Cultura
Anuncian última exhibición de 'Piedras del cielo. Civilizaciones del jade'
Será clausurada el 24 de junio la exposición que muestra las funciones que cumplían piedras como el jade en antiguas civilizaciones, en sus ritos religiosos
Después de permanecer en el Muso Nacional de Antropología, la muestra se trasladará al Museo del Palacio de Pekín, China, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La exhibición muestra en su última sección, denominada "Caminando hacia la otra vida", como la piedra preciosa fue acompañante de grandes personajes, e incluso de señores considerados la encarnación de dioses, en su tránsito a la otra vida.
El jade, caracterizado por su dureza, traslucidez y lustre, representaba lo más valioso y lo imperecedero, por lo que estuvo presente entre los objetos significativos de los funerales y entierros de altos personajes en la tierra oriental, de igual forma que en Mesoamérica.
El curador de la exposición, Miguel Báez, explicó que el uso de la piedra preciosa realzaba la posición del difunto, además de que lo ayudaba en su tránsito hacia la otra vida.
Los entierros de la cultura Liangzhu, 3200 a 2200 a.C., contenían cientos de piezas de jade, como por ejemplo en el sitio de Sidun, China, a inicios de la década de los 80, se localizó el entierro de un adulto joven, posiblemente un chamán, en que fueron dispuestos diversas piezas elaboradas de jade.
Entre ellas, 49 adornos, 24 discos, 33 objetos cilíndricos incisos, tres hachas sin huellas de uso y una especie de punzón usado al parecer con fines ornamentales.
En el último apartado de la muestra, se pueden apreciar los llamados discos "bi", círculos concéntricos, que eran una forma de representar al cielo en el Neolítico, hacia el año 4000 a. C., con el paso de los siglos, se sumaron otros significados, como el de acompañante en la muerte de personas de élite.
Otros objetos destacados son tapones que cubrían los ojos, nariz, boca y oídos del fallecido, con la finalidad de mantener su esencia vital y protegerlo contra los malos espíritus, pero también para evitar que el cuerpo expeliera olores muy penetrantes pasados los días, la práctica era común particularmente para la nobleza imperial.
El arqueólogo y museográfico, Miguel Báez, mencionó que desde la dinastía Zhou hasta la de Qin y Han, 1050 a.C. a 220 d.C., se confeccionaron velos con placas de jade cosidas sobre tela, después se diseñaron mortajas de jade que envolvían el cuerpo por completo, como sucedió con el emperador Liu Sheng, quien murió en 113 a.C.
Por otro lado, en varias regiones de Mesoamérica, muchos difuntos de niveles elevados eran enterrados con ajuares de jade y bellas máscaras funerarias, muchas veces acompañados de una cuenta redonda de la piedra preciosa, dentro de la boca.
Estas prácticas son similares a la tradición funeraria china, de depositar una pieza de jade dentro de la boca del muerto entre la Era de Los Reinos Combatientes y la dinastía Han (475 a.C. a 220 d.C.), lo cual resulta una gran coincidencia.
En Mesoamérica, la colocación de una cuenta de jade en la boca de una persona muerta se extendió durante mileno y medio, desde inicio del periodo Clásico, hacia 250 d.C., hasta el contacto con los españoles entre 1519 y 1520 d.C., de manera que se puede deducir que la pieza simbolizó la metamorfosis entre la vida y la muerte.
Aunque no fueron envueltos en trajes completos de jade, los dignatarios mesoamericanos, específicamente algunos del área maya, eran ataviados en su muerte con pulseras, collares, orejeras y máscaras, una principal que cubría su rostro y otra más pequeña que formaba parte del cinturón.
Los señores K´inich Janaab´ Pakal, de Palenque, Chiapas, y Garra de Jaguar, de Calakmul, Campeche, fueron amortajados de esta manera, la exposición concluye justamente con la máscara principal de Garra de Jaguar, quien gobernó en el siglo VII d.C.
En la última sección de la muestra, también destacan los objetos mesoamericanos, como los penates, pequeñas figuras que representan un rostro sin vida, muertos que acompañan a los muertos.
Báez describió que si bien los teotihuacanos, los mixtecos y los zapotecos, entre otras culturas mesoamericanas, adoraban el uso de piedras verdes, probablemente la mexica (1325 a 1521 d.C.), representó de manera más potente el valor de los jades.
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