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Oliver Stone, la estrella más salvaje de Hollywood

El director neoyorquino arribó a la tercera edad consagrado: ha aderezado su autoridad en la industria con la construcción de un perfil polémico y escandaloso, que revela su sólido compromiso moral en contra del poder

Por: EL INFORMADOR

El director de cine, Oliver Stone.  /

El director de cine, Oliver Stone. /

GUADALAJARA, JALISCO (15/JUL/2012).-  Cuando alguien, en cien años, haga el listado de los grandes aportes al cine por parte de los directores estadounidenses, tendrá que incluir por varias razones a Oliver Stone en su colección, quizá tantas como las que considere con la posibilidad de hacerlo a un lado. Para empezar, se trata de un singular autor que ha hecho de su ideología y sus preocupaciones políticas un manifiesto: cree que la ambición corrompe profundamente no sólo a quienes están definidos por ella, sino también a la sociedad que los envuelve, y que ha intentado señalar con ejemplos múltiples cómo el poder, el político en concreto, pero el poder en general, ha definido a una nación y a su mitología: cómo el poder está en la base de lo que sabemos sobre la cultura y la historia de Estados Unidos.

Nacido en Nueva York en 1946 y él mismo soldado en Vietnam, estudiante no graduado de Yale —y después estudiante de cine en la Universidad de Nueva York, donde tomó alguna clase con el mismísimo Martin Scorsese—, Stone se abrió camino en Hollywood gracias a su trabajo como guionista y el público le debe trabajos como "Expreso de medianoche", de Alan Parker, o la original "Conan el Bárbaro" (cuando Arnold Schwarzenegger todavía no era el governator republicano), además de un perpetuo clásico, el "Caracortada" que le permitió a Al Pacino crear uno de sus muchos personajes de culto. La primera cinta, en 1978, le mereció ya un Oscar como escritor y lo convirtió en un nombre clave de la industria.

Toque de Midas

Porque, además de su controversial perfil y de su posición militante, Stone es un hombre de Hollywood, un director, productor, escritor e impulsor de grandes estrellas, con un currículum que ya resulta fundamental para repasar el cine estadounidense de las últimas décadas: tiene encima 31 nominaciones al Oscar —entre las propias y las que han merecido sus películas y sus actores— y tres de esos premios ganados, es un poderoso productor que se involucra en proyectos tan disímiles como thrillers o documentales, cada una de sus muchas cintas —llegó a dirigir nueve en una década— es un suceso incluso si merece malas críticas.

Y tiene una especie de toque de Midas para los actores: ha dirigido a varios de los más famosos de la industria, como se puede verificar al revisar el reparto de la premiada Pelotón: aparte del dato curioso de que aquí el joven Johnny Depp hizo una de sus primeras apariciones, en esta cinta tuvo a Willem Dafoe, Charlie Sheen, Forest Whitaker y Tom Berenger, entre otros. Ha dirigido a Al Pacino, Sean Penn, Tommy Lee Jones, Anthony Hopkins —en Nixon, una de sus cintas menos recordadas pero mejor recibidas—, Michael Douglas, Benicio del Toro, Nicolas Cage, Jamie Foxx y otro montón de ganadores del Oscar, y ha armado repartos que merecen el precio de cualquier boleto, con personajes tan polémicos y famosos como él: James Woods, Nick Nolte, Val Kilmer, Kevin Costner, Robert Downey Jr, Josh Brolin, Colin Farrell, Woody Harrelson, John Belushi, Tom Sizemore, Dennis Quaid, Aaron Eckhart o, por supuesto, Tom Cruise.

De la escandalosa "JFK" a la sentimental "World Trade Center", pasando por los retratos de tiburones humanos como "Salvador" o "Wall Street", Oliver Stone se ha encargado de construir un relato de Estados Unidos en el que los poderosos ascienden pero están condenados a hundirse igualmente, arrastrando con ellos a los que están por debajo.

Un artista con postura política

Fustiga siempre que tiene oportunidad a la soberbia de los imperios y subraya la indefensión de los débiles. Y de este plano moral viene la mayoría de las críticas en su contra: fácilmente lo descalifican como panfletario y maniqueo, mientras sus fans lo celebran por comprometido y firme.

Le dedicó una trilogía a Vietnam y su más reciente película, "Salvajes", se ha trasladado a México para echar una mirada al narcotráfico, pero sigue siendo un retrato de la corrupción de los ambiciosos. Y entre sus trabajos recientes más conocidos están las películas que le dedicó a Fidel Castro, entre ellos "Comandante", un documental que es, en realidad, una larga entrevista con el dictador cubano. Los críticos estadounidenses se dividieron entre quienes alabaron el pulso de la película para retratar al gran Fidel líder y quienes abominaron de cómo Stone le regala 90 minutos de cándidas loas a un megalómano. Mitad y mitad de aplausos y repudio, como casi en todo su trabajo de director.

En medio de las críticas, nadie le puede negar la tremenda energía que exhiben sus cintas, patente en el reclamo que hace constantemente al espectador: toma postura, escoge una posición, porque hay cosas en el mundo que exigen que hagas algo más que conmoverte. Con él, los seres humanos son principalmente trágicos, sujetos que toman decisiones y luego se descubren incapaces de volverse atrás: Al Pacino y los demás futbolistas de "Un domingo cualquiera", por ejemplo, están casados con sus ideas y definidos por sus convicciones, y obligados a seguir el camino elegido para fracasar de manera patética o triunfar sobre los restos de sus propias vidas. Tom Cruise en "Nacido el cuatro de julio" sobrevive a su silla de ruedas a base de pura necedad, los personajes de "Pelotón" atraviesan la selva hasta que los hace estallar una mina o se matan entre sí, los más enfermizos de sus personajes, los de "Asesinos por naturaleza", se arrojan de cabeza a la inercia de sus placeres y por supuesto terminan dándose contra el suelo pero ya sabemos que mientras tanto dejan un regadero de cadáveres en el camino. ¿Qué es su Jim Morrison, si no una especie de adolescente eterno que renuncia al mundo cuando comprueba que sus amigos maduran y pierden, con eso, el encanto? Y de allí habría que advertir el contraste entre dos de sus cintas recientes: Comandante, sobre Fidel, y la encarnizada burla de George Bush bautizada W.

“Su Calderón es nuestro Bush”

Y, por supuesto, el espíritu provocador, el de JFK, que presentó tras una investigación que le permite afirmar que el asesinato del presidente Kennedy estará permanentemente abierto. Es el espíritu de Stone al que siempre se remite quien recuerda que ha considerado héroes a los integrantes de las FARC colombianas o que alguna vez dijo que Hitler había sido un chivo expiatorio. Por otras linduras como ésas ha ofrecido disculpas, aunque no ha tenido que hacerlo en estos días por criticar al gobierno de Felipe Calderón acerca del combate al narcotráfico: “En 1988 México quería un cambio con (Cuauhtémoc) Cárdenas, pero decidieron irse por la derecha y se quedaron allí”. “Su Calderón es nuestro Bush”. Así por el estilo. Y sin embargo dice que le gustaría que su película no se viera politizada: soy un artista, no un analista.

"Salvajes", hasta ahora recibida con regular entusiasmo, es una oportunidad de volver a ver al Stone más estridente. Filma con Demian Bichir, Salma Hayek y Joaquín Cosío, entre otras estrellas mexicanas, y al menos el primero está en la prensa estadounidense identificado como otro de esos actores que trabaja con Stone porque este director se fija en buenos actores. Y ofrece su punto de vista sobre parte del problema del narco, porque, afirma, su principal preocupación es interpretar los hechos —Kennedy, los Doors, Vietnam, Wall Street—: “Es mi responsabilidad digerir lo que investigo y hacer lo mejor que pueda con ello, hasta un punto en el que la responsabilidad se convierta en interpretación”.

Stone se ha encargado de construir un relato de Estados Unidos en el que los poderosos ascienden pero están condenados a hundirse igualmente, arrastrando con ellos a los que están por debajo.

En cines

La historia de “Salvajes”

Dos jóvenes emprendedores californianos han montado un lucrativo negocio de venta de mariguana. Un cártel mexicano de Baja California les exige asociarse. Pero la despiadada jefa del cártel (Salma Hayek) y su brutal matón Lado (Benicio Del Toro) no toman en cuenta la fuerza del vínculo que une a los amigos. Ben y Chon, con la ayuda que les proporciona a regañadientes un corrupto agente de la DEA (John Travolta), deciden librar una guerra imposible contra el cártel.

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