Viernes, 22 de Noviembre 2024
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Pasado quimérico

Toro, el personaje de Johnny Depp, atrae las miradas en el nuevo filme de El llanero solitario

Por: EL INFORMADOR

El llanero solitario es una fantasía ejecutada con el estilo pulido de la empresa Disney. ESPECIAL /

El llanero solitario es una fantasía ejecutada con el estilo pulido de la empresa Disney. ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (21/JUL/2013).- El Oeste, así en general, fue el gran territorio de la imaginación para muchas generaciones del siglo 20. Hoy, la mitología del vaquero, el caballo, la pradera, la cantina, los duelos de pistola, los ataques de indios y los salvamentos de la caballería, han caído en desuso. Los carcome la urbanización, lo políticamente correcto, el detalle histórico y los afanes de realismo. El llanero solitario es una fantasía ejecutada con el estilo pulido de la empresa Disney, y el modo rimbombante tan del gusto del productor Jerry Bruckheimer. Su director, Gore Verbinsky, desempolva viejas ilusiones maniobrando lances imposibles, humor inconveniente, violencia ágil, simbolismos sociales, personajes excéntricos, y muchas referencias genéricas.

El cambio más notorio, y polémico, que efectuaron los guionistas y el realizador, consistió en  desplazar el protagonismo de la historia, del justiciero enmascarado al que fuera  su tradicional compañero de aventuras, el indio comanche llamado Tonto. El giro, además de novedad, proporciona un soporte estructural a la trama. La cinta inicia en 1933 en San Francisco, California, con un niño que asiste a una feria de diversiones mecánicas y otras atracciones. Al entrar en una carpa con dioramas de escenas del viejo Oeste, el chamaco se encuentra con un escaparate en el que hay la figura de un anciano nativo americano con el letrero: “El noble salvaje en su hábitat”. De esa coincidencia nace una narración que se remonta al año 1869 y a la perspectiva del indígena. Al final ese movimiento regular entre dos planos temporales -el presente del niño y el pasado de la leyenda- se torna muy interesante porque señala sutilmente la relevancia de las ficciones para nuestra comprensión del mundo.  Hay otro trasfondo denso, que es tema tradicional del western, el cual apunta al reconocimiento de las bases legítimas de la autoridad, tratando de demostrar, por vía del conflicto dramático, que ni la fuerza bruta ni la riqueza proporcionan un sustento moral aceptable.

El argumento establece una curiosa matemática del número dos entre los personajes. Si hay un dúo protagonista también hay un dúo antagonista, y luego un dúo femenino y otro infantil. Los villanos son adecuadamente siniestros y peligrosos. Uno es un pistolero cruel desfigurado por una cicatriz en el rostro. El otro un avaricioso calculador con pinta de señor respetable. En el caso de las figuras femeninas el trazo no es tan afortunado, y su intervención es muy ocasional. Sin embargo, merece mención la extravagante madame con pierna de rifle.

El intento de modernizar, o más bien, adecuar a los tiempos actuales esos relatos de hace 80 años, se nota especialmente en la actitud sarcástica con que se abordan aquéllos elementos que fueron sus emblemas, como si fuera necesario mostrarlos ridículos. Así sucede cuando el héroe del antifaz lanza su otrora famoso grito: “Hi-yo, Silver” y con el comentario final sobre el sentido que tiene en español la palabra tonto.

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