Trastornos de personalidad

GUADALAJARA, JALISCO (05/MAY/2013).- En trance parece poner a prueba la paciencia y el entendimiento del espectador tratando de establecer una nueva marca en la categoría de películas sin pies ni cabeza, aunque eso sí, de estilo muy florido.

Los actores retratan bien, la música mete fuerza a la narración, y las imágenes sorprenden por su acabado lustroso y sus ángulos interesantes.  Pasa mucho y todo confunde: un robo, hipnotismo, memorias falsas, celos, delirio asesino. La sensación de vértigo importa más que la solidez de la intriga.

Danny Boyle, el realizador de Trainspotting (1996), Exterminio (2002), Quisiera ser millonario (2008), repite los trucos que siempre le funcionan. Los saltos de tiempo que forman baches en la historia, la voz de un narrador que ayuda a hilar los acontecimientos, la saturación de algunos de los colores de la fotografía, la organización de la pista musical a partir del potencial sugestivo de las canciones. Pero el problema de fondo radica en una trama que muta su apariencia tantas veces que termina desvaneciéndose.

¡Qué hagan lo que quieran! piensa uno, y se dedica a poner atención en los psicologismos. Así, se puede captar que cuando el horizonte de la imagen aparece inclinado –como ocurría en las guaridas de los villanos de la vieja teleserie Batman– quizá quiere significar que lo que se ve está distorsionado por la conciencia del personaje. Lo mismo si, visto desde la calle, el elevador de un edificio lanza brillos dorados, o si durante un trance hipnótico se visualiza lo que ocurre en la cabeza del que duerme.

Ese tránsito del plano de la realidad al de la vida mental, conforme se manifiesta de modo más frecuente, genera una desorientación tremenda. Conscientes de ello, los guionistas incluyeron la tan necesaria secuencia de explicación. Larga e increíble, termina agravando la sensación de engaño, pues convierte toda la situación, sólo por unos minutos, en una especie de enredo romántico al estilo de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004). El tramo final se pretende como de cine de acción; muy violento, cruel, y con una revelación macabra. Hay disparos, alguien atrapado en un automóvil en llamas, y una serie de muertes gratuitas.

Entre la mezcolanza se destaca una nota didáctica que menciona el papel del vello púbico en la Historia del Arte, y con eso justifica los desnudos de la actriz principal. Más un prolongado y nada discreto anuncio de una marca de tabletas electrónicas.