Cultura
Aguilar Camín presenta al personaje inexistente
La obra del escritor mexicano, si bien no es atemporal, se centra en un tiempo post revolucionario
El personaje en cuestión es Santos Rodríguez, uno de los personajes centrales de su libro "La conspiración de la fortuna" (Cal y Arena), que viene a presentar en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara (FIL).
La historia se sitúa en el México después de la Revolución. Santos Rodríguez, un encantador joven que deslumbra a todo quien lo conoce, comienza una carrera en el servicio público, pensando en llevar al país a su esplendor industrial. Con el tiempo y con las amistades que va ganando, llega hasta el punto de ser cercano al nuevo Presidente de la República, quien lo convierte en su secretario de Hacienda.
Sin embargo, su carisma le genera enemistades en su círculo cercano, quienes llevarán al personaje a un camino muy distinto del que tenía en mente.
Aunque, como ya se dijo, la historia camina en un tiempo que ya parece lejano, no dista lo suficiente de la época actual: "Ningún libro es atemporal, pero sí pretende ser un libro que no dependa de la coyuntura política. Es un libro sobre la ambición política y su signo trágico. Este personaje no quiere sino triunfar, pero algo oscuro en él conspira".
Vuelve a insistir: ese personaje no ha existido nunca en la política mexicana. Pero aunque Santos Rodríguez es un hombre extraordinariamente dotado para la vida pública, con una visión correcta de las situaciones a futuro y con una carrera prometedora, también es un humano que se entrega a todas las pasiones, sean altas o bajas; ésta es la parte de su personalidad que lo caracterizará en parte como desordenado y que influirá en sus caídas.
"Es un personaje trágico porque no encuentra la manera de alinear sus pasiones en una forma de vida que le permita conseguir lo que quiere. La novela trae implícita una ironía, que es una vuelta de tuerca a la tragedia, porque no sólo su conducta le impide tener lo que quiere, sino también a su hijo. Tiene un efecto contaminante alto".
Con ese ingrediente, el libro también toca un tema que va más por el lado filosófico: qué tan libre es el destino y cuánto pesa la fatalidad.
De la realidad sólo hay rasgos
Cuando Aguilar Camín describe a un presidente que está harto de la violencia que ejerce su hermano, uno podría imaginarse a un Manuel Ávila Camacho cansando de su hermano Maximino; cuando menciona a un secretario de Gobernación gris que será el próximo presidente, probablemente la referencia inmediata sea Gustavo Díaz Ordaz.
¿Son o no son? El escritor, periodista e historiador no lo aclara, pero confirma que para contar esa historia tomó rasgos de la realidad para que el lector tenga referentes que le hagan sentir que no está frente a una historia totalmente de ficción.
"No hace falta saber nada de Díaz Ordaz para entender el tipo humano que está descrito en ese secretario de Gobernación, que es un mediocre, un burócrata; pero que tiene una virtud única, extraordinaria: es metódico, rencoroso, no olvida, apunta todo y cobra todo. Tiene esa cosa tan frecuente en la vida de cómo un talento mediocre pero sistemático puede ganar sobre un personaje talentoso pero desordenado y sin disciplina, como un equipo de futbol que no tiene ninguna estrella pero que no se cansa de correr".
Otra vez la insistencia: ¿en verdad Santos Rodríguez nunca ha existido? Aguilar Camín busca algún símil y dice: "Uno puede pensar que en su sonrisa está la de Miguel Alemán, que tenía la sonrisa del millón de pesos. En el proyecto de Santos Rodríguez está de alguna manera el de Miguel Alemán, pasar del México agrario al México industrial. Pero no es Miguel Alemán, claramente no es...".
EL INFORMADOR/ ROBERTO MEDINA
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