GUADALAJARA, JALISCO (14/AGO/2016).- Al llegar a Bolaños sentirás como si te encontraras en otro país. Al lanzar una mirada sobre sus valles y cañadas tu vista se perderá en el mar de colores cobrizos. Al respirar el aire, tan puro como terregoso, tus pulmones se llenarán como no lo han hecho jamás. Al escucha el silbar del viento mientras se pasea por tu cabello te olvidarás de la ciudad y sus ajetreos. Al llegar aquí entenderás lo grande y diverso que pude ser Jalisco.Si tomas el mapa será fácil que encuentres el pueblo de Bolaños, una de las localidades más grandes del Norte de nuestro Estado. Lo difícil, claro, es llegar hasta él. Desde la Zona Metropolitana de Guadalajara el viaje se antoja más como una travesía de acción. Carreteras en condiciones no muy buenas y caminos que serpentean, que quiebran, suben y bajan. No, no es un destino para cualquiera. Bolaños no es uno de esos lugares que aparece en el “top ten” de los viajeros. Pero al llegar caes en cuenta que es un lugar reservado para quienes buscan una experiencia que supere por mucho el concepto normal de las “vacaciones”.Bolaños tiene un pasado minero. La zona Norte de nuestro Estado vivió un potente auge de esta actividad económica entre los siglos XVIII y XIX. Todavía es posible ver algunas vetas, ya agotadas, como mudos testigos de esos tiempos, en los últimos suspiros de la Nueva España y los primeros pasos del México independiente. (y no, no se descarta que todavía existan yacimientos minerales en la zona). El trazado de la ciudad ha permanecido inalterado durante tres siglos, con casas de un solo piso y resistentes, con habitantes que se pasean con gallardía y orgullo por sus calles.Uno de los elementos vigorosos de la Bolaños está en su fe. La parroquia de San José se llena de color a finales de este mes, pues el 30 de agosto son sus fiestas patronales (una de las más coloridas de la región). Otro templo que vale la pena ver está en el barrio de La Playa, con dos magnas gárgolas observando siempre a los habitantes de la ciudad.Si bien sus iglesias y la arquitectura del primer cuadro de la urbe es hermosa, lo más bello de esta ciudad no fue esculpido por el hombre sino por la naturaleza. El cañón de Bolaños es una de las obras más impresionantes de la naturaleza. Forma parte de la Sierra Madre Occidental y por esta temporada se encuentra “vestido” con los últimos colores del verano, y a punto de adoptar el color dorado y café con el que ha pasado a la memoria de los miles de visitantes que se han tomado un momento para retratarlo.No es fácil llegar a Bolaños, y el viaje no es nada corto. Pero el premio es enorme. Paisajes sacados de un sueño, la calidez y amabilidad de sus habitantes y el placer de descubrir un rincón que jamás hubieras imaginado que se iba a encontrar en Jalisco.¿Y cómo llego?Desde Guadalajara toma la carretera a Zacatecas. Después de Momax toma la desviación a Teocaltiche y Villa Guerrero, para finalmente llegar a Bolaños.EL INFORMADOR / FRANCISCO GONZÁLEZ