Padres ausentes, ajustes emocionales

GUADALAJARA, JALISCO (15/OCT/2013).- Alejandra Jiménez cambió de apellido después de encontrarse con su padre. En sus 22 años de vida, jamás lo había visto, incluso —hasta antes de que cumpliera ocho años— pensaba que estaba muerto.

La joven desplazó su apellido materno con la ilusión de iniciar un nuevo camino con él. Estaba feliz por haberlo encontrado y porque él había accedido a reconocerla como su hija.

El reencuentro con su padre prometía muchas cosas: recuperar el tiempo perdido, sanar las heridas del pasado y recompensar económicamente las carencias y dificultades que Alejandra vivió con su madre. Todo fue bien hasta que él comenzó a hablar de más de la madre de Alejandra. Al final, fue ella quien decidió poner fin a la relación.

Hoy, pasados cuatro años del encuentro y ruptura, Alejandra asegura que ya ha superado el ''trauma'' de crecer sin padre.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2010 Jalisco registró 433 mil hogares sostenidos por mujeres, mientras en el resto del país la cifra ascendió a los seis millones 916 mil 206 núcleos familiares que tienen como pilar fundamental la figura femenina. Sin embargo, la cifra puede no ser del todo cierta, pues no se precisa si en dichos hogares existe o no la figura paterna.

Lo que también es un hecho, cuyas estadísticas son poco claras aún, es que cada vez  son más las madres que abandonan a sus hijos.

La verdad, ni más ni menos

Guadalupe Covarrubias de la Torre, responsable del Servicio de Psicología Clínica para Niños del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), explica que la falta de un padre puede manifestarse de manera física: cuando el hombre abandona el hogar, o de manera emocional: cuando el padre no expresa sentimientos de cariño y fraternidad y sólo se limita a su obligación de manutención, pero el individuo vive en la misma casa.

La especialista señala que entre los principales errores de una madre al verse sola al cuidado de sus hijos, es distorsionar la realidad.

''La mejor manera para evitar que el niño lo tome a mal —la ausencia o abandono del padre—, es no ocultarle la verdad, porque a la larga la realidad se le hará presente. Sostener una mentira se vuelve complicado'', advierte Covarrubias de la Torre.

Por ejemplo, en el caso de un fallecimiento es necesario explicar que el padre murió y evitar caer en el cliché de que ''papá se fue al cielo'', pues esto puede crear en el infante una ilusión de que podrá verlo de nuevo al morir, o incluso, esto podría convertirse en un deseo..

Cuando la ausencia del padre se debe a un divorcio, también hay que establecer ante los hijos el estatus de la relación. A partir de los seis años, los niños comprenden las particularidades de una separación.

Aunque sea doloroso tanto para la madre como el hijo, Covarrubias de la Torre destaca que en los conflictos que surgen en la relación afectiva de padre e hijos, los menores deben entender la postura de la figura paterna; es decir, si el hombre no desea verlos más, no es responsable y formal con sus tiempos de convivencia, o no coopera económicamente, la madre no debe impulsar el hecho de que sus retoños se alejen de él.

A menos de que la convivencia con la figura paterna represente un riesgo en la integridad de los hijos, es un juez el que determina cuándo, cómo, por qué y dónde los niños pueden estar con él.

Guillermo Ogarrio Saucedo, presidente del Colegio de Derecho de Familia y Derecho Civil de Jalisco, explica que cuando existen intereses de por medio lo más recomendable es solicitar asesoría legar profesional y lograr acuerdos para establecer los derechos de manutención bajo las disposiciones de orden público, que estarán por encima de la voluntad de papá y mamá.

FRASE

''La mejor manera para evitar que el niño tome a mal  la ausencia o abandono del padre, es no ocultarle la verdad ''

Guadalupe Covarrubias de la Torre, terapeuta.


La vida sin papá

Aunque hay quienes aseguran que el padre no es totalmente necesario en la formación de los hijos; lo cierto es que su presencia es elemental para que los chicos (niños o niñas) desarrollen o no algunos aspectos de su personalidad.

El padre, afirman los terapeutas, es importante para la consolidación de la identidad sexual tanto en los niños como en las niñas. Los varones aprenden del comportamiento masculino de sus padres en las interacciones familiares.

En cambio, para las pequeñas, la relación con papá —especialmente si es cariñosa y protectora— fomentará su feminidad.

''Los expertos han encontrado que hombres y mujeres que tienen identidades sexuales inseguras o negativas, han experimentado una baja presencia del padre durante la niñez, ya sea porque estuvo ausente, porque los rechazó o porque ejerció sobre ellos una autoridad rígida o castigadora'', establece un estudio realizado en Estados Unidos.

Pero como toda regla, ésta tiene sus excepciones, y el comportamiento de los hijos estará también regulado por las aportaciones de la madre y la forma en que maneja su estatus y lo expresa a sus hijos.

Existe una amplia evidencia de que los hijos de familias divorciadas o separadas en promedio exhiben más problemas conductuales, y están menos capacitados académica, social y sicológicamente que aquéllos de familias en las que no se ha presentado el divorcio.

No obstante, entre los propios psicólogos, es permanente la discusión sobre si los diferentes problemas que presentan los menores son producto de la separación misma o de los conflictos que acontecen antes de que se concrete la separación de los progenitores.