GUADALAJARA, JALISCO (28/AGO/2016).- A un costado del templo zacatecano, Santo Domingo, se encuentra el sorprendente Museo Pedro Coronel, museo de arte universal. Su portada es hermosa, labradas canteras forman un arco moldurado rebajado y un tanto sinuoso, enmarcado por columnas estípites. Arriba del arco, tres medallones y el friso con una concha al centro y ramas con hojas. Sobre la cornisa, un nicho vacio, embellecido por volutas y medias almenas, por remate un frontón triangular. A los lados de la puerta, ventanas verticales con marco en el primer nivel y en el segundo ventanas similares y otras de menor tamaño.Roberto Ramos Dávila citó: “La fundación del Colegio y Templo de la Compañía… tuvo lugar el año de 1616… D. Vicente Zaldívar y su esposa Dña. Ana Temiño, resolvieron proporcionar cien mil pesos, distribuidos en la siguiente forma: 27 mil 400 para la construcción del Colegio, ocho mil para el templo y el resto como recursos de la comunidad, aplicados en la hacienda de Cieneguilla… En 1767 los jesuitas fueron expulsados… sus instalaciones permanecieron silenciosas hasta 1785 en que se abrieron para recibir a la orden dominica que se hizo cargo de ella y estableció ahí el Colegio de la Purísima Concepción del Orden de Predicadores, continuaron en él hasta 1859… las leyes de reforma les llevó a abandonar el claustro”. En 1825, parte del convento fue ocupado por la cárcel y por el cuartel (donde funcionaba la imprenta del estado desde un año antes). A partir de 1859 se contó con todo el espacio, “se establecieron talleres y una escuela primaria”, se llegó “a la reducción de la condena por el aprovechamiento que tuvieran en la escuela”.En 1962 la cárcel fue cambiada y la labor de rescate comenzó después. Posteriormente, Raúl Toledo y Federico Sescosse invitaron a Pedro Coronel a traer su exposición que se exhibía en Bellas Artes, al antiguo Colegio de la Compañía. El 8 de mayo de 1983 se inauguró el museo, que atinadamente se llamó “Pedro Coronel”, la exposición quedó permanente, y el artista la enriqueció con varias colecciones, que a través de muchos años y de lejanos viajes fue logrando.Desde la banqueta del museo, miramos el Templo Santo Domingo y a lo lejos, el precioso Cerro la Bufa, con su vistosa oruga rocosa. Al entrar fuimos maravillados por el claustro de cuatro corredores, arqueados en medio punto, alegrados por esculturas de Pedro Coronel, entre ellas: la Venus negra, de basalto, con su pierna derecha cruzada y senos firmes; un torso italiano desnudo y la mujer griega. Luego de admirar las esculturas entramos a la fabulosa Biblioteca Elías Amador, bastantes ejemplares provienen de bibliotecas conventuales, cuenta con la primitiva constitución del estado de Zacatecas y el manuscrito del Diario histórico de México, del oaxaqueño Carlos María Bustamante, comprende 42 volúmenes. En la escalera miramos el mausoleo de José María Echeverría, quien fuera gobernador de Zacatecas, con ramas de palmera y a la diestra un bonito ángel de la muerte. Tumba traída del panteón de La Purísima.En el segundo piso, apreciamos la Colección de Piranesi, grabados arquitectónicos de la Roma Imperial, fachadas clásicas, portales de altas columnas redondas con capiteles dóricos y frontones triangulares. Después entramos a la fascinante Sala Oriental, salpicada de pinturas y esculturas, obras de India, Japón, China, Nepal y Tailandia. Los corredores animados de mamparas, con expresivos cuadros de talentosos maestros del siglo pasado: litografías de Segal, Dalí y Calder; serigrafías de Vasarely; aguasfuertes de Picasso y creaciones de Coronel y Miró. La Sala Arte Colonial Mexicano, con un crucifijo del siglo XVI, esculturas y unos lienzos, entre ellos el Cristo de Chalma de Miguel Herrera. Enseguida conocimos la Sala de Arte Africana con yelmos, máscaras y estatuillas. La Sala Hipertextual, nos mostró los nexos estéticos y simbólicos entre las piezas. Pedro Coronel expresó: “Poco a poco fui adquiriendo las piezas que tenían mayor significado para mí y me formé una idea propia de lo bello”.