Cultura

Alfaro Siqueiros el muralista más destacado de México

En 1921 abogó por renovar la pintura mural para que fuera considerada arte monumental

CIUDAD DE MÉXICO (28/DIC/2010).- Considerado uno de los más destacados muralistas del país, quien también figuró como incansable luchador social y activista comprometido con sus ideales políticos, los cuales plasmó en obras como "El llamado de la libertad" y "La marcha de la humanidad", David Alfaro Siqueiros nació el 29 de diciembre de 1896.


El artista plástico, quien en su célebre "Manifiesto" (1921) abogó por una renovación de la pintura mural, para que ésta fuera considerada un arte monumental, vivo y humano, nació en el poblado de Santa Rosalía, hoy ciudad Camargo, Chihuahua.

Conocido como "El Coronelazo", Siqueiros inició su actividad política en 1911, cuando participó en la huelga de estudiantes de la Academia de San Carlos, ahora Escuela Nacional de Artes Plásticas, porque las autoridades pretendían cambiar los antiguos métodos de enseñanza.

Sus ideales lo llevaron a interrumpir su preparación profesional para participar de manera efímera en la Revolución Mexicana, de tal forma que en 1913 obtuvo el grado de Capitán Segundo en el Estado Mayor.

En 1918 organizó el Congreso de Artistas Soldados, en Guadalajara, Jalisco, y tres años después viajó a España, donde publicó la revista "Vida Americana", en la que incluyó el texto "Tres llamamientos de orientación a los pintores y escultores de la nueva generación".

Su ideales políticos guiaron su producción artística y en 1922, a su regreso de España, pintó sus primeros murales "Los elementos" y "Los mitos", en el patio menor de la escuela Nacional Preparatoria, obras consideradas por sus críticos como parte del renacimiento de la pintura al fresco.

Posteriormente concluyó dos obras en el vetusto edificio construido en el siglo XVIII (1712-1718), integrando al conjunto del Real Colegio de San Ildefonso, bajo el nombre de "El entierro del obrero sacrificado" (1923-24) y "El llamado de la libertad" (1924).

Para entonces Siqueiros alternaba su carrera artística con la política. En 1924 se trasladó a Guadalajara donde realizó varios murales y diseñó los labrados de las puertas del Templo de Santo Tomás.

También colaboró en la creación de organizaciones obreras, encabezó las federaciones Minera y Obrera de Jalisco y participó en la directiva de la Confederación Sindical Universitaria de México.

Sus ideas políticas llevaron a David a la cárcel en 1931 y al año siguiente fue expulsado del país, por lo que radicó en Los Angeles, California, en Estados Unidos.

En aquel país realizó los murales "Mitin Obrero", en la Chouinard School of Art: "América tropical", en la plaza Art Center, y "Retrato actual de México", en una casa particular.

La suerte no lo favoreció, ya que fue expulsado de la Unión Americana, por lo que se vio obligado a viajar a Argentina donde decoró un bar, echando mano, por vez primera, de material sintético.

De regreso a México, en 1934, Siqueiros encabezó la Liga Nacional contra el Fascismo y la Guerra. Dos años después participó en la Guerra Civil Española (1936-1939), donde obtuvo el cargo de teniente coronel.

En México, Siqueiros pintó el mural "Retrato de la burguesía", en el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), y participó en el primer atentado contra León Trotsky, lo que ocasionó su exilio por segunda ocasión.

Entre sus obras de mayor dimensión destacan la "Marcha de la Humanidad", instalada en lo hoy se conoce como el Polyforum Cultural Siqueiros, en una superficie de cuatro mil 600 metros cuadrados, con paneles articulados, así como "Del Porfirismo a la Revolución", que ocupa cuatro mil 500 metros cuadrados en el Museo de Historia Nacional de la Ciudad de México.

Según los especialistas, las pinturas de Siqueiros representan una síntesis muy particular de los estilos futuristas, expresionista y abstracto, esto enmarcado con colores fuertes e intensos.

En su producción artística también destacan "Accidente en la mina" (1931), "El coronelazo" (1945), "La nueva democracia" (1945), "El diablo en la Iglesia" (1947), "Monumento a Cuauhtémoc", "El tormento" (1951), "Retrato de Angélica" y "Autorretrato".

En el Palacio de Bellas Artes pintó tres grandes paneles: "Nueva democracia", "Victoria del fascismo" y "Víctimas de la guerra". En 1966 fue galardonado con el Premio Nacional de Artes de México y el Premio Lenin de la Paz.

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