Miércoles, 04 de Diciembre 2024
Suplementos | Al salir de la iglesia de Fátima apreciamos el hechizante Cerro la Bufa

Museo Francisco Goitia

Al salir de la iglesia de Fátima apreciamos el hechizante Cerro la Bufa, que se pavoneaba de su cresta rocosa, curveada y con cortes verticales

Por: EL INFORMADOR

Museo Francisco Goitia, uno de los tesoros culturales de Zacatecas. ESPECIAL /

Museo Francisco Goitia, uno de los tesoros culturales de Zacatecas. ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (20/NOV/2016).- Sobre la avenida zacatecana llamada, “General Enrique Estrada”, de la colonia Sierra de Alica, se ubica el fabuloso Museo Francisco Goitia. Antaño, Residencia del Gobernador, abrió sus puertas en 1942, albergó a tres gobernadores, después fue ocupado por diversas oficinas públicas y por los setentas, Casa del Pueblo, alojando y alimentando a estudiantes de escasos recursos. El 8 de septiembre de 1978, el INBA inauguró la Residencia como, “Museo Francisco Goitia”.

Al salir de la iglesia de Fátima apreciamos el hechizante Cerro la Bufa, que se pavoneaba de su cresta rocosa, curveada y con cortes verticales. Luego bajamos por la calle Manuel Ponce, que desemboca en la referida avenida, delimitada por el encantador parque de igual nombre, viramos a la derecha y a corta distancia vimos el Museo Francisco Goitia, la construcción, ecléctica, con elementos neoclásicos y otros de influencia francesa (como sus techos para nieve), de poco aporte. La finca está rodeada por agradables jardines. En el vestíbulo observamos dos autorretratos de Goitia, despeinado, con barba blanca y mirada profunda. Enseguida, pasamos a la Sala Goitia: México y Europa (Barcelona y Roma), admiramos sus lienzos, entre ellos: Paisaje de olivares, Pirámides de Teotihuacán y Paisaje de Santa Mónica, armonía de silos. “Se preparó técnicamente toda su vida, dando al país su obra, contribuyendo con esto al llamado Renacimiento Plástico Mexicanos, considerándosele como un pintor esencialmente moderno, sin pertenecer a ninguna corriente ni escuela. Desde 1920, construyó una choza de adobe y láminas en Xochimilco, y durante, cuarenta años, la llamó, su hogar, habitándola intermitentemente y regresando siempre, donde vivía con sencillez y extrema pobreza, como un anacoreta franciscano”.

Después, ingresamos a la Sala Lo Fantástico y Lo Grotesco, “Muchos pintores trabajan con símbolos y sus predilecciones temáticas se basan en el decadentismo, lo exótico y exquisito como una forma de venerar su belleza”, tales como: La mendiga de Julio Rúelas, Dos generaciones de Rafael Coronel y Maderista de Goitia. Luego miramos la Sala El Oscurantismo, “En el arte mexicano hay ejemplos diversos de pinturas que plasman en sus obras una serie de vivencias que tienen como motivo fundamental las oscuridades del alma, sus motivos se basan en la tenebrosidad de diversos momentos vividos en carne propia”. Apóstoles de Pedro Coronel y Cabeza de ahorcado de Goitia, entre otros.

Entramos a la Sala del Retrato y la Academia, “Los preceptos de la Academia utilizados en México durante los siglo XVIII y XIX se basan enteramente en el conocimiento de la forma, la profundidad, el equilibrio y la proporcionalidad”. Espacio donde cuelga, “Tata Jesucristo”, obra de Goitia (1927), dos mujeres lamentando su tragedia. Cerca, el retrato de Jesús Lujan de Julio Rúelas, “En 1904 se instaló en Paris donde aprendió el arte del Grabado de Aguafuerte… Maestro consumado, hizo dibujos macabros y dolorosos, trazados siempre con el sentimiento poético”. En el pasillo de esculturas, contemplamos los desnudos de José Kuri Breña, “La mayoría de sus trabajos fueron realizados con técnica impecable, destacándose por sus temas, así como en la factura de orfebrería y joyería, utilizando además, del ónix, bronce y mármol, el cristal de roca, el oro y la plata”. A unos pasos nos asomamos a la Sala La Ruptura, “El movimiento de ruptura que iniciaron diversos artistas mexicanos durante los años 50 del siglo pasado, renovó física, material y espiritualmente los métodos y conceptos bajo los cuales se desarrollaba, hasta entonces, la creación estética”. Donde observamos serigrafías de Felguérez, Nacimiento de fuego y La lucha de Pedro Coronel. El segundo piso se destinó para las exposiciones temporales, estaba: Caesura de Won Lee, esculturas humanas de metal, “Con la finalidad de corporalizarse. El siempre inasible tiempo de la presencia. La Caesura abismal de la continuidad del tiempo”.

En la plazuela de la fuente, frente al portal del museo, acompañamos a José Kuri, quien ocupaba una de las bancas, estaba creando un bello dorso de mujer incrustado en un caracol.

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