Cultura

Apreciación del arte

Asignatura pendiente

Es común que cuando de educación se trata, lo primero en que pensamos es en la escuela. Esto, a pesar de que la más importante, y de principio a fin, es la de casa. Cuando se trata de números y letras, dejamos que los niños y niñas aprendan todo en un plantel donde, no necesariamente, los profesores cuentan con el hábito de la lectura ni con un dominio pleno de las matemáticas. Pero, cuando no conocemos de educación visual, ¿a quién le dejamos la responsabilidad si no existe esta asignatura?

En los libros

La educación visual, la que nos permite entender mejor lo que vemos, aquella que nos da oportunidad de ser más observadores y de aprender, no es considerada de importancia en nuestro país si hablamos de la educación oficial. Sin embargo, en una línea transversal, una que apenas vemos sin querer, esta preocupación existió desde que aparecen los primeros libros de texto gratuitos, aquellos que mostraban una medusa en su portada con ilustraciones de Montenegro. De ahí en adelante, de la educación visual se encargan los libros solitos, sin la ayuda de un maestro que explique
quién es el que da color a los textos que leen los niños.

En las escuelas


He ido a viejas escuelas donde he encontrado planillas enormes en una carpeta, con pinturas de grandes maestros de la plástica en México. Tristemente, ese material jamás fue abierto 15 años después de haber llegado. Esto es un reflejo de lo que sucede con los maestros, quienes no están obligados a referirse a Diego Rivera, José Clemente Orozco ni a ningún otro artista que formó parte indispensable en la historia de México. Esa materia queda pendiente, salvo en honrosas excepciones donde los profesores, por propia iniciativa, hacen referencias a algunos artistas o fomentan el gusto por dar rienda suelta a los colores.

En los museos

En el medio museístico, también son pocos los espacios que dedican sus salas a la educación visual dirigiéndose a los menores. Sin embargo, llevar a los hijos a una galería o un museo ya es un avance y estas fechas se prestan para hacerlo. Además, sitios como el Trompo Mágico suelen tener exposiciones bien pensadas para ir de lo plástico a lo lúdico. Así, un juguete puede quedar enmarcado en el arte popular y si se trata de objetos de otra cultura como la japonesa, vale más la pena la vuelta hasta para los adultos.
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