Panteón de Dolores

GUADALAJARA, JALISCO (13/OCT/2013).- La calle de Dolores de Jerez, donde curiosamente hace cerrada la calle Reposo, se encuentra el admirable Panteón de Dolores. Sitio de reposo final, frontera ineludible, donde la expresión arquitectónica se manifestó con riqueza de detalles, algunos originales. De la Capilla del Diezmo. Caminamos la calle Independencia con sentido sur y a dos cuadras giramos a la derecha por la calle del Panteón, al terminar la calle nos cautivo la Capilla de Dolores, su puerta en arco de medio punto, con la Virgen de Dolores en su clave, animada por palmas, el vano fue enmarcado por medias columnas toscanas. Sobre la cornisa, la ventana coral, vertical y con una almena por costado, arriba, un elaborado nicho enconchado, con la Santa Cruz, volutas en su inicio, columnillas corintias sostienen una labrada cornisa con ángeles. Por remate una cruz de cantera entre almenas. Del lado derecho se levantó el campanario, de un sólo cuerpo y de planta cuadrada, con un vano arqueado por cara y cubierto por cúpula.

En 1799, Jerez fue visitado por el obispo de la Nueva Galicia, Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo, a quien el cura Juan de Dios Torre le planteó la necesidad de un camposanto. Para 1806, entró como cura Martín de Góngora y se enteró de que doña María Antonia Salazar tenía una imagen de la Virgen de Dolores en su oratorio, que a petición de los vecinos abrió al público. Con el argumento de que no tenía el consentimiento del obispado para tal culto, el cura le solicitó al juez real recoger la venerada imagen. Para 1812, el capitán José María Pascual Sánchez de Lodosa le ofreció al cura edificar una capilla para la querida Virgen en el barrio El Rescoldillo, a los dos años se construyó; el potrero anexo se destino como camposanto. Posteriormente se prohibió sepultar en los atrios o templos.

Luego de levantar la barda del panteón con adobes, se pusieron cruces de cantera para vía crucis y el cancel de la entrada fue forjado entre 1860 a 1870.

Del lado izquierdo de la Capilla, vimos aquel cancel de dos hojas y rematado en abanico, pues obedece a un arco de medio punto, sobre capiteles toscanos, embellecido por columnas dóricas a los costados. El canto del arco dice: “PANTEÓN DE DOLORES”. Al entrar fuimos maravillados por preciosas tumbas de cantera, cada una con detalles singulares. Un pergamino reza: “Francisco Llamas Baldes agosto 8 de 1859” abajo, “A PERPETUIDAD”. Una tumba con medallones sobre sus costados, el de enfrente con inscripción: “A la memoria de la señora Valdez”. Sobre una basa, una hermosa niña de pie, con sus manos unidas y la cabeza un tanto inclinada. El mausoleo de Guadalupe Zúñiga con refinadas almenas, a un costado, un ataúd con patas esféricas. El sepulcro del niño Fernando Cabral con volutas, uno con argollas y otro con rejas abrasadas por columnas con almena esférica. Una tumba muy peculiar es la de Trinidad Llamas de Berumen, con una persona de pie en su cresta, con falda larga y pliegues, cubierta casi toda por un manto, ocultando su expresión. La de Epigmenia C. de Sánchez con una bizarra cruz. Una nos mostró columnas estriadas con capiteles corintios y otra volutas salientes en sus esquinas y ángeles en sus costados. Una luce una torrecilla de planta cuadrada y con vanos trilobulados y  otra cercana presume de un obelisco. No lejos miramos una sepultura con frazadas en sus almenas. Una fue rematada por frontones y otra con círculos en sus esquinas, formados por balaustres. Una nos enseñó una exquisita almena con hojas salidas en cada esquina de su basa y otra, un saliente cornisamento dentado. La de Inocencia Ceballos, con paredes inclinadas en su féretro. Una nos presumió de su cruz suspendida por volutas en diagonal. Epitafios: “Partiste para siempre de este mundo, mi corazón se oprime de tristeza”, “Duerme dichoso en paz”.