GUADALAJARA, JALISCO (21/AGO/2016).- La calle Galeana de Zacatecas conduce al hermoso templo Santo Domingo. Emilio Rodríguez Flores nos cuenta: “Antiguo Templo de la Compañía de Jesús de la Inmaculada. El colegio de los Jesuitas que se fundó en el año de 1590, estableciéndose en una ermita que se llamaba de San Sebastián, situado en lo que se llamó de San Juan de Dios. De 1616 a 1617 se cambiaron a su iglesia y colegio ya terminados… El Mariscal de Campo D. Vicente Zaldívar Mendoza y su primera esposa, Dña. Ana Temiño de Bañuelos dieron la suma de cien mil pesos para la fundación de este colegio… Los primeros Jesuitas que llegaron a Zacatecas fueron el P. Hernando Suárez de la Concha y el P.B. Juan Sánchez. Esta pequeña máquina dio servicio desde 1617 hasta principios de 1746, en que se derribó para comenzar la nueva en 1749, que se dedicó solemnemente el 24 de mayo de 1750… Fue el arquitecto el Señor Ignacio Calderón, religioso de la misma compañía… En el año de 1785, se trasladaron los PP. Dominicos a este Templo y su convento, por haber sido expulsados los Jesuitas en 1767”. Habiendo permanecido cerrado por dieciocho años.Del Museo Manuel Felguérez caminamos unas cuadras de expresiones arquitectónicas y en una esquina, unas canteras rojas nos maravillaron, era el recinto dominico. Unas escaleras suben con gracia a la portada barroca, entre ellas, sale una pila con un nicho enconchado, enmarcada por medias columnas estriadas con capiteles toscanos, coronadas por medias almenas. La puerta con arco trilobulado con escuadras, sobre capiteles dóricos y columnas con relieves. Las puertas también con relieves, arriba del arco, ramas con volutas. Dos columnas estriadas con capiteles dóricos por costado, entre ellas un nicho enconchado con santo, enseguida, una ventana vertical con marco. Arriba de la cornisa una inscripción entre los años de 1746 y 1749, y luego la ventana coral, vertical y con forja, animada por volutas, arriba, un medallón con santo. Las columnas estriadas se repiten, pero cuadradas, al igual que los nichos, con otros santos y arriba, un medallón con santo. A cada lado una ventana rectangular enmarcada con escuadras y conchas entre ellas. Por remate, un frontón truncado con un nicho enconchado con santo, coronado por un pequeño frontón de arco rebajado, con ángeles en su cresta, a los costados, tres almenas. Las esquinas del templo, un tanto salientes, corresponden con los campanarios, de planta cuadrada y de un solo cuerpo, con un vano arqueado por cara, enmarcado por medias columnas estriadas y una columna redonda, estriada y dórica en cada esquina. Cubiertos en cúpula de ocho gajos, recubierta por azulejos y en su cúspide, una linterna. Ocho almenas danzan en la cornisa. El interior, de tres naves, con cúpula y linterna, embellecido por retablos, lamentablemente en marzo de 1749 se suscitó un incendio que extinguió tres retablos, el principal, que fue suplantado por un altar neoclásico, uno lateral, el de Las Ánimas y el de la capilla de Loreto. Se conservan ocho, entre ellos el de la Virgen de Tepeyac, con abundantes detalles, de tres cuerpos, el central con la Virgen, flanqueada por dos santos, las columnas con medallones con santo y ángeles. La sacristía, de forma octagonal, con retablos y pinturas de Francisco Martínez, una de ellas “La Pasión”. Que luce arriba de una cómoda, Jesús amarrado de un pilar, su imagen más clara que la de sus verdugos. Al lado izquierdo, una escultura de San Ignacio de Loyola. El escudo de armas de Vicente Zaldívar posa en el presbiterio. Cuando la Parroquia cerró sus puertas por reconstrucción en 1845, el templo funcionó como tal. Roberto Ramos Dávila citó: “En 1859 y a pesar de la exclaustración de los religiosos, el templo continuó funcionando, ahora como Parroquia aunque en forma interina, hasta que al erigirse la Catedral, se ratificó la erección de la Parroquia del Sagrario en el templo de Santo Domingo”.