Cultura
Antoine de Saint-Exupéry, el escritor que se perdió en el mar
El escritor francés murió un año después de publicar su obra maestra, 'El Principito', sin que sus restos hayan sido encontrados
El Principito", porque un pescador encontró entre sus redes una pulsera que le perteneció al escritor.
Poco antes de que su avión cayera al mar, Antoine de Saint-Exupéry vivía en Nueva York. Se había mudado de su natal Francia en 1941 junto con su esposa, la salvadoreña Consuelo Suncín. Ya había publicado varias novelas, entre ellas "Vuelo nocturno" y "Correo del Sur", y se exilió de su país pensando convencer a Estados Unidos de aliarse contra la Alemania Nazi, pues era un escritor francés muy conocido en todo el mundo.
Los restos de la aeronave llegaron a las costas de Marsella en el 2006. No se sabe si algo quede del cadáver del escritor que le dio al mundo el relato infantil que los adultos aman. Lo que sí se sabe es que su libro es el segundo más vendido en toda la historia, después de la Biblia.
Antoine de Saint-Exupéry fue piloto antes que escritor. Su padre, un adinerado aristócrata, falleció cuando él tenía cuatro años, pero eso no impidió que siguiera viviendo una privilegiada infancia. Las biografías que circulan en internet sobre él aseguran que no era muy buen estudiante. También afirman que fracasó en la Escuela Naval.
Se hizo aviador cuando terminó el servicio militar en 1921. Cinco años después consiguió trabajo en una empresa que transporta el correo de Toulouse a Senegal, antes de partir hacia Argentina en 1929, donde fue nombrado director de la filial de la compañía francesa, con la intención de organizar toda la red de operaciones en América Latina.
"El aviador", una historia basada precisamente en sus impresiones del gran avance de la aeronáutica en ese periodo, fue su primer relato en ver la luz en 1926.
En Argentina conoció a su esposa, una artista y escritora viuda. A pesar de que la quería, su relación se volvió tormentosa por los múltiples viajes del escritor, además de sus infidelidades.
En 1931, la empresa en la que laboraba quebró. Entonces, Saint-Exupéry se consagró a la literatura, a la aviación, e incluso al periodismo. Uno de los momentos más reveladores de su vida fue cuando tuvo un accidente aéreo en el desierto del Sahara junto con el técnico André Prévot. Volaban para romper un récord de velocidad viajando de París a Saigón (Vietnam), y así obtener un premio monetario. Lo que sucedió es que su avión se estrelló.
Milagrosamente sobrevivieron al choque, aunque se encontraron en medio de la nada con comida y agua suficientes sólo para un día. Cuando se agotaron las provisiones, comenzaron a tener alucinaciones y duraron así tres largas jornadas hasta que un hombre árabe en un camello los encontró y los salvó. Esta historia se convertiría en su relato "Tierra de hombres", que ganó premios en Francia y Estados Unidos. También es una anécdota en la que se basa el hilo conductor de "El Principito".
Cuando Antoine y su esposa se mudaron a Nueva York, él pensaba dejar de escribir. Estaba atravesando por un momento oscuro en su vida, con problemas en su matrimonio y se encontraba meditativo por el albor de la Segunda Guerra Mundial.
Su editor en Estados Unidos lo convenció de que escribiera un cuento infantil, navideño. Antoine de Saint-Exupéry aceptó y se puso a la tarea de crear "El Principito". Sus biógrafos cuentan que comenzaba a escribir a las once de la noche junto a una taza de café negro, y despertaba a la luz del día acostado sobre su máquina. Él mismo ilustró su libro con acuarelas. Fue publicado en 1943.
Un año más tarde, el piloto pidió incorporarse a las fuerzas francesas en África del Norte y retomó las misiones desde Cerdeña y Córcega. El 31 de julio de 1944 despegó en una misión de reconocimiento en el Mediterráneo y ya nunca más se le volvió a ver. Aunque su cuerpo no ha sido encontrado, se le rinde el más grande honor a su memoria: que su obra se lea en centenares de idiomas. "El Principito" puede ser visto como cuento de fantasía o como una metáfora filosófica.
"Fue después cuando supe que era Saint-Exupéry. Yo esperaba que no fuera él, porque en nuestra juventud todos habíamos leído sus libros y los adorábamos", dijo el hombre que le disparó al avión en el que volaba.
EL INFORMADOR / BRENDA RAMOS
GUADALAJARA, JALISCO (28/JUL/2014).- "Pueden dejar de buscar. Fui yo quien abatió a Saint-Exupéry", confesó hace seis años un hombre alemán llamado Horst Rippert. Sus declaraciones fueron recogidas en la prensa internacional cuando dos investigadores franceses dieron con él, tras reabrir en 1998 el caso de la muerte del autor de "
Poco antes de que su avión cayera al mar, Antoine de Saint-Exupéry vivía en Nueva York. Se había mudado de su natal Francia en 1941 junto con su esposa, la salvadoreña Consuelo Suncín. Ya había publicado varias novelas, entre ellas "Vuelo nocturno" y "Correo del Sur", y se exilió de su país pensando convencer a Estados Unidos de aliarse contra la Alemania Nazi, pues era un escritor francés muy conocido en todo el mundo.
Los restos de la aeronave llegaron a las costas de Marsella en el 2006. No se sabe si algo quede del cadáver del escritor que le dio al mundo el relato infantil que los adultos aman. Lo que sí se sabe es que su libro es el segundo más vendido en toda la historia, después de la Biblia.
Antoine de Saint-Exupéry fue piloto antes que escritor. Su padre, un adinerado aristócrata, falleció cuando él tenía cuatro años, pero eso no impidió que siguiera viviendo una privilegiada infancia. Las biografías que circulan en internet sobre él aseguran que no era muy buen estudiante. También afirman que fracasó en la Escuela Naval.
Se hizo aviador cuando terminó el servicio militar en 1921. Cinco años después consiguió trabajo en una empresa que transporta el correo de Toulouse a Senegal, antes de partir hacia Argentina en 1929, donde fue nombrado director de la filial de la compañía francesa, con la intención de organizar toda la red de operaciones en América Latina.
"El aviador", una historia basada precisamente en sus impresiones del gran avance de la aeronáutica en ese periodo, fue su primer relato en ver la luz en 1926.
En Argentina conoció a su esposa, una artista y escritora viuda. A pesar de que la quería, su relación se volvió tormentosa por los múltiples viajes del escritor, además de sus infidelidades.
En 1931, la empresa en la que laboraba quebró. Entonces, Saint-Exupéry se consagró a la literatura, a la aviación, e incluso al periodismo. Uno de los momentos más reveladores de su vida fue cuando tuvo un accidente aéreo en el desierto del Sahara junto con el técnico André Prévot. Volaban para romper un récord de velocidad viajando de París a Saigón (Vietnam), y así obtener un premio monetario. Lo que sucedió es que su avión se estrelló.
Milagrosamente sobrevivieron al choque, aunque se encontraron en medio de la nada con comida y agua suficientes sólo para un día. Cuando se agotaron las provisiones, comenzaron a tener alucinaciones y duraron así tres largas jornadas hasta que un hombre árabe en un camello los encontró y los salvó. Esta historia se convertiría en su relato "Tierra de hombres", que ganó premios en Francia y Estados Unidos. También es una anécdota en la que se basa el hilo conductor de "El Principito".
Cuando Antoine y su esposa se mudaron a Nueva York, él pensaba dejar de escribir. Estaba atravesando por un momento oscuro en su vida, con problemas en su matrimonio y se encontraba meditativo por el albor de la Segunda Guerra Mundial.
Su editor en Estados Unidos lo convenció de que escribiera un cuento infantil, navideño. Antoine de Saint-Exupéry aceptó y se puso a la tarea de crear "El Principito". Sus biógrafos cuentan que comenzaba a escribir a las once de la noche junto a una taza de café negro, y despertaba a la luz del día acostado sobre su máquina. Él mismo ilustró su libro con acuarelas. Fue publicado en 1943.
Un año más tarde, el piloto pidió incorporarse a las fuerzas francesas en África del Norte y retomó las misiones desde Cerdeña y Córcega. El 31 de julio de 1944 despegó en una misión de reconocimiento en el Mediterráneo y ya nunca más se le volvió a ver. Aunque su cuerpo no ha sido encontrado, se le rinde el más grande honor a su memoria: que su obra se lea en centenares de idiomas. "El Principito" puede ser visto como cuento de fantasía o como una metáfora filosófica.
"Fue después cuando supe que era Saint-Exupéry. Yo esperaba que no fuera él, porque en nuestra juventud todos habíamos leído sus libros y los adorábamos", dijo el hombre que le disparó al avión en el que volaba.
EL INFORMADOR / BRENDA RAMOS
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