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Tecnología | Esta especie es un curioso pájaro que no vuela y habita en Nueva Zelanda

El kakapo se salva de la extinción

El número de ejemplares a experimentado un aumento de unos 50 en los años 1990 a 126 este año

Por: AFP

AUCKLAND, NUEVA ZELANDA (22/JUN/2012).- El loro "kakapo", de Nueva Zelanda, es un pájaro atípico: no vuela, se mueve muy despacio y a veces se siente sexualmente  más atraído por los humanos que por su propia especie, por lo que no es de  extrañar que hasta hace poco estuviera al borde de la extinción.

Gracias a un gran esfuerzo de décadas, el número de ejemplares de esta ave, una de las más raras del mundo, aumentó de unos 50 en los años 1990 a 126 este  año.

El nombre del pájaro, de color verde y regordete, significa "loro nocturno"  en maorí. Antaño fue uno de los más comunes de Nueva Zelanda, donde había pocos  predadores terrestres antes de la llegada de los colonos europeos a comienzos  del siglo XIX.

"Hay un relato de uno de los primeros exploradores, Charles Douglas, que  dijo que eran tan numerosos que podías recogerlos de los árboles como si fueran  manzanas", cuenta Deirdre Vercoe Scott, jefa del programa de conservación del  kakapo.

Vercoe Scott explica que el declive de la especie comenzó con la  destrucción del hábitat por parte de los humanos y la introducción de plagas,  así como de gatos y perros.

Los kakapos, unos pájaros nocturnos incapaces de volar, viven  principalmente en tierra, aunque también son hábiles trepadores. Cuando se ven  ante una amenaza, se quedan sin embargo paralizados, lo que los convierte en  presas fáciles para los predadores.

Los machos, además, atraen a las hembras emitiendo un sonido gutural  profundo, lo que los expone aún más a los cazadores.

El científico que encabeza el programa de conservación del kakapo, Ron  Moorehouse, explica que con el envejecimiento de la población y el declive del  número de ejemplares, el futuro de la especie parecía "condenado" en los años  1990.

Esta situación extrema suscitó un gran esfuerzo de conservación, que costó  decenas de millones de dólares, con tal de salvar a este animal, descrito como  entrañable y dotado de una gran personalidad por quienes lo han conocido.

"Pueden ser bastante gruñones", asegura Sarah Kivi, guarda forestal.  "Demuestran tener una gran personalidad, lo que supongo que no es el caso de  muchos pájaros. Se ponen ahí y te miran, y te preguntas: ¿qué estará pensando?".

Otro problema para la conservación del animal, que puede vivir hasta 90  años, es que sólo se reproduce en las temporadas en que dispone de fruta  abundante de los árboles nativos.

Por si fuera poco, durante los programas de apareamiento, los kakapos macho  encontraron a los guardas forestales más atractivos que las hembras de su  especie.

Tanto es así que al principio del programa, los guardabosques llevaban unos  cascos de plástico dotados de unos hoyuelos, en un intento -finalmente fallido-  de recoger el esperma de los kakapos cada vez que estos intentaban aparearse  dándoles envites en la cabeza.

El actor británico Stephen Fry comprobó el carácter "amoroso" de los  kakapos al filmar su programa "Last Chance to See" en 2009, cuando un macho  llamado Sirocco le echó el ojo al zoólogo Mark Carwardine y empezó a copular  entusiasmado con su cuello.

El video, que Fry describió como "una de las cosas más divertidas" que  había visto, está disponible en Youtube, donde ya ha sido visualizado más de  cuatro millones de veces: http://www.youtube.com/watch?v=9T1vfsHYiKY.

Vercoe Scott cuenta que la suerte del pájaro empezó a mejorar cuando fueron  trasladados a dos islas remotas, limpias de plagas y fuera del alcance de los  predadores.

"El mayor avance consistió en poner todos los pájaros juntos en islas  libres de predadores, y comprender cómo se reproducen", detalla.

Vercoe Scott añade que es muy improbable que el kakapo sobreviva en un  medio silvestre al uso, por lo que sólo el programa de conservación puede  mantener la especie en vida.

Pese a que figura aún como especie en peligro crítico de extinción,  Moorehouse considera que la situación del pájaro ya no es tan dramática como  antes.

"La tendencia es buena; estamos animados con eso", dice.

"Con 126 pájaros, hay que manejar la genética con mucho cuidado, y eso es  lo que estamos tratando de hacer, conservar la mayor diversidad genética  posible en la población" de kakapos, añade.

"Los problemas no han terminado, pero vamos en la buena dirección".

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