Cultura

Andrés Neuman minimiza cambios ortográficos

El escritor argentino subraya que las reglas: “No son fijas ni inamovibles, sino que han evolucionado a lo largo de la historia''

GUADALAJARA, JALISCO (15/NOV/2010).-  El escritor argentino Andrés Neuman no entiende por qué “las tímidas reformas ortográficas” propuestas por las Academias de la Lengua Española han suscitado polémica. Las normas, subraya: “No son fijas ni inamovibles, sino que han evolucionado a lo largo de la historia”.

“La lengua es algo dinámico. Nuestras abuelas escribían ‘fue’ y ‘fe’ con tilde, y creo que no se acabó el mundo por quitársela”, señala el autor al comentar algunas de las novedades que contendrá la nueva edición de la Ortografía de la lengua española, cuya versión definitiva se aprobará el 28 de noviembre durante la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Entre las novedades, algunas que han despertado inconformidad sobre todo entre los internautas como llamarle “ye” a la “i griega”, unificar las diferentes denominaciones de “be” y “uve”, suprimir la tilde del adverbio “solo” y de los pronombres demostrativos, y eliminarla también de monosílabos con diptongo ortográfico como “guión” y “truhán”.

Andrés Neuman es el claro ejemplo de escritor, que por “haber emigrado” se da cuenta de que “las normas y las palabras a las que uno se aferra como si fuesen una identidad, te vas a otro país y ya no lo son”, explica el autor de 33 años y residente en España desde hace varios años.

“Be corta” por “uve”

Neuman, Premio Alfaguara y Premio de la Crítica por su novela El viajero del siglo, aprendió de niño a decir “be corta” y “be larga”, pero cuando llegó a España tuvo que cambiarlo por “be” y “uve”, lo que le resultaba “tan arbitrario o tan normal” como lo de antes. Con la “y” no tuvo problemas porque en Argentina recibe la doble denominación de “i griega” y “ye”.

“ Creo que somos un poco injustos con el dinamismo de la lengua, en la medida en que utilizamos programas informáticos que se actualizan todos los días y nos parece normal, y, sin embargo, nos extraña que haya que actualizar ese enorme y valiosísimo software que es la lengua”, opina Neuman.

Sin embargo, reconoce que algunas de las novedosas propuestas le “incomodan”, como escribir “guion” sin tilde o suprimirla del adverbio “solo”, pero asegura que “no se puede montar un escándalo por algo tan normal como son pequeños ajustes” de la ortografía. Sobre todo cuando “son fruto de la reflexión y del debate entre las Academias de distintos países. Cualquiera que haya leído la literatura clásica ha vista la transformación de la ortografía, sin embargo, seguimos entendiendo esos libros. Los cambios propuestos son tan menores que dentro de 10 años ni nos vamos a acordar”, concluye el autor de Bariloche.
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