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Parque Alcalde, el lugar de la nostalgia

A 50 años de su inauguración, las familias tapatías asisten con tradición al punto donde nació “la ciudad de las rosas”

Por: EL INFORMADOR

Probablemente son los paseos en lancha y en tren los más característicos de este parque inaugurado el 30 de diciembre de 1961.  /

Probablemente son los paseos en lancha y en tren los más característicos de este parque inaugurado el 30 de diciembre de 1961. /

GUADALAJARA, JALISCO (31/DIC/2011).-Bajo los rayos del Sol relucen las opacas bombillas azules, amarillas, rojas y verdes sobre la calle Jesús García, muy cerca del Centro Histórico de Guadalajara. Las letras de colores afirman que ahí está erigido el mítico Parque Rehilete Alcalde. Hoy, en su 50 aniversario, este espacio de entretenimiento familiar demuestra que el pasar de los años no es suficiente para que los tapatíos lo olviden.

Siendo las 16:00 horas de un martes cualquiera, una familia se fotografía a la entrada del lugar; cada integrante del grupo lleva puesta una de esas clásicas viseras de fommy en color mate con figuras animales. Parecen estar contentos, satisfechos después del paseo; ahí parados, formando un pequeño círculo, miran atentos el álbum fotográfico que acaban de crear hace un par de horas en su cámara digital, con estampas de un paseo que no se olvidará.

Al atravesar el enorme portón que da la bienvenida, se visualiza una serie de escalinatas blanquecinas que descienden y guían hasta un lago –muy parecido a una enorme fuente– con 1.50 metros de profundidad y vestido con diminutas lanchas de pedales que se mueven entre los patos.

Josué grita con asombro ahí; los patos que nadan en el espejo de agua se han acercado demasiado a la lancha en la que el pequeño pasea tranquilamente acompañado por sus progenitores. Entre risas, los adultos aseguran al menor que las aves en color café, blanco y negro, son “buenas”: “No te pasa nada, a mí no me hacían nada cuando me traía tu abuelo”. El niño sonríe y se recuesta en las piernas de sus padres, quienes no paran de pedalear en el lago verdoso.

A primera vista se contabiliza a 20 personas. Todas se divierten por igual entre los juegos mecánicos que visten al inmueble que por más de cinco décadas se ha convertido en punto de reunión de propios y extraños de Guadalajara y sus alrededores.

Guillermo Gómez Sustaita, investigador urbano y cronista de la Perla tapatía, respira profundo con un cierto aire de nostalgia. Recuerda cómo inició este parque, el que significaría para Guadalajara un inequívoco símbolo de urbanización y crecimiento de infraestructura en la década de los años sesenta.

“Vale la pena recurrir un poco a la memoria, porque este parque es más que un icono, un orgullo para los tapatíos... y lo sigue siendo para muchos que pasaron su infancia y juventud aquí”, dice el experto al asegurar que algunas parejas consolidaron y se juraron amor eterno entre las bancas de concreto del parque, por lo que este sitio conserva la estampa tradicionalista de lo que sería posteriormente una Guadalajara contemporánea.

Habría que preguntarle al abuelo, a la madre y a uno mismo, para destapar el baúl de los recuerdos. Cuestionar cómo lucía el “Rehilete Alcalde” en sus primeros pasos y cómo dejó de ser el basurero municipal para transformarse en punto de reunión casi obligatorio hace algunos años.

“El Parque Alcalde representa el primer rescate ecológico del Valle de Atemajac, puesto que era el basurero municipal, aquí eran las famosas barranquitas (…) era tierra de nadie”.

Aunque sea una sorpresa para algunos, el cronista tapatío asegura que fue en el Parque Rehilete Alcalde donde a Guadalajara se le nombró “la ciudad de las rosas”, esto debido al ornamento de rosales que fueron donados por una empresa estadounidense durante la inauguración del recinto lúdico.

El centro de municipio (este centro que ya no lo es del todo) se llenaba de color y esparcía alegría a sus habitantes. Los planos no mienten, cercanos a la construcción del parque sólo existía el popular barrio del Santuario, y hacia el Poniente el Panteón de Mezquitán, “lo demás no existía”, explica Guillermo Gómez Sustaita mientras observa cada rincón del Rehilete Alcalde.

“El parque –añade–, es de un tipo de arquitectura funcional contemporánea que aprovecha los materiales presentes, desde las paredes de piedra para levantar los cimientos que se trajeron de Europa, Estados Unidos y otras partes de México (…) la fuente-lago, que es de modelo italiano, y con su ornato el parque se convirtió en un lugar de encanto para propios y extraños, porque los jardines eran preciosos”.

Fue más de un millón de rosales los que se plantaron al interior del Rehilete Alcalde, lo que hacía la distinción entre los demás parques, como el Revolución, San Rafael e incluso el mismo Agua Azul.

“Los norteamericanos obsequian a Guadalajara un millón de rosales, en ese entonces no teníamos ni un millón de habitantes, si las hubieran repartido (las rosas) les hubiera sobrado. Era el primer vivero para reproducir rosales; ahora es un área que está abandonada, porque lamentablemente la siguiente gestión municipal se olvidó de eso, pero es aquí donde inicia aquella fama que ilustró a Guadalajara, como la ciudad de las rosas”.

Todos atentos


En los periódicos de la época, con bombo y platillo se anunciaba la tan esperada inauguración del parque de “gran magnitud y belleza”, en funciones del entonces alcalde de Guadalajara, Juan I. Menchaca, y del gobernador del Estado, Juan Gil Preciado. La inversión para esta magna obra ascendía a poco más de siete millones de pesos.

“El Ayuntamiento de Guadalajara hace un rescate ambiental que viene a constituir el desarrollo urbano de los años sesenta, la década mágica de Guadalajara, en la que se consolida como la segunda ciudad de la República más idónea para vivir en muchos aspectos”, explica Gómez Sustaita.

Y justamente así lo recuerda Carlos Gallardo, un hombre que desde 1975 es asiduo visitante del parque, en su momento su hija Maite era a quien llevaba de paseo, ahora se encuentra con Carla Isabel y Jaime Daniel, sus nietos.

“Aquí pasé mi infancia, yo vivía cerca del parque; el trenecito y las lanchas me traen muy buenos recuerdos de mi infancia y ahora decidimos traer a los niños”, comenta Maite, quien es ama de casa y desciende un poco eufórica del “Nessi”, una especie de mini montaña rusa.

Don Carlos destaca la limpieza del parque y las varias remodelaciones que ha tenido en su historia. Recuerda las tardes en las que jugaba con sus hijos en aquellas áreas verdes y modernas de la zona Norte de Guadalajara, pues hasta ese entonces era el único parque con juegos mecánicos en su tipo.

Josué –el niño que antes estaba en la lancha– sigue disfrutando del parque, sus padres y su hermano menor –en brazos todavía– le siguen de prisa, hasta el “Playland”, el más grande del mundo y que se encuentra en el parque. La familia Sánchez Valle ya subió a las lanchas, al tren panorámico y a los más de 20 juegos mecánicos.

“Estamos disfrutando de la semana. Yo vengo desde que era niño, lo bueno es que no lo han dejado desaparecer, pero sí está un poquito solo. Como todo parque es un lugar de esparcimiento para la familia, no son de los parques que siempre encuentras llenos (de gente); si le siguen dando apoyo y lo administran adecuadamente va a seguir siendo un bonito parque. Faltan áreas verdes dentro de la ciudad como éste”, comenta Guillermo Sánchez, el joven padre de familia.

Por su parte, Gema Valle, su esposa, recuerda a la perfección las tardes amarillentas al interior del parque: “Las lanchas siempre me han llamado mucho la atención, pero ahora la atracción es el ataque de los patos, porque te están siguiendo todo el tiempo para que les des de comer, para los niños eso fue muy divertido; Josué apenas veía a los patos, se emocionaba”, comenta la madre entre risas.

El encanto escénico

Guillermo Gómez Sustaita destaca que el parque lleva el apellido de un ilustre obispo de la ciudad, Fray Antonio Alcalde. Sigue recorriendo cada sendero del lugar y escucha con claridad el pasar del trenecito panorámico, el graznido de los patos, el motor de la pista de Go-Karts y las risas de quienes disfrutan del carrusel.

“Es un parque con un encanto escénico”, advierte el cronista.

Curioso resulta que al parecer la llegada del año 2012 traerá consigo la posibilidad de hacer de este lugar una escenario otra vez, con el ballet El lago de los cisnes, un clásico que se montaba en la ciudad (en este sitio) en el marco del Festival Cultural de las Fiestas de Octubre.

Aunque aún se encuentran en los ajustes necesarios para dicho acto, se estima que con esto el Parque Rehilete Alcalde retomará con fuerza las actividades culturales en sus más de 30 hectáreas de superficie.

“Las familias buscan espacios de toda naturaleza, pero el Parque Alcalde, en ese contexto, conserva esa belleza y la funcionalidad, es seguro. Los parques eran lugares mágicos a los que iban los niños de manera muy inocente e ingenua, no necesitábamos tantas cosas para divertirnos como ahora”, suspira Guillermo Gómez Sustaita.

Para saber
Un sitio de magia

El 30 de diciembre de 1961, a las 11:00, se inauguró formalmente el parque en presencia del presidente municipal de Guadalajara y el gobernador del Estado, Juan I. Menchaca y Juan Gil Preciado, respectivamente.

Con esta obra, el Ayuntamiento tapatío rindió honores a Fray Antonio Alcalde,  reconocido en la ciudad por sus labores humanistas y religiosas.

Durante un largo periodo el lugar se convirtió en escenario del ballet El lago de los cisnes que cada año se presentaba en el marco de las Fiestas de Octubre.

Todavía hoy es uno de los lugares de esparcimiento más importantes de la ciudad, pero sobre todo, es un sitio lleno de nostalgia, lo que quizá ha sido fundamental para mantenerlo con vida.

Parque Rehilete Alcalde

Calle Jesús García. Col. Alcalde/ Barranquitas / Abierto de miércoles a domingo, de 10:30 a 19:00 horas /

Precios desde 12 hasta 80 pesos.

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