Se descubre el secreto en el salto de las pulgas

CIUDAD DE MÉXICO (13/FEB/2011).- Las pulgas son capaces de saltar dos metros en un segundo a pesar de sólo medir un par de milímetros y pesar 0.7 miligramos.

Después de décadas de estudios para develar su secreto entomólogos de la Universidad de Cambridge descubrieron que una pequeña parte en su pata, denominada tarso, es la que logra proyectar la energía almacenada en su tórax.

El estudio publicado en la revista científica The Journal of Experimental Biology resolvió las dudas que había dejado el trabajo de Henry Bennet-Clark desde 1967 quién descubrió que las pulgas almacenan la energía necesaria para catapultarse en el aire en una zona de su tórax compuesta por resilina, la proteína que permite a los insectos ser flexibles.

Sin embargo, no estaba claro de qué manera lograban impulsarse.

En los años siguientes, tanto Bennet-Clark como Miriam Rothschild formularon varias hipótesis sobre cómo lo lograban pero no disponían de equipos de grabación de alta velocidad para comprobarlo, publicó el diario español El Mundo.

Los investigadores, liderados por los científicos de la Universidad de Cambridge Malcolm Burrows y Gregory Sutton, analizaron el comportamiento de diez ejemplares.

En total, consiguieron filmar 51 saltos en los que detectaron que el tarso era la parte de la pata que funcionaba como palanca para impulsar el salto.

"En la mayor parte de los saltos, el tarso y el trocánter estaban en contacto con el suelo durante el 'despegue".
Sólo en 10 por ciento de los saltos filmados el tarso era la única parte de la pata que tocaba el suelo.

Es decir, si en estas ocasiones no necesitaban usar el trocánter, probablemente esta parte de la pata no era imprescindible para saltar o bien, las pulgas tienen dos mecanismos para impulsarse", señaló el diario español en su página de Internet.

Los investigadores siguieron grabando a las pulgas y analizaron la anatomía de sus patas con lo que encontraron que tanto la tibia como el tarso estaban equipados con elementos de agarre mientras que el trocánter era liso, de modo que no podría conseguir un buen agarre para lograr impulso.

Después, desarrollaron dos modelos matemáticos que reproducían la trayectoria de la pulga basándose en las teorías de Rothschild (propulsión desde el trocánter) y Bennet-Clark (desde el tarso).

Al comparar los resultados con las grabaciones el segundo modelo fue el que coincidió a la perfección con la trayectoria del insecto y su aceleración, y pudo confirmar cómo las pulgas han conseguido ser grandes saltarinas.