Cultura
Antonio Ortuño presenta la segunda edición de ''El buscador de Cabezas''
Gilma Luque y Rogelio Guedea completaron la mesa dedicada a hablar sobre esta novela
Pero sin duda el que Ortuño haya presentado hoy la segunda edición de este título, es un hecho que habla por sí solo. Sus amigos y colegas Gilma Luque y Rogelio Guedea completaron la mesa dedicada a hablar sobre esta novela.
“Hay acciones que nos dibujan el destino. Y Aunque Alex Fáber haya abandonado a los republicanos para entrar a la Universidad y estudiar periodismo, y haya encontrado un trabajo en un diario, no puede borrar lo que alguna vez fue”, comenzó leyendo Gilma Luquen, quien describió al personaje de Ortuño como indiferente, traidor y asesino, con un profundo odio hacia el mundo.
“Ortuño ubica esta historia en un lugar sin nombre, los países son lo que son, no necesitamos uno, y menos un país de ciegos, un país que podría ser cualquier país y por esa razón se parece al nuestro (…) un país de ciegos con una historia de odios y ambiciones”, continuó.
En un tono más conversado, Guedea comenzó por alabar, en cualquier escritor, la congruencia de su ética con su estética, que en su opinión se da en Ortuño en todas sus novelas y que invoca también otros términos como credibilidad, solidaridad, verdad y sentido humano. “Incluso esto sucede a pesar del propio Ortuño quien se describe como un opositor de casi todas las causas. Hasta en eso es congruente este hombre, porque el personaje Alex Fáber también podría tener en la frente ese lema”.
En cuanto a la parte estética Guedea se refirió a una novela con una estructura perfectamente martillada, un manejo magistral de los diálogos, un gran sentido visual de las escenas y una acción que va siempre al grano y que no se pierde en subhistorias. Y en cuanto a la estética el escritor colimense consideró que, tal como Alex Fáber, Ortuño es un testigo de la realidad, y a pesar de los sentimientos de resentimiento y venganza presentes en el personaje, el escritor refleja en la novela su compromiso ético con ella.
Para finalizar el encuentro, Ortuño tomó posesión del micrófono, ya no para hablar sobre la temática del libro, sino para narrar, en su característico tono irónico, su tortuoso camino hacia la publicación de esta primera novela.
Después de las negociaciones con los editores y sus interminables dictámenes, a las que describió como “los círculos infernales de Dante Aligiheri”, finalmente el manuscrito cayó en manos de un editor que “cometió la excentricidad de publicar el libro. Salió un poco a la calle, lo leyeron algunas personas y hubo más reseñas que volúmenes en las librerías. De repente recibía correos misteriosos diciéndome que habían visto mi libro en un Wal-Mart en las afueras de León. No sabía si era lo máximo o si debía suicidarme.
Cuando leo el libro me pregunto qué demonios estaba pensando al escribirlo. Ahora escribo mejor pero recuerdo estos impulsos de cólera interminable cuando lo escribía y creo que es algo que se nota en la prosa del libro, y aunque he ido refinando mis métodos, ciertas personas sentirán lo mismo que esa editora que me mandó al psiquiatra: que le están pegando con unas botas en los dientes, que es exactamente lo que yo quise transmitir con la escritura del libro”.
EL INFORMADOR / EUGENIA COPPEL
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