Suplementos | Por Pedro Fernández Somellera Otra de piratas Las historias en el mar son casi las mismas que en el pasado: embarcaciones que deben protegerse de malhechores que rondan las aguas Por: EL INFORMADOR 30 de septiembre de 2012 - 02:02 hs Embarcación. El Catalunya llegando sin novedad al Puerto de Izmir en Turquia. ESPECIAL / GUADALAJARA, JALISCO (30/SEP/2012).- Comienzo este relato pidiendo una disculpa por el error que tuve en la entrega de hace ocho días, al mandar –en formato muy pequeño e imposible de imprimir– la foto del velero de mis amigos, de los que les platiqué que habían sufrido el gran susto al escaparse de ser asaltados por piratas mientras navegaban hacia Europa por el Atlántico, muy alejados (casi dos mil kilómetros) del continente africano, por tener que evitar los países en donde les era prohibido desembarcar, debido a la política racista (apartheid) que privaba en Sudáfrica, su país de origen. Los editores de EL INFORMADOR –a quienes agradezco–, haciendo un gran esfuerzo, tuvieron que poner una muy buena foto de unas embarcaciones misteriosas de aspecto pìratesco que flotaban cerca de Estambul; con una bonita vista de la imponente Agia Sophía vislumbrándose al fondo. Mis disculpas a ellos y a ustedes. En esta nueva foto sí aparece el barco “Catalunya” (Sea Yatch) entrando al puerto de Ismir en Turquía, con sus velas marrón y la familia Du Plessis como tripulación; a quienes con enorme gusto esperábamos en el muelle, con bebidas y botanas, trepados en el “On Toy”, nuestro (Land Yatch), para celebrar su regreso de alguna isla griega cercana, a donde habían tenido que ir para sellar sus pasaportes y así comprobar ante las autoridades turcas, que no habían estado más de tres días en su país, debido al mismo rechazo al apartheid infame (por fortuna esta política ya fue abolida). La práctica que está siendo usada por los piratas modernos –y de la que se escaparon nuestros amigos– es que… los bandidos se acercan, aparentemente en franca cordialidad, a “convivir un poco” en aquellas lejanías, con la familia que tranquilamente navega en su propio yate. Y... al hacer la aproximación… con el gancho que usan para allegarse las cuerdas, simplemente prenden al capitán tirándolo al mar con un sencillo jalón; mismo que se aleja para siempre perdido en el mar. Acto seguido proceden a abordar, haciendo de las suyas con la indefensa familia, a quienes, después de hacer sus fechorías, igualmente la tiran por la borda para apropiarse del barco y llevarlo hasta su puerto guarida en donde, con una grotesca pintura le borran nombre, bandera y apariencia. Lo cargan hasta el tope con droga o contrabando. Hacen un viaje con él, y… posteriormente lo incendian, hundiéndolo a medio mar para borrar toda evidencia. Nada se sabe, y nada se supo de aquella familia que desapareció –quizá debido a una terrible tormenta– en medio del ancho mar. Nuestros amigos Du Plessis, tuvieron la suerte de escaparse de esos piratas. En primer lugar, por la oportunísima actitud de Pearl, de sospechar quiénes eran esos rostros morenos que sigilosa e hipócritamente se acercaban. En segundo, porque estos individuos quizá navegaban en una no muy moderna embarcación, a la que, con grandes trabajos y técnica marinera de nuestros amigos, pudieron dejar atrás después de varios angustiosos días de persecución. En tercero, la dicha de que (a saber por qué) no hubo ni un solo disparo de por medio. Tiempo después, y muchas millas navegadas, cuando llegaron a un puerto (no me acuerdo dónde), y relataron a otros navegantes el suceso, miles de historias similares fueron escuchadas; desgraciadamente la mayoría de ellas con desastroso final. Nosotros los conocimos un mes después de lo sucedido, en una ocasión memorable cuando, con toda calma, y hasta haciendo broma de ello, Roger nos presumía sus dedos exprimidos por la flecha de la propela al tratar de liberarla de un objeto extraño, que habían sido cosidos –o mejor dicho “surcidos” como calcetín– con la aguja y el hilo del costurero de Pearl, con una media botella de whisky como anestésico. Y bueno… de la persecución y sus angustias, casi como haciendo una obra de teatro, en su mismo barco, nos repetían, caricaturizando, las reacciones que uno y otro habían tenido durante aquellos días y noches de persecución en alta mar. Dicha grande era poder festejar de ese modo la angustiosa huida; y bueno es, pensamos, sacar las angustias y el estrés a carcajadas. La familia Du Plessis actualmente sigue viviendo en su natal Durban en Sudáfrica, afortunadamente ya sin el apartheid, del que ellos siempre estuvieron opuestos; y nuestra amistad sigue siendo vigente como cuando nos conocimos y viajamos juntos: ellos por mar y nosotros por tierra, encontrándonos en lugares y fechas convenidas de antemano. pfs@informador.com.mx PARA SABERCómo llegar Los vuelos a Estambul varían entre los mil y los mil 500 dólares, ya sea por la aerolínea o las escalas. Las empresas que ofrecen el servicio son: - United Airlines - Air France - Aeroméxico - Delta Airlines - Lufthansa Temas Pasaporte De viajes y aventuras Piratas Lee También Esta aerolínea pone promociones a sus viajes con vuelos desde 29 pesos Diviértete con “Elmo” y las fabulosas orcas en San Diego AICM retrasa y cancela vuelos por clima en CDMX Coachella 2025: ¿Cuánto dinero necesitarás para asistir desde México? 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