GUADALAJARA, JALISCO (16/OCT/2016).- En la ladera Sur del fantástico Cerro el Remudadero, nace el hermoso arroyo de igual nombre. Arroyo que al entrar al poblado La Eca forma un bello salto, conocido como, “Salto la Eca”. La Enciclopedia Temática de Jalisco, dice: “Antes de la llegada de los españoles esta región estuvo habitada por tribus procedentes de Zaulam-Sayula que formaban ahí una pequeña provincia con los pueblos de Xirosto, Tenzitlán, Amborí, Cuxmalán y otros. Este lugar llamado Ambori, en 1523 fue conquistado por Francisco Cortés de San Buenaventura, puesto bajo la corona real de Castilla, como tierras de la Nueva España, pero Nuño Beltrán de Guzmán, arbitrariamente se las quitó y las anexo a la Nueva Galicia. En Purificación simulaban juntarse los ríos, el del poniente de San Miguel, camino río abajo está la ranchería Villa Vieja, donde los españoles fundaron la Villa Purificación”.Luego de observar el Río Amborín, regresamos a Villa Purificación, caminamos pausadamente por el primer cuadro, donde se asoman preciosas fincas de antaño, de gruesos adobes, que abrazan ventanas verticales de cuatro hojas de madera, unas con forjas y remates ligeramente arqueados, zaguanes con plantas y clavijeros con sombreros anchos, de cornisamentos sobrios salían los tejados. Posteriormente miramos los bonitos arbotantes de la parroquia, dos, el primero casi arriba de la puerta lateral, en arco de medio punto. Enseguida de la apreciación arquitectónica fuimos al Restaurante Quesadillas Elvas, donde degustamos unas quesadillas con chile morrón y otras con chorizo. Al siguiente día, el sonar del campanario nos fue levantando paulatinamente. Nos alistamos y fuimos por un rico desayuno al Restaurante las Tortugas, ocupamos una de las mesas del portal, llegaron unos cafés y luego unos chilaquiles con unos blanquillos estrellados, montados, y frijolitos.Posteriormente tomamos rumbo a La Eca, la carretera terminó en el Arroyo el Higueral, el cual obedece a su nombre, higueras por doquier, de lecho arenoso y carente de piedras, de agua algo cobriza, por la tierra que va levantando a su paso. El arroyo nace en el lado Oeste del Cerro Cacoma. Seguimos por el camino de tierra, vimos una atractiva morada, con su portal cubierto de plantas, que posaban en sus barbicanas, más adelante el sendero estaba embellecido por gruesos bambúes a los costados, formando un insólito túnel de bambúes, túnel que daba la bienvenida a La Eca, recorrimos despacio el sensacional túnel. Miramos un riachuelo delimitado por helechos y moradas de adobe, con ventanas verticales y tejados a dos aguas, una con ventilas triangulares, formadas por adobes parados en diagonal. Al salir del poblado un letrero nos invitó a el Salto, cruzamos el Arroyo el Remudadero y enseguida fuimos maravillados por la hermosa cascada, de metro y medio de altura y extensa, de cinco chorros, el primero, el más vistoso por ser el más amplio y de mayor caudal; el segundo, el más pequeño, una piedra fantasmal lo separa del primero, parecía un capuchón de un fantasma, con sus ojos, nariz y boca, bien definidos y proporcionados, increíble escultura natural, El fantasma del salto miraba contento a la fosa principal; el tercer y cuarto chorro de regular tamaño, el tercero con más agua; el quinto chorro de buen caudal y con fosa aparte. Nos sentamos en unos bancos de madera a contemplar la cascada y su fantasma.Al salir de La Eca fuimos encantados por el pintoresco Arroyo del Horno, con bastante agua, llenando con gracia grandes fosas, animado por fresnos, sauces, higueras, cordias, parotas, Eugenias, jacobinas y guazumas. Unos prados se dejaban ver en sus serpenteos. El camino lo fue bordeando por un buen tramo, hasta que una curva nos apartó de su belleza. Por el Camalote fuimos sorprendidos por un insólito bosque de añejas parotas, que se pavoneaban de sus expresivas ramas, admiramos los conjuntos de parotas, que se tocaban a través de sus ramas conformando un hechizante bosque, unas palmas e higueras los acompañaban, creando cierto contraste de follaje.