, hijo del escritor. Vio llegar a Eduardo Lizalde, a Homero Aridjis. Los jueves, los escritores se reunían a jugar ajedrez.
"Yo era malón. Bueno, soy malón, regularzón".
Arreola no le dijo nada sobre los cuentos, pero lo invitó al taller de literatura que en ese tiempo coordinaba.
"Empecé a ir a su taller. No daba una clase de literatura. Alguien leía un cuento y los demás opinábamos. Era el sistema que seguían en el Centro Mexicano de Escritores. Ahí lo conocí. Para mí fue un maestro fundamental y luego amigo. Me sirvió de mucho".
Leñero hace una pausa y recuerda que cuando hizo la entrevista a Arreola, el periodismo que él hacía se concentraba en cultivar el género de la crónica, la entrevista y el reportaje.
"Yo tenía la preocupación de que esos géneros: reportaje, entrevista y crónica, que eran los que yo cultivé durante algún tiempo, tenían que tener el tiempo, el tono, la manera de ser escritos como cuentos, como relatos. Por eso aquí hay un poco de ficción en la estructura de esta entrevista con Arreola. Enriquecerlos con los elementos de la ficción. Hay que escribir los reportajes como si fueran cuentos y las entrevistas como si fueran cuentos. Me preocupaba mucho por la forma".
Resalta que cuando la editorial decidió destruir el libro en el que reunía buena parte de su trabajo periodístico, se sintió frustrado. Se llenó de cólera cuando le dijeron que si quería salvar algunos libros se los vendían con 40 por ciento de descuento. "Uno sufre como escritor porque no exhiben mi libro, no lo promueven como yo quisiera".
En el libro "Más gente así", Leñero cuenta en el texto "Las uvas estaban verdes" cuando Carmen Balcells llegó a México en 1965 para conocer a escritores mexicanos. La entonces representante de Vargas Llosa y Cabrera Infante quería representarlo a él; pero no se pudo.
-¿Usted considera que si Carmen Balcells hubiera promovido su obra de una manera distinta, ésta hubiera tenido una mayor fuerza? -le pregunto.
-Yo pensaba en eso. Los escritores de entonces pensábamos que la traducción, el que se vendiera en otros países, el que lo tradujeran a uno al francés, al inglés, al alemán, al rumano, era la forma de volverse internacional. Peleábamos mucho eso. Ahora me doy cuenta de que realmente que cada vez uno escribe lo más cercano a uno, no para internacionalizarse, sino para expresarse frente a la comunidad de habla española o a los mexicanos. Ahora mis cuentos se vuelven más localistas, porque hablo de cosas muy cercanas que no le interesarían a ningún otro lector de otro país, de otra lengua.
Sin embargo, se siente conforme, tranquilo, presentando lo que pueden ser los últimos cuentos de su vida.
"Regresé al cuento después de haber transitado por la novela, el teatro y el cine. Regresé al cuento, que es un género maravilloso. Con él me inicié. Es mucho más fácil que dedicarle dos años a escribir una novela. Asesinatos y Los periodistas son trabajos muy largos que ya no me daría el aire suficiente para poder escribir".
Con respecto al periodismo, Leñero observa un fenómeno interesante, contrario a lo que pensaban los periodistas de su generación.
"Nosotros distinguíamos mucho entre la información; considerábamos, y yo sigo considerando eso, que el verdadero periodista es el reportero. El que hace periodismo es el reportero. El que busca con objetividad, certeza, el que con dinamismo investiga para publicar géneros objetivamente. La opinión le quedaba nada más a los líderes de opinión, a los editorialistas. Estaba muy claramente dividido. Ahora llaman también periodista a los líderes de opinión, a los que escriben los editoriales. Yo creo que ellos son líderes de opinión o analistas o como se les quiera llamar, pero no son estrictamente reporteros".
EL INFORMADOR / GONZALO JÁUREGUI
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