Rudas en ruedas

GUADALAJARA, JALISCO (30/SEP/2012).- Va, va, va”; “uno más”; “ahhhg”. ¡Pum!, Caída. “¿Estás bien?” “¡Sigue, sigue!”, se escucha desde el redondel, en el corazón del Parque de las Estrellas, bañado de  luz amarillenta, cercado de árboles. Son las Roller Derby Guadalajara, un grupo de apasionadas chicas que se reúnen por el puro gusto de patinar y darse de golpes.

“Entre mujeres podemos despedazarnos, pero jamás nos haremos daño”, la máxima es retomada por Jaqueline Andere en un video para promocionar la obra "Entre mujeres". Parece la consigna, el lugar común de la disputa, la competitividad del sexo femenino entre sí. Que los hombres son camaradas, equipo. Que ellas no. El dicho se pone aprueba.

Lo que comenzó como un espacio para el divertimento, ahora toma forma de proyecto en busca de profesionalización. En el camino fiesta, gozo, disciplina y estructura. Fracturas y victorias también.

El terreno de concreto donde se libran las batallas levanta algunas imperfecciones, grava filosa, piedrecillas que se asoman en el piso desgastado y que a las ruedas de los patines, y a quienes van sobre ellos, provoca inestabilidad. Son dos quipos de chicas que dan vueltas al circuito con el fin de hacer puntos para ganar. Las anotaciones se logran con rebases. Es decir, un grupo busca obstruir y el otro esquivar. Los elementos necesarios para la fricción, el encuentro, el choque. Y para los espectadores, el motivo principal para asistir y formar una barrera alrededor de la pista improvisada en el espacio público. Son los  jóvenes espectadores, pioneros en el revival del Roller Derby , que tuvo años dorados en en México hace más de 30 años, cuando incluso pasaba por televisión.

“¿Qué más hay que pedir? Hay chicas lindas, con ropa ajustada y en competencia”, aseguraba Toño, uno de los primeros interesados en las convocatorias realizadas boca a boca o en redes sociales. Hay bulla, griterío, mantas de apoyo para unas u otras. Lo que sucede dentro del círculo de competencia difícilmente se escucha más allá de las implicadas. Hay alto riesgo, mucha velocidad y poca protección.

Patines sacando chispas

Son las 21:00 horas. Ellas se alistan. Se estiran, toman aire y calientan para su entrenamiento. El galerón ubicado en Plaza Centro Sur, Frozen Adventure se llama, sirve como pista de patinaje y también es el centro de operaciones de Cuna de Lobas, Viudas Negras y Amazona, los tres equipos fundadores de Roller Derby Guadalajara. Lo que aquí se escucha son los patines que se deslizan sobre la duela, un pequeño grupo que habla de estrategia y en el centro unas jóvenes que desarrollan diferentes formaciones. “¡Uf! ¡Vamos, uno más!”, un grito para animar a la decena de chicas que culmina su sesión con una rutina de abdominales. Acá hay dos turnos: de 19:00 a 21:00 horas y de 21:00 a 23:00 horas los martes y los jueves. Es la rutina. La disciplina. Se tiene lo justo, y lo necesario. La infraestructura ya soporta esta iniciativa. Este es el lugar de donde emana su primer (y único hasta el momento) patrocinio: un lugar donde entrenar y disputar partidos.

“¿Tienes monedas? A ver cuánto pago de estacionamiento”, exclama Jimena, quien partirá desde la periferia de la ciudad hacia el Centro de Guadalajara. Es tarde, su madre le ha hecho una llamada telefónica para saber su paradero, así que apura su andar en la deshabitada plaza comercial. El dinero, de alguna manera, no alcanza: patines, rodilleras, coderas, casco, uniforme, según las marcas, puede llevarse un gasto-inversión de entre tres y cinco mil pesos. El día a día requiere de gasolina, estacionamiento, agua y la cooperación para los viajes que se solventan solas, en cada uno de los equipos, que llega a estar conformado por 15 jóvenes.

“Vale la pena. Nos la pasamos muy bien en cada viaje, convivimos, somos amigas y hacemos esto que nos gusta”, apunta Jimena, con un dejo de satisfacción en la sonrisa que insinúa en cuanto echa a volar la imaginación para rememorar sus travesías. Septiembre 2012.

Una idea. Una iniciativa. Una convocatoria, benditas redes sociales. Zatu Straftäter (Patricia Gómez) es aficionada a esta disciplina y quiso encontrar más gente con esa afición. La invitación es para reunir patines en los pies, para socializar al respecto de Roller Derby.

“Al principio llegó de todo. Gente que quería conocer y otros que no sabían nada al respecto. Patines con ruedas en hilera que pensaban que era otra cosa y que por eso mismo se retiraron. El grupo se depuró y fuimos quedando las que de verdad estamos interesadas en desarrollar Roller Derby en la ciudad”, cuenta Zatu, como se le conoce, y quien fuera la pionera de la iniciativa. Juega, se cae, se levanta, organiza, convoca, habla, luego juega, cae y se levanta. Eran alrededor de 10 chicas interesadas. Convocaban, por su atractivo físico a varios, por su deseo de jugar a varias. Reunir a 20 ya era decoroso para llevar a cabo un partido. Había otros 20, o más que las miraban, se tomaban un trago, las apoyaban y gustaban de sus caídas. Las "roller" se levantaban y seguían cada vez con más convocatoria.

Luego de apenas completar un equipo, hoy existen tres bien conformados: Cuna de Lobas, Viudas Negras y Amazonas, con 15 elementos cada uno;  Las Ramonas van a la zaga, apenas cuentan con una decena de integrantes y están próximas a concretar su agrupación. En números pues, en un año y siete meses esto ha crecido un 600% (eran 10, hoy son seis veces más). Los números no mienten, pero siempre son rebatibles. El ocio, la actividad física y el esparcimiento se tornan a la competición, la disciplina, la estructura.

Esta vez la búsqueda es dar seguimiento a un torneo nacional. El primero lo ganó la representación del Distrito Federal, en segundo lugar Monterrey y, en tercero, las de tierras tapatías. Ahora tienen que cumplir cierto número de partidos a fin de que puedan competir nuevamente. La próxima semana serán anfitrionas de un representativo de Morelia. Puro trabajo en equipo, femenino.

El traslado, la competencia, el objetivo de participar, de ganar juega una suerte de amalgama. Van y vienen juntas. Conviven, comen, duermen juntas. Quizá, alguna vez en este trajín hayan descubierto que una de ellas, como dice Sylvia Pasquel en el mismo comercial de "Entre mujeres", “yo, uso camisón de franela”.

Hasta donde el cuerpo lo permita

Hubo una jugada en la que se dio un encuentro de patines. Era el choque común. Las ruedas hicieron golpear las piernas de las competidoras. Una giró sobre su eje. ¡Crack! Peroné roto. No hay retiro, pero sí recuperación. Es paulatina. Gina se ausentará de los partidos.

Sí, hay diversión, adrenalina y riesgo. Aunque haya reglas muy claras y se esté en favor de la protección, siempre hay imponderables, así que había que tomar cartas en el asunto.

Como no se trata de una instancia profesional, no existe el respaldo de una institución, así que, lo que aplica es el instinto de conservación y, con ese instinto, se busca la mejor manera de “asegurarse”.

“Tenemos una póliza. Una de las patinadoras trabaja en el área de seguros, así que tenemos por lo menos ese respaldo”, explica Zatu. El pago corre por su cuenta, pero vale la pena si se toma en cuenta la alta posibilidad de hacerse daño físico.

Patinan y tienen ocupaciones en su día a día. Estudian, trabajan. Una en la licenciatura, otras son administradoras, médicas, diseñadoras, artistas, comunicadoras. Martes y jueves, en entrenamientos,  o días de partido, se enfundan en sus uniformes y  son rollers.

Ahí viene de regreso. Una placa, tres meses de recuperación. Poco a poco Gina se reintegrará porque es una de las buenas, de las que sabe trabajar en equipo.

“Vamos a ver morras darse madrazos”, así corría la invitación para acercarse a ver de qué se trataba el Roller Derby. Sí, pero no. Sí hay chicas que se golpean, que llevan ropa ajustada, lo que se vuelve un atractivo para los varones. Pero entre las patinadoras hay matices.

“Cada una sabe. Si sales a patinar casi en calzones y con mayas de red, por supuesto que lo que la gente ve es eso. Pero la verdad es que la mayoría lo hacemos de forma deportiva. Luego vienen unos libidinosos nomás a ver qué, pero son los menos. Afortunadamente no nos faltan al respeto”, explica Jimena Zaldívar, quien se hace llamar Veneno en su equipo. Tiene 21 años y es una de las fundadoras.

Zaldívar detalla que para entender hay que identificar los siguientes detalles: son dos equipos, uno que bloquea y otro que busca rebasar; los puntos se hacen a cada rebase, que corren a cargo de una jammer, quien tendrá que burlar a la bloqueadora, además de que hay un pivote, que viene a ser como la comandante en jefe.  

“A mí me encanta ser jammer, por eso me encanta el Roller Derby. Se siente esa adrenalina, es lo mejor, me encanta”, asegura Veneno. La convivencia de más de 30 chicas, a las que ningún mayor o guía les dice por dónde andar es otro ingrediente que, dice ella, abona a la hermandad de estas chicas en patines. El chiste es pasarla bien.

PARA SABER

Rudeza femenina

El Roller Derby es un deporte que tiene sus orígenes en Estados Unidos, donde fue muy popular en alrededor de 1940. Desde 2000, vive un resurgimiento. Las mujeres son quienes lo han practicado, mayoritariamente. Se desarrolla sobre una pista oval y se utilizan patines de cuatro ruedas. En la ciudad este deporte toma impulso con las redes sociales, donde convocan tanto público como nuevas integrantes. La página de Facebook de Roller Derby Guadalajara suma más de dos mil 500 seguidores.