Viernes, 22 de Noviembre 2024
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Viajeros en la Historia

Torres en busca de la “Terra Australis”

Por: EL INFORMADOR

En los años de la conquista y descubrimiento de América, conforme se avanzaba en el dominio de nuevos territorios, a los conquistadores llegaban noticias sobre lugares que estaban más allá del horizonte y que poseían algún tipo de riqueza material, o bien, que sus habitantes eran aguerridos y que había que vencerlos. Muchas alianzas se realizaron entre conquistadores y conquistados para derrotar a otros pueblos que tarde o temprano cayeron bajo el yugo de las monarquías europeas, sobre todo la española como ahora sabemos.

Se corrió la noticia de que existía una Terra Incognita Australis más allá de todos los lugares que a fines del siglo XVI se conocían. Ya se sabía de la ruta por el sur de África para ir a las Indias Orientales vía marítima, ya se había circunnavegado el planeta más de una ocasión, pero la Terra Australis estaba en la región sur del globo, era un lugar que nadie había visto. Muchos viajes se realizaron en busca de aquella tierra, pero al navegante portugués, Luis Váez Torres, le tocó hacer un periplo en circunstancias muy especiales.

Se conocen pocos datos de la vida de Váez Torres; algunos aseguran que no era portugués sino español, y de igual forma se considera que nació a mediados del siglo XVI. Para este hombre no fue necesario tener un alto cargo para sobresalir en su labor de marinero, más bien fue un “subordinado leal y buen jefe, navegante hábil y audaz.” Fue capitán de la nave San Pedro, y segundo del español Fernando de Quirós, quien comandaba la San Pablo en el viaje de exploración que realizaron en 1605, en busca del continente austral.

Partieron del puerto de Lima, Perú, y se dirigieron hacia el Oeste. En medio del inmenso océano, los víveres y el agua llegaron a escasear, de modo que se tuvieron que someter a un estricto racionamiento. Llegaron a un lugar con gran cantidad de arrecifes de coral que impedían abordar la isla y anclar cerca de sus orillas. Váez Torres fue quien franqueó los arrecifes (incluso nadando hasta la playa) y encontró la manera de esquivarlos pasa así poder desembarcar en lugar que los indígenas llamaban Taumaco.

Hizo un trato efectivo con los nativos; “todos los jefes vinieron a mí para hacer la paz”, escribió después. La isla de Taumaco era “elevada montuosa y llena de bosques”, y les resultó placentero descansar en ella durante seis días. Encontraron agua dulce y víveres frescos en abundancia; los indígenas les contaron de la existencia de “más de cuarenta islas, grandes y pequeñas, todas habitadas”, entonces decidieron hacerse a la vela, pues consideraron que estaban cerca de la anhelada Terra Incognita Australis.

Avanzaron hacia el Oeste y llegaron a la Isla del Espíritu Santo, en el conjunto de las Nuevas Hébridas. Fue Torres de nuevo quien se adelantó para señalar el lugar propicio para desembarcar. Quirós creyó que se trataba de la Australis que buscaban y tomó posesión de ella en nombre del rey de España, creó una orden de caballería y repartió títulos a sus oficiales; incluso el mismo Torres, no muy convencido de lo que hacía Quirós, sólo por lealtad tuvo que aceptar que le nombrasen Maestre de campo. Quirós ordenó luego explorar la tierra por el sur, pero el mal tiempo complicó las cosas, además de que la tripulación del San Pablo se amotinó contra Quirós y regresaron a América. Algunos sostienen que el mismo Quirós quiso regresar a España para dar al rey la noticia de su descubrimiento.

Torres esperó a su jefe por más de quince días, después continuó hacia el Oeste, obedeciendo las órdenes que el rey les había dado, pues estaba convencido de que la isla del Espíritu Santo no era la Terra que buscaban. Se toparon luego con una tierra que se extendía de Este a Oeste, y decidió “costearla con la tierra a su derecha.” Se trataba de la costa sur de Nueva Guinea, “cuyo interior, con montañas cubiertas de árboles y fértiles llanuras, estaba habitado por indígenas de color oscuro.” Navegó entre rocas, arrecifes y difíciles corrientes, en una de las “vías navegables más peligrosas del mundo”, según lo dicen fuentes científicas actuales. Navegaban el actual Estrecho Torres que divide Nueva Guinea y Australia, lo triste es que lo atravesaron y nunca vieron la costa australiana.

Torres fue el descubridor del Estrecho (1606), y curiosamente esta noticia permaneció oculta hasta 1762. Llegó a Manila en mayo de 1607 y escribió una carta al rey y otra a su antiguo jefe Quirós; les narró su viaje, descubrimientos y aventuras, y fue eso lo último que hizo en su vida, sin haber visto la tan ansiada Terra Incognita Australis.

Cristóbal Durán
ollin5@hotmail.com

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