Miércoles, 04 de Diciembre 2024
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Río Alborín

En un cerro de la Sierra Cacoma nace el precioso arroyo el Fresno

Por: EL INFORMADOR

Belleza. El río, un auténtico poema visual ante los viajeros. EL INFORMADOR / V. García Remus

Belleza. El río, un auténtico poema visual ante los viajeros. EL INFORMADOR / V. García Remus

GUADALAJARA, JALISCO (09/OCT/2016).- En un cerro de la Sierra Cacoma, llamado Los Morillos, en su lado Sur, nace el precioso Arroyo el Fresno, aguas que bordean el Cerro Agua Salada y después Las Verduras, enseguida le canturrea felicidad al rancho Los Fresnos. Al serpentear las faldas del Cerro el Colmillo y ser engruesado por otros arroyos, toma el nombre de Río Amborín, en honor a la Estancia de Amborín, que al faldear el Cerro el Ocotillo, anima a dicha población, en su lado sur corre el Arroyo el Rincón, aguas que al acercarse a El Coco, desembocan en el Amborín, y cuesta abajo recibe a El Aguacate. Luego se aproxima a la ranchería de San Francisco t más adelante a El Mochaquelite, para luego pasar la carretera que enlaza a Villa Purificación con Lo Arado y, enseguida de Carreoncillo, se junta con el Purificación.

En 1773, Laureano y Sedano refirió: “Hacienda de Alborín Grande, 3 leguas de la villa de La Purificación, 2 familias, 11 personas”. José Menéndez Valdés en la Descripción y Censo General de la Intendencia de Guadalajara 1789-1793, citó: “Jurisdicción de Tomatlán… Villa Purificación, al sureste 30 leguas, con 70 españoles, 118 indios y 149 de casta. Tiene título de villa según tradición de sus habitantes, desde la defensa que hicieron cuando se avistaron velas inglesas en la costa a principios de este siglo. Aquí hay cura con una iglesia poco aseada y socorrido por la cortedad de sus emolumentos del fondo de los cuatro novenos beneficiales”. Para 1825, Victoriano Roa, puso en tinta: “En el de Purificación, seis haciendas 17 ranchos. Las primeras son: Alsignar, Amborín, San Jerónimo, El Chico, Los Tiradores y San Luis”. Para 1843, Manuel López Cotilla apuntó como haciendas de Purificación: San Luis, Amborín, Chico y Alsihuar”.

Luego de haber gozado el Río Purificación adelante del Arroyo Polonia, regresamos a Villa Purificación, nos registramos en el Hotel Rul y fuimos a comer al Restaurante ¡Ay Jalisco, no te rajes! Saboreamos unos cocteles campechanos y unos filetes de pescado al mojo de ajo. Más tarde nos dirigimos a la Estancia de Alborín, nos detuvimos en el viejo puente del Río Purificación y apreciamos su ancho y rápido caudal, nos sorprendió un individuo que se paseaba placenteramente en su corriente sobre una cámara de llanta, esquivando como si nada las piedras, no podíamos dar crédito a su audacia.

Después, pasamos el bizarro Arroyo las Animas y, por La Lima, nos paramos a mirar la cautivadora Bufa la Silleta. Díceres que el Cerro Cacoma y la Bufa sirvieron de campamento a los cristeros. Alicia Olivera nos dice: “El conflicto religioso y el movimiento armado cristero iniciados en 1926, fueron, en principio, la reacción de un numeroso grupo de católicos que pretendía derogar la Constitución de 1917… que mediante sus artículos 3º, 27 y 130 principalmente, limitaba y restringía tanto el número y atribuciones”. Enseguida un puente nos indicó el paso del bonito Arroyo el Aguacate, bajamos de la nueva carretera por la brecha que bajaba al arroyo para mirarlo, aguas cristalinas corrían entre higueras y arbustos, las pequeñas piedras que cubría se dejaban ver claramente. El arroyo seguía derecho, hasta perderse entre piedras y follajes. Luego de Las Higueras, vimos el Río Amborín, nos estacionamos poco antes de la Estancia para admirarlo, de buen caudal, nítido y de lecho pedregoso, se pavoneaba de añejas higueras con enredaderas, parotas con lianas y ceibas de gran altura. El Amborín, formaba una isla, verde, tapizada por gruesas higueras, donde cantaban varios pericos, nos acercamos a la isla por una vera y contemplamos unas iguanas verdes tomando sol sobre unas piedras lisas, al fondo, ficus, cedrelas, licarias y acacias, un paraíso de vegetación. El Amborín alimenta una compleja variedad de plantas que lo embellecen y lo hacen muy especial, a pesar de corto trayecto, De la hacienda sólo quedan unos cimientos. Y como dice la canción: ¡Qué lindo es Jalisco, palabra de honor!

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