Cultura

Adiós a un sabio: Umberto Eco

El pensador e intelectual italiano, autor de 'El nombre de la rosa' y 'El péndulo de Foucalt', falleció ayer a la edad de 84 años

Adiós a un sabio: Umberto Eco
GUADALAJARA, JALISCO (20/FEB/2016).- Apenas el 5 de enero pasado, Umberto Eco cumplió 84 años. Se mantenía activo, aún escribía —en 2015 presentó “Número cero”, la que fue su última obra—, e incluso se daba tiempo de dar consejos sobre cómo se debía llevar la vida a cierta edad para dejar de lado las pérdidas: la memoria, principalmente... Pero para ésta —la pérdida que viven hoy miles de lectores alrededor del mundo—, parece que no había una receta.

Umberto Eco, semiólogo, filósofo y escritor, murió ayer a las 22:30 horas en su domicilio en Milán —aparentemente por causas naturales, aunque el escritor llevaba tiempo aquejado de un cáncer— según publicaron medios locales (en Italia) tras la noticia confirmada de su familia. Y a cuentagotas los detalles comenzaron a espacirse, como si descifrar esos signos resultase sumamente difícil.

Es curioso que habiendo sido un opositor a las redes sociales, sea a través de éstas que ayer comenzó a darse a conocer la noticia de su muerte. Y es que para Eco —considerado uno de los principales intelectuales italianos de la segunda mitad del siglo XX—las redes sociales promovían la “invasión de necios”, porque ahí: “Legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar, ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel”.

Un poco lejos de dicho espacio de diálogo, pero sin dejar de lado el ciberespacio, los sitios web de diarios italianos difundieron la noticia, destacando la importancia del intelectual en la vida cultural de Italia, como La Repubblica que con un titular de profundo respeto reconoció el legado del filósofo y semiólogo: “Muere Umberto Eco, el hombre que sabía todo”, o Il Corriere della Sera que destacó del escritor su presencia constante e imprescindible en la vida cultural italiana del último medio siglo, sin dejar de mencionar el libro que hizo que se proyectara más allá de las fronteras: “El nombre de la Rosa”, un bestseller traducido en todo el mundo y del que se vendieron millones de copias.

Otras obras que destacan del autor, Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades del año 2000, son “El péndulo de Foucault”, “La isla del día antes”, “Baudolino”, “El cementerio de Praga” o “La misteriosa llama de la reina Loana”, así como “Año Cero” (2015), ambientada en la redacción de un periódico en 1992, el año en que fue destapado el escándalo de corrupción denominado Tangentopoli, al que hizo referencia, así como a otros eventos de la historia política reciente italiana.

Además de su trabajo en la casa editorial Bompiani y su prolífica carrera académica, a finales de 2015 y al lado de otros intelectuales y escritores, Umberto Eco anunció el nacimiento de la nueva editorial “La nave di Teseo” que ayer dio “el adiós a su capitán”, según un comunicado de prensa.

Una rosa, su huella en el cine

La obra de Umberto Eco logró dar con éxito uno de los saltos más complicados que existen en el mundo de las artes: Del papel a la pantalla.

Construida con un lenguaje exquisito y meticuloso, la novela “El nombre de la Rosa” fue aclamada como una de las mejores obras de 1980. Su impacto alcanzaría cuotas masivas cuando el libro fue llevado al cine en 1986, respetando en gran medida su polémico contenido y cuidadosa investigación histórica.

La obra fue llevada a la pantalla grande bajo la batuta del director francés Jean Jacques Annaud, en una coproducción realizada entre Francia, Italia y Alemania Occidental. Se cuidó al máximo el elenco: ‘Guillermo de Bakersville’ fue encarnado por el primer actor Sean Connery, en tanto que su pupilo ‘Adso’ estuvo interpretado por el entonces prometedor Cristian Slater (quien al momento del rodaje tenía 15 años).

La cinta fue aclamada por el público y no decepcionó a los fanáticos de la novela. Entre los premios que recogió destacan el César (equivalente al Oscar en Francia) a Mejor película extranjera. También, se llevó dos BAFTA: uno para Sean Connery como Mejor actor y Hasso von Hugo en la categoría de maquillaje.

Eco y el futbol

Más allá de la semiótica, Umberto Eco fue un gran crítico del futbol moderno; pero su atención no se fijó en las jugadas ni en las estrellas, sino en sus aficionados a quienes calificaba como maniáticos:  “Yo no odio el futbol, yo odio a los apasionados del futbol. No amo al hincha, porque tiene una extraña característica: no entiende por qué hay gente que no es fan e insiste en hablar como si todos fuéramos seguidores”, señaló en un artículo publicado en el diario L’Espresso previo al Mundial de Argentina en 1978.

Agregó que “el futbol no tiene nada qué ver con esa concepción del deporte. No en cuanto a los jugadores, que son profesionales sometidos a las mismas tensiones que un obrero en la cadena de montaje. Y tampoco en cuanto a los espectadores que se comportan exactamente como cuadrillas de maniáticos que fueran, no una vez en la vida, sino todos los domingos a Amsterdam para ver cómo una pareja hace o finge hacer el amor”.

Para él, el futbol fue una metáfora, un tema y un vehículo para interpretar los matices y excesos de la fascinación humana con ideales, a los que la cultura convierte en obsesiones por las celebridades del deporte.

TOMA NOTA
Algunas obras para leer y releer


• “Número cero”, “Historia de las tierras y los lugares legendarios”, “Entre mentira e ironía”, “Kant y el ornitorrinco”, “Construir al enemigo”, “El superhombre de masas”, “Las poéticas de Joyce”, “Confesiones de un joven novelista”, “A paso de cangrejo”, “La isla del día de antes”, “El péndulo de Foucault”, “El nombre de la rosa”, “Apocalípticos e integrados”.
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