Sábado, 23 de Noviembre 2024
Tecnología | La cuenca conocida como Oceanus Procellarum sería resultado de un impacto de meteorito

Impacto de meteorito pudo haber diferenciado las caras de la luna

El impacto del meteorito habría tenido lugar hace más de cuatro mil millones de años, en los primeros años de vida del satélite

Por: EFE

el investigador Ryosuke Nakamura y su equipo realizaron la investigación con la sonda japonesa KayugaSelene. ARCHIVO  /

el investigador Ryosuke Nakamura y su equipo realizaron la investigación con la sonda japonesa KayugaSelene. ARCHIVO /

LONDRES, INGLATERRA (28/OCT/2012).- El impacto de un meteorito, que dejó un gran cráter sobre la superficie lunar, podría ser la causa de que las rocas a uno y otro lados de la Luna sean diferentes, informó la revista científica "Nature Geoscience".

Científicos japoneses defienden que la gigantesca cuenca conocida como Oceanus Procellarum (Océano de las Tormentas) y situada en la cara visible de la Luna podría ser, en realidad, el cráter dejado por el impacto de un meteorito en los primeros años de la existencia del satélite natural de la Tierra, hace probablemente más de cuatro mil millones de años.

"Dado que los rasgos del terreno en la cuenca Procellarum se han perdido prácticamente por completo, la superficie lunar en esa zona debió haber sido muy caliente y blanda en aquel entonces", explicó el investigador Ryosuke Nakamura, del Instituto Nacional para la Ciencia y la Tecnología Avanzada de Tsukuba (Japón).

Este fenómeno sería el responsable de la creación de la cuenca, y explicaría por qué la superficie de la cara visible de la Tierra está formada en un 30 por ciento por rocas basálticas, apenas presentes en el lado oculto.

El equipo de Nakamura estudió la composición de la superficie lunar a partir de datos obtenidos con la sonda japonesa Kayuga/Selene, que estuvo en órbita entre 2007 y 2009.

De esta forma descubrieron una elevada concentración de piroxenos en el lado visible de la Luna, concretamente en los alrededores de la cuenca Procellarum, de más de tres mil kilómetros de diámetro, y en otras dos cuencas cercanas, Imbrium y Aitken.

La presencia de estos silicatos indica que el manto lunar se derritió y parte de sus materiales salieron a la superficie, algo que según Nakamura encaja con las consecuencias del impacto de un meteorito de grandes dimensiones.

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