GUADALAJARA, JALISCO (14/AGO/2016).- La esquina zacatecana de Colón y Seminario ostenta de los expresivos espacios del Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez. La finca antaño fue el Seminario Conciliar y Tridentino de la Purísima, impulsado por el obispo José María Guerra. La obra inició en 1869 y abrió sus puertas por 1888. Ramón López Velarde lo evocó: “Mi padre me llevó al Seminario de Zacatecas, apenas había yo estrenado el primer pantalón largo… después del toque de silencio, cuando el faro de la Bufa mandaba sus destellos hasta la fuente del patio principal, y algún seminarista, con sorda pisada, iba por agua hasta la fuente, se veía al Rector andar solo por los corrillos”. Para 1964, el gobierno optó por rescatar el antiguo Colegio Mayor de los jesuitas, que estaba ocupado por la penitenciaria del estado, la cual se cambió al Seminario, permaneciendo hasta 1995. En 1997 Manuel Felguérez donó sus obras para abrir un museo en la cárcel, siendo inaugurado el 4 de septiembre de 1998, posteriormente se amplió y sus salas fueron embellecidas por más donaciones de otros artistas.Del Instituto Zacatecano de Cultura, regresamos rumbo al Centro, vimos una escultura de un minero con un marro en sus manos, una inscripción en su pedestal dice: “EN MEMORIA DE LOS MINEROS ZACATECANOS QUIENES HAN FORJADO Y LABRADO EN LAS ENTRAÑAS DE ESTA TIERRA…”, luego de andar un insólito callejón, fuimos cautivados por la capilla del museo, la puerta en arco de medio punto sobre capiteles dóricos, enmarcada por un trío de columnas redondas por costado, con capiteles de igual orden y frisos animados con triglifos y metopas, arriba, la ventana coral, vertical, las columnas se repiten pero con capiteles jónicos. Del lado izquierdo, arcos arbotantes, y del diestro, ventanas arqueadas con forja y entre ellas la entrada al museo. El zaguán nos llevó al bonito patio de cuatro corredores, con arcos trilobulados, espacio alegrado por hermosas esculturas de exquisitas formas y de diversos materiales, creaciones de: Yuonne Domenge, Pablo Kubli, Ernesto Álvarez, Ernesto Hume, Pedro Martínez, Luz Zaga, Arno Avilés y María José de la Marroca. “Las formas y el lenguaje utilizados dan cuenta de las emociones y de la visión del mundo de cada artista participante, prevaleciendo en esta la diversidad y la armonía del conjunto”. Esculturas de buenas dimensiones y de atractivos lenguajes geométricos: espirales, hexágonos, danzas simétricas y asimétricas, sensuales curvas, y caprichosas líneas; Sala de La Ruptura. “Generación de la ruptura es el nombre con el que se conoce al grupo de jóvenes artistas que a mediados del siglo XX cambiaron el modelo de trabajo artístico en México. La propuesta de los rupturistas se orientó a la apertura hacia todos los lenguajes y corrientes artísticas”.A unos pasos apreciamos, Los Murales de Osaka, “Es una muestra de heterogeneidad y conjunto armonioso”; Artistas en Divergencia, “La generación en divergencia agrupa a los artistas nacidos entre 1935 y 1945, son la generación inmediata a La Ruptura”, un madero con finos contornos y lienzos con formas curveadas y colores alegres; Artistas en Tránsito, “los nacidos entre 1945 y 1955, hicieron sentir su presencia en la década de los ochenta… combinando la tradición del arte mexicano”. Entramos emocionados al coro de la capilla, de donde miramos algunas piezas de Felguérez, como el Retablo de los mártires. En el área de las celdas cuelga la Colección Antológica de Felguérez, “que da cuenta de su versatilidad, así como de su abundante y multifacética producción”, fuimos recorriendo los puentes de fierro paulatinamente, observando cada cuadro, cada expresión. Vimos una celda avivada por imágenes de guapas divas.Más adelante, La Maquina estética, “Felguérez diseñó un programa informático que permitía la construcción, casi ilimitada, de nuevos ”. En la capilla observamos de cerca las obras. Después admiramos los fantásticos arcos de Jesús Mayogoitía, y por último contemplamos unas piezas de Pedro Martínez Osorio, de María José de la Macorra y de Luz Zaga, todas con fabulosos diseños.