Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Tecnología | Como un oasis en mitad del desierto

Las lomas de Lachay, un oasis en la niebla

Es tal la humedad que se obtiene agua a partir de dos paneles captadores de neblina

Por: EFE

El musgo lo cubre todo. A partir de él florecen especies como la ortiga, el amancae, el tabaco y el tomate. ESPECIAL  /

El musgo lo cubre todo. A partir de él florecen especies como la ortiga, el amancae, el tabaco y el tomate. ESPECIAL /

LACHAY, PERÚ (25/JUL/2010).- Como un oasis en mitad del desierto, la reserva de las Lomas de Lachay se encuentra en las áridas tierras del norte de Lima embellecida por la gran variedad de plantas que, en esta época del año, se confunden entre la niebla.

Nada hace presagiar que en el desierto costero de la región peruana de Lima, en el kilómetro 105 de la carretera Panamericana Norte, el paisaje cambia de repente y se vuelve místico debido a las espesas neblinas que caen sobre las lomas.

Al menos así lo cree la jefa de la reserva nacional, Dilmar Claros, quien ve "mucha magia" en estas 5.070 hectáreas cubiertas por un manto vegetal que se alimenta de un vapor que dificulta la visión a pocos metros de distancia.

La mejor temporada para visitar las lomas de Lachay y apreciar estas formaciones vegetales que se dan en climas subtropicales abarca los meses de julio a noviembre.

En el desvío hacia la reserva hace falta caminar o conducir por una vía de seis kilómetros sin asfaltar, atravesar la aridez del desierto y entrar de lleno en una zona donde la humedad llega al 82%.

Es tal la humedad que el personal obtiene agua a partir de dos paneles captadores de neblina.

Claros quiere construir más paneles, que constan de paredes verticales donde las densas neblinas chocan y el agua se condensa y luego es utilizada para el regadío.

Como resultado, explica Claros, 7.000 litros de agua han sido recuperados en los últimos tres meses.

Además, no todo cambio climático es negativo.

Según la responsable de esta reserva creada en 1977, la mayor evaporación del agua del mar está originando mayores precipitaciones.

Así, por ejemplo, la época húmeda del año pasado se prolongó hasta febrero de 2010 y permitió, según cuenta, que hubiera más riqueza biológica, como la que puede apreciarse en los llamados circuitos del zorro, la perdiz y un árbol autóctono conocido como tara.

Además, dentro del parque, visitado sólo por unas 20.000 personas al año (en su mayoría escolares y universitarios), el Servicio Nacional de Áreas Protegidas por el Estado (SERNANP) ha acondicionado recientemente un albergue, una cafetería y otros servicios.

En la parte más alta, el espesor de la neblina impide distinguir el cielo de la tierra, pero Claros insiste en que, cuando llega octubre, se puede apreciar un intenso atardecer con vistas al mar.

"Llegas a ver las olas y el ocaso que se pierde en el horizonte, creando un contraste para la fotografía, además de las misteriosas taras que pueblan esta zona", describe mientras apunta con el índice en dirección a la costa.

A pocos metros, se pueden observar pinturas rupestres algo dañadas por la acción de los visitantes, así como rocas erosionadas que tienen forma de mono, caras humanas y hasta "mapas de América".

El musgo lo cubre todo. A partir de él florecen especies como la ortiga, el amancae, el tabaco y el tomate silvestres en este observatorio natural donde se cruzan lechuzas, perdices, aguiluchos o halcones.

Apasionado por la variedad de aves y flores, el guarda del parque Catalino Castilla, quien lleva diez años en Lachay, quiere que más gente se enamore del lugar como hizo él en su primer día de trabajo: "No imaginaba que podía existir esta naturaleza tan cerca del desierto".

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