Martes, 03 de Diciembre 2024
Suplementos | En 2015 el Gobierno Federal le entregó el Premio al Mérito Avícola

Salvador de Anda, precursor de la avicultura nacional y forjador de instituciones

En 2015 el Gobierno Federal entregó el Premio al Mérito Avícola a Salvador de Anda, en manos del titular de la SAGARPA José Calzada Rovirosa.

Por: EL INFORMADOR

'Don Salva' siempre pensó en cómo dejar algo positivo para su tierra. ESPECIAL / CORTESIA

'Don Salva' siempre pensó en cómo dejar algo positivo para su tierra. ESPECIAL / CORTESIA

GUADALAJARA, JALISCO (26/FEB/2017).-  Un hombre que vivía para crear, un empresario que creía en compartir, un forjador de instituciones y un funcionario público que trabajó para servir, así fue Salvador de Anda Delgadillo, considerado uno de los fundadores de la avicultura moderna en México, quien siguió activo en su tarea empresarial hasta el último día de sus 99 años. Originario de Tepatitlán, Jalisco, “Don Salva” tenía un entrañable amor a México, por eso todo lo emprendía pensando en cómo dejar algo para su tierra, su región, su pueblo. “Ese civismo y amor por su patria lo motivó siempre. En estos tiempos está resurgiendo y tomando fuerza un sentimiento de mexicanidad que nos debe provocar el creer que sí podemos hacer grandes cosas”, consideró César de Anda.

Innovador en las instalaciones de producción avícola. A finales de los años treinta, Salvador de Anda Delgadillo comenzó a criar gallinas asociado con su hermano Ramón, pero a la par de esos inicios, sus aves se enfermaban y los jóvenes emprendedores pasaban de una crisis a la otra. “Eso sucedía porque las aves estaban en el piso expuestas a mayor contaminación, entonces pensaron ponerlas en perchas con bebederos de agua potable y comederos donde el alimento no se desperdiciara”, recordó.

Contó que al visitar una granja que administraban los hermanos jesuitas, donde las aves se alojaban en una especie de crujías de madera, idearon cómo fabricar jaulas de alambrón. De tal manera, al cabo de varios años, ellos mismos fabricaban sus instalaciones para seguir creciendo en el número de aves en sus granjas. De ahí nació la inquietud de formar una nueva empresa fabricante de implementos avícolas a gran escala para vender regional y nacionalmente. Don Ramón de Anda, su hermano y socio por muchos años, administró la empresa para convertirla en una multiplicadora de emprendedores, constituyéndose como un factor clave del crecimiento de la avicultura industrial de nuestro país.

Cuando menos, la mitad de las empresas avícolas de México cuentan con algún equipo fabricado en las instalaciones de Grupo Industrial de Anda, ahora liderado por los hijos de Don Ramón, mismos que lo han llevado, incluso, a exportar esos equipos al resto de América Latina.

Don Salvador dedicó parte de su vida a impulsar la formación de grupos empresariales; desde los años sesenta y hasta los noventa, fue factor fundamental para la constitución de empresas de proveeduría al sector, como plantas de alimentos balanceados, laboratorios de diagnóstico, fábricas de premezclas vitamínicas, así como cooperativas de comercialización.

Servir al pueblo por honor

Salvador de Anda se convirtió en 1965 en alcalde de Tepatitlán y a pesar de que tenía su empresa se dedicó en cuerpo y alma a construir infraestructura para el pueblo, recordó su hijo César.

Promovió la pavimentación de calles por primera vez en esa ciudad. Nuevos sistemas de drenaje, alumbrado y agua potable y alcantarillado fueron construidos. Después de 1967 fundó el Consejo de Colaboración Municipal, en el cual los vecinos, el Ayuntamiento y, en algunas ocasiones, el gobierno estatal se repartían la inversión para hacer obra pública. El modelo fue tomado de la iniciativa del Consejo de Colaboración Municipal de Guadalajara.

Ser funcionario público, en ese entonces, sí era verdaderamente honorífico. “El sueldo que recibía como presidente municipal continuamente lo regresaba porque no había recursos en tesorería, a veces, ni para pagar a los policías. Ya en las tareas del Consejo de Colaboración, sus compañeros, entre bromas, decían que no querían estar en el consejo porque ‘Don Salva’ regresaba su sueldo y eso provocaba que ellos tuvieran que hacer lo mismo”, indicó César.

Entendía el honor de ser y de representar sin importar la remuneración económica. Compartió lo que tenía, hasta el último día, apoyando a personas e instituciones, cumpliendo aquello de que “no sepa tu mano derecha lo que hace la mano izquierda”. Ni sus hijos siquiera sabían todo lo que Don Salvador ayudaba a sus amigos o las obras sociales que merecían más su atención.
 
Forjador de Instituciones para el bienestar ‎  

"Don Salva” consolidó el grupo para formar la Asociación de Charros de Tepatitlán, acompañado de amigos como Leopoldo Franco, Filomeno, Alfonso y Salvador González, entre otros. Aparentemente era algo superficial, pero no era así ya que había que mantener ocupados a los jóvenes para que no anduvieran en el consumo desordenado de alcohol o haciendo fechorías.

En ese plan deportivo también les dieron un rol importante a las mujeres al participar en las escaramuzas charras. “El enfoque era atraer a los jóvenes, hombres y mujeres para administrar mejor su tiempo, además de divertirse. Hacemos volar la imaginación, y la estampa que viene a la mente, es como una película de Pedro Infante, ese era el Tepa de los años cuarenta y de los cincuenta”, señaló César.

Después de fundar la Cruz Roja, acompañado por Ramón Casillas Navarro, entre muchos otros, a través del club de Los Rotarios donaron la primera ambulancia. Salvador de Anda participó en todo, desde voluntario hasta socorrista. Cuentan que le tocó dar el primer servicio de atención a un accidente, él y uno de sus amigos recogieron al enfermo, lo llevaron a Guadalajara pero lamentablemente murió.
 
Crecer en grupo antes que el individualismo

César de Anda dijo que como la mayor parte de las personas que emprenden un negocio, su padre tuvo que lidiar con vaivenes de los precios, inflación, devaluaciones, inseguridad, pero consideró que el principal obstáculo que enfrentó fue el que su propuesta de trabajo en equipo llegó a ser incomprendida.

“Él proponía el modelo de las cooperativas europeas, o algunas norteamericanas, donde compartían el trabajo y las utilidades. Veía una empresa donde pusieran todos y se llevara cada quien su parte, pero que crecieran juntos, en grupo; ese concepto no fue entendido. Aunque eso mi padre no lo hubiera dicho, somos individualistas, yo soy tan alteño como él, y no se nos da muy fácil el trabajo en equipo. Eso es algo que los mexicanos debemos superar. Si se trabajará más en grupo yo creo que la zona de Los Altos podría estar aún mejor”, expresó César.

Mauricio, otro de sus hijos, recalcó que incluso Don Salvador se sentía muy contento por el éxito de sus colegas, más que por el propio, porque sentía que él había puesto un granito de arena. “Y muy satisfecho de lo que habíamos hecho sus hijos: industrializar el huevo, llevarlo a mercados tan exigentes como Europa y Japón y que continuábamos después de 18 años exportando el huevo de Tepa, de San Juan de los Lagos a tales destinos. Estaba muy orgulloso de cómo se había crecido en México hasta tener más de 150 millones de gallinas en producción, sentía que había puesto su granito de arena para tener una avicultura competitiva a nivel mundial”.

A seguir con su legado  

Dicen que el ejemplo de los padres vale más que las palabras, pero para Gabriela, su única hija mujer, su progenitor era un extraordinario consejero. La sugerencia que más atesora es el tratar igual a todo el mundo. “Él platicaba con la misma actitud e interés con el trabajador que da de comer a las aves y atiende el ganado que con el funcionario de más alto rango”.

De su forma de ser, subrayó que sabía poner las cosas en perspectiva y era un gran conversador. “Le preguntaban cómo le ha hecho para llegar a los 99 años y decía ‘no le pongo contra a mi mujer’. Trataba de ver lo bueno, por eso le preguntaban cómo le iba y respondía: ‘a todo dar’, y daba una explicación crítica pero resaltaba lo bueno”.  

César rememoró que a sus 99 años, su padre seguía al pendiente del negocio, preguntando cómo iban las cosas, saliendo con su mujer a pasear y disfrutando su pasión de ver películas con ella. “Fue un jalisciense muy completo, un mexicano que dejó huella, que aportó ideas y trabajo a su pueblo, así como amistad con atención a su gente. Lo recordamos con todo nuestro cariño, dolió que se haya ido, pero nos dejó una función que cumplir, muy difícil, pero le haremos la lucha”. 

Tapatío

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones