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Pasión hasta los huesos

Acaba de cumplir 90 años, es una referencia de la paleontología nacional. Cultiva su amor por la música, y es paciente: quiere conocer a Ximena Navarrete

Por: EL INFORMADOR

VALOR. El Maestro Emérito (1996) y Doctor Honoris Causa (2002) por la UdeG dejó de dar clases hace apenas algunos años.  /

VALOR. El Maestro Emérito (1996) y Doctor Honoris Causa (2002) por la UdeG dejó de dar clases hace apenas algunos años. /

GUADALAJARA, JALISCO (21/OCT/2012).- Don Federico Solórzano guarda igual un cuchillo maya saca––corazones que una espada láser de jedi. Una navaja de obsidiana enterrada en un cráneo que una lanza de su tía revolucionaria Ignacia Reich. Los restos del “hombre de Chapala” que El silabario del nene, el libro con el que aprendió a leer en 1925 y que en la primera página aún tiene un mensaje a lápiz:

“A mi querido hijo Federico, como un recuerdo de su digna madre”.

Pasear por su casa es como turistear por Roma: todos los objetos —todos, son todos— tienen historia y tal vez se requerirían otros 90 años (la edad de don Federico) para escuchar el pasado de todo lo ha acumulado. Por aquí restos del hombre más antiguo de América. Por acá una revista con las últimas novedades de la ciencia. Por allá una espada siria y cajas fuertes de Nueva York. Más allá la colección completa de historietas del Príncipe Valiente y de Tarzán que Harold Foster publicó en los treinta del siglo pasado.

“Todo guarda y de todo tiene algo que contar”, asegura Margarita, su asistente, quien tiene años —literal— organizando las piezas que posee el ingeniero, incluida la lonchera que le mandaba su madre a la escuela con una torta partida: un lado con huevo y el otro con frijoles.

Curiosamente, lo único que el ingeniero no sabe qué historia contarán, son sus huesos, Si algún paleontólogo los encuentra miles de años después, piensa¬ que lo único que dirían de su vida es que tuvo alguna enfermedad. Nada más. “Porque no soy una figura digna de aparecer en ningún lado… no soy artista, nada de eso, no soy conocido por mucha gente, de tal manera que se merezca que mis huesos digan algo”.

El Maestro Emérito (1996) y Doctor Honoris Causa (2002) por la Universidad de Guadalajara dejó de dar clases hace apenas algunos años y detuvo su producción como paleontólogo –aunque sigue activo leyendo, organizando piezas y escribiendo sus memorias–, pero aún recibe visitas por las mañanas.

Antes de la hora acordada, él está listo en su estudio. Sentado con sus manos recargadas en el bastón, junto al escritorio en el que hay cuadernos Scribe, una libreta con la portada “El sexo es sucio” —todo un éxito en la edición pasada del Feria Internacional del Libro de Guadalajara–, y libros como Objetos imposibles, Civilizaciones extinguidas, The dark age, Dictionary of Science.

––Si años después se encuentran los restos óseos que ha dejado la violencia en México, ¿qué dirían de nuestra época?

––Los huesos siempre reflejan la vida, nada más que ya la vida inerte. O sea que los huesos dicen muchas cosas muy interesantes. Si en el futuro se encuentran los huesos de las masacres de ahora, se van a sacar buenas conclusiones, o sea que la gente de ahora era muy peleonera. Y en ciertos aspectos sádica.

––¿Vio rastros de una sociedad así de sádica en sus investigaciones?


––En todas las edades ha habido enfrentamientos, no me gustan los epítetos que se usan ahora, y son muy comunes. Los enfrentamientos vienen por el territorio, el más común, o viene por conseguir pareja, en los animales, o por hambre.

––¿Han cambiado sus pasiones?

––Depende de qué tipo de pasión…

––Como paleontólogo…

––Yo soy químico farmacobiólogo de profesión. Nunca ejercí, me dediqué más a la paleontología como autodidacta y por eso la gente cree que soy paleontólogo de carrera. Y no. De pasión… son los huesos, la paleontología y la paleohistoria.

––¿Ha cambiado lo que le interesa de la paleontología?

––Siempre hay algo nuevo que descubrir. No importa los años que pasen. No importa lo que encuentran. Siempre hay algo novedoso cuando algo menos se lo espera.

––¿Qué es eso novedoso?

––Algún hueso raro, alguna especie nueva, que entonces sí es una emoción muy grande, pero en general no, simplemente la colección para que quede registro de que hubo algún tipo de animal.

––¿Actualmente qué está leyendo?

––Leo artículos de revistas de las cosas que me gustan. Paleontología, antropología física, lo que se relacione con esto es lo que me gusta leer.

Como gato de chimenea

Federico Solórzano se levanta de la silla, se toma su tiempo, se para junto al librero donde guarda la colección completa de Science (es su favorita porque trae lo “último, último” de la ciencia), de National Geographic (le gustan las imágenes) y de otras de divulgación científica “que a veces traen buenos artículos”.

Su asistente explica que hay publicaciones que llegan a su domicilio desde 1950 “y llaman muy seguido para preguntar si el ingeniero sigue vivo… a veces no me creen y me piden hablar con él. Ustedes ya lo han visto, él está entero”.

El paleontólogo termina sus relatos sobre las revistas. Vuelve a sentarse.

––¿Qué de lo que ha tocado vivir en México ha sido realmente relevante?

––Yo soy, como diría un familiar mío que sabía mi personalidad, un gato entre la leña. Me lo decía porque cuando se asustan y cuando se usaba la leña para atizar las chimeneas, los gatos se metían entre la leña y nada más se les veían los ojos. Yo era como gato en chimenea.

––¿Pero recuerda anécdotas, por ejemplo, de la guerra cristera?


––Me tocó el último ramalazo. Y curiosamente se les tenía miedo, no sé por qué, ni por qué se le llamaba así. Un tío mío tenía parte de una hacienda en Michoacán y ahí pasaba algunas veces mis vacaciones, entonces a veces el caporal decía “hoy no salgan porque andan los cristeros”. Era lo único, pero nunca vi enfrentamiento, ni ataque, nada.

––¿Había visto tanta violencia como ahora?


––No, nunca.

––¿Por qué tenemos que conocer el pasado?

––Puede dar datos de lo que posiblemente puede ser el futuro y no cometer los errores que se conocieron en el pasado. Enmendar las cosas malas que se hicieron en el pasado, a veces pueden corregirse en el presente y preverse para el futuro.

––Parece que no hemos aprendido mucho…

––Muchas veces no se quiere aprender del pasado y la gente prefiere cerrar los ojos y hacer lo que se le pega la gana. Me gustaría más paz y menos pleito. Porque ahorita hay mucha (violencia) no sé si sea que el ser humano es violento de naturaleza.

––¿Los huesos, qué tipo de memoria tienen?

––Muchas cosas, mire, lo más interesante del ser humano es el esqueleto porque es lo que permanece. Y del esqueleto, el cráneo. Del cráneo, lo más interesante son las muelas. Con una sola muela puede saber si el animal era carnívoro, hervíboro, qué comía, qué no comía. Con una sola muela.

––¿Y hay algo que tenga pendiente de buscar?

––No, para eso se requiere estar continuamente caminando. El que no camina en el campo, no encuentra. Hay que ir caminando y en vez de ver el suelo y las estrellas, uno ve el suelo y sobresale un fragmento de hueso, qué restos hay, si hay huellas, si no hay huellas. El paleontólogo y el paleoantropólogo ven hacia abajo y no hacia arriba.

––Con todo lo que ha encontrado, ¿entiende distinta su época?


––He aprendido cómo se vivía y probablemente puedo sacar por conclusión cuál era el medio ambiente, etcétera, se pueden obtener datos muy importantes.

––De los personajes que ha dibujado su hijo (el caricaturista JIS), ¿tiene alguno favorito?

––Sí y tengo una carpeta con los que puedo ir juntando.

El ingeniero abre el cajón de su escritorio. Saca una carpeta y muestra las caricaturas que ha coleccionado, aunque “no siempre las entiendo”, confiesa. En una de ellas aparece el dibujo de don Federico rodeado de miles de objetos: en la esquina izquierda superior dice “música costa norte de Argelia”.

––¿Le gusta la música de Argelia?

––No, me gustan las percusiones.

A  mover el cuerpo

Don Federico vuelve a levantarse sin advertir qué hará. Abre su reproductor “Nostalgia” Genuine Music Player, saca un disco de vinil de “Guem percussions”, acomoda la aguja y le presiona play. “Me gustan las percusiones porque la gente siempre sigue su ritmo, no importa cómo se muevan”, y pone el ejemplo: sube sus brazos y se mueve, efectivamente, hacia la izquierda, hacia la derecha, rápido, lento, más o menos lento y de todas las formas que se le ocurre para mostrar cómo las percusiones mueven hasta lo más profundo del cuerpo, los huesos.

Stop. “Ya les enseñé lo básico del ritmo. Ahora van a escuchar lo mismo, pero orquestado”.

––¿Y cuál le gusta más?

––El puro tambor.

Cambia de canción. Y pone su favorita. Terra da costa / baile jr. / sion.

Se escucha el timbre. Llega el terapeuta. La entrevista termina. Mientras se retira don Federico, la asistente nos enseña otro librero donde hay seres fantásticos, espadas, una esfera de cristal con la que explica la teoría de los universos múltiples, una taza bigotera del siglo XIX, imanes, brújulas solares, balas de cañones, aves disecadas y esculturas de mujeres de civilizaciones antiguas.

––¿Le gusta alguna?

––Ninguna, estoy más acostumbrado a mujeres modernas.

––¿Y hay alguna moderna que le guste mucho?

––Muchas, hay mujeres hermosísimas– dice, y su asistente Margarita, recuerda de repente, “!Ximena, Ximena¡”. El paleontólogo se ruboriza, sonríe, “Ah, sí, Ximena Navarrete. Orgullosamente tapatía”. ¿Le gustaría conocerla? “Sí, sí. Así como habría querido conocer a Einstein o a Darwin, sería un honor conocer a una mujer tan guapa”.

Margarita agrega que el ingeniero es “muy feminista”, que respeta y venera a todas las mujeres. Él dice que sus padres tenían una relación más equitativa que lo común para su época. “Eran muy abiertos y permisivos”.

––¿Sus padres eran religiosos?


––Mi madre era religiosa tibia. Mi padre, liberal.

––¿Y usted?

––Por lo que sé, soy agnóstico. Por lo que sospecho, soy ateo.

 “Me gustan las percusiones porque la gente siempre sigue su ritmo, no importa cómo se muevan”

La Química fue el camino


Se tituló como químico-farmacobiólogo en la Facultad de Ciencias Químicas de en la Universidad de Guadalajara. Solórzano Barreto fue profesor de geología, de pre-historia y de geología histórica en la Facultad de Filosofía y Letras es investigador del Instituto Nacional de Arqueología e Historia desde 1973 y curador general del Museo Regional de Guadalajara de 1976 a 1979. Curador de Paleontología o Prehistoria en la misma institución luego sub-director y después director del Museo Regional de Guadalajara de 1980 a 1983. A publicado estudios sobre la Prehistoria en el Occidente de México y es autor de los primeros cuatro capítulos de la Historia de Jalisco, publicado por el Gobierno del Estado.

Fuente: http://www.fomentar.com/

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