Resident Evil y el extraño rumbo de sus secuelas

GUADALAJARA, JALISCO (27/SEP/2014).- Nunca fue un título con coherencia. Desde el primero de la saga, Resident Evil optó por dar una explicación científica al por qué los zombies habían plagado Raccoon City y devorado todo ser orgánico de sus alrededores: armas bioquímicas y el T-virus.

Por eso, la secuencia en la historia ha seguido un rumbo cada vez más perfilado a la ciencia ficción conforme los números avanzan. Desde el cuarto título es más que evidente la distancia que "Biohazard" (título original) toma del bonito y novedoso terror noventero.

Eso no es del todo malo. Aunque ha tenido sus fallas —el quinto título de la línea principal es el que menos carisma posee, sin que eso lo califique como horrible—, generalmente la comunidad gamer recibe una historia entretenida con un esquema de juego divertido y alto valor de rejugabilidad.

Pero el hecho de que el storyboard luce cada vez más descompuesto es innegable: las secuelas de Resident Evil presentan una cada vez más forzada magnificación de la historia, y una búsqueda por obtener más ingresos a costa del desgaste en ella.

Ojo: el calificativo de "entretenido" dirigido a la línea conductual no equivale a considerarla "sólida". Eso sí: el gameplay de la nueva era Resident Evil sigue sin cambios desde la entrega cuatro: eso ha garantizado éxito y no hay razones para cambiarlo al esquema "tanque" de los tres primeros.

A juzgar por las ventas, la cantidad de fans de RE se ha mantenido sin cambios; de hecho ha crecido. Pero en un análisis similar a la crítica, resulta evidente que el público se ha sectorizado: hay fans a favor de la "secuelitis", y otro núcleo de usuarios que claman por un regreso a los orígenes. Evidentemente, todo en tanto éste se logre con la calidad gráfica en la que sí ha mostrado empeño la gente de Capcom.

Explicar la relación entre un mayor reclamo y ventas a la alza es fácil: Resident Evil buscó y logró acertar a un target —núcleo de consumidores— distinto. No hay duda en que los videojugadores que gritaron al ser perseguidos por Nemesis o Tyrant, atacan a una mutación animal producto de Las Plagas, Uróboros o Chrysalid con un ánimo distinto, sustentado acaso por los personajes y la nostalgia que éstos provocan (Sherry Birkin es el ejemplo perfecto).

¿Involución? Quizá. Aunque sigo disfrutando de cada entrega (la última historia de Leon Kennedy es magnífica porque regresan los zombies), la incesante necesidad por obtener ingresos que muestra la firma que dio origen a RE, ha permitido que el mercado se inunde con historias secundarias mal logradas y con déficit de carisma.

En serio, ¿alguien recuerda RE: Zero o Dead Aim? ¿Se acuerdan de qué va el Umbrella Chronicles, o el Operation Raccoon City? Salvo Code: Veronica, o recientemente, el RE: Revelations, ninguno de los títulos secundarios han dado un plus digno de continuidad, y sí originado recuerdos non gratos de la talla de Resident Evil Outbreak, que en una lamentable decisión de sus creadores obtuvo una segunda parte.

Pero hay otro hecho que no deja lugar a dudas, y es en la fama que esta saga ha alcanzado, sin importar que haya una desmedida (y, como se ha explicado, rara vez atinada) explotación de sus productos. Un dato adicional al respecto es que la explotación del guión sólo va en defensa de más ventas, y en detrimento de aquello que dio magia y sostuvo en pie a una franquicia que peleó y se impuso a los grandes, en la última década del siglo pasado.

EL INFORMADOR / ISAACK DE LOZA