Domingo, 24 de Noviembre 2024
Suplementos | Por Sergio Oliveira

Motor de arranque

Saab, Buick y los autos Premium

Por: EL INFORMADOR

Esta semana termina con dos noticias sobre la marca sueca Saab . Y ha de haber sido el periodo de siete días en el que más se habló de la marca en toda su historia. Lástima que la principal de esas noticias sea el final de su vida. ¿Lástima? En realidad no. Pocos más allá de los trabajadores de la pequeña ciudad de Trolhattan, sentirán la falta de esos vehículos que jamás lograron ser algo más que competentes, cuando mucho. Saab, ni por nombre, ni por el contenido de sus autos, nunca pudo ser realmente Premium, como quiso General Motors, su dueño actual, hacer pensar que era. GM nunca hizo grandes inversiones en Saab, que justificaran su pretensión de competir contra los alemanes de lujo como Audi, BMW y Mercedes-Benz.

Súbase a un Saab 9-5 ó  9-3 —los únicos que se vendieron en nuestro país— y se dará cuenta de lo que hablo. Los materiales no son superiores a los de un coche de producción masiva. Es más, ni siquiera están a la altura de algunos vehículos de volumen incluso de la misma GM, como la nueva Equinox. Si la comparamos contra Cadillac, la reciente Cadillac, por supuesto, que hace los CTS y SRX, vemos que Saab ni siquiera se acerca a ese nivel de calidad, mucho menos de equipo.

En la enciclopedia mundial del automóvil, que alguien escribirá dentro de 100 años, probablemente la marca sueca recibirá, cuando mucho, un par de líneas. Saab fue un mucho más importante productor de aviones que de automóviles y su final no nos dejará precisamente llorando la pérdida.

La otra noticia, empero, es que Spyker, el fabricante de autos deportivos cuya negociación falló  al último instante, está intentando una nueva carta, buscando mantener viva a Saab. Si lo logra, deberá estar consciente de que, pare merecer un lugar más digno en la historia del automóvil, habrá que hacer mucho por los coches suecos. Porque Saab, si bien fue de alguna manera reconocida como fabricante de autos Premium, al nunca ofrecer realmente lo que prometía, su reputación sufrió lo indecible. La eutanasia que en este momento probablemente se le aplicará, debe ser lo mejor.

La historia de Saab me recuerda otra, más reciente, también dentro de GM. Hablo del arribo de Buick, mejor dicho, de su regreso a territorio mexicano. Ernesto Hernández, el mexicano de más alto rango en GM en nuestro país, personalmente nos dijo que la idea es ubicar a Buick “muy por arriba de Lincoln. Vamos directamente contra los alemanes”. Es decir, Buick, en México, está pensada como un rival de la altura de Audi, BMW y Mercedes-Benz.

La “nueva Buick”, por definir de alguna manera a sus más recientes vehículos, está mucho más cerca de ofrecer productos Premium que lo que estuvo Saab. Cualquiera que se suba a Enclave, entenderá lo que digo. Los materiales son perfectos. La ejecución es extremadamente cuidadosa y el equipo correcto. El sedán LaCrosse, que será el segundo vehículo de la marca a venderse en territorio nacional, tiene un interior simplemente impecable. Llega a tal grado la preocupación con los detalles, que la parte trasera del respaldo de los asientos anteriores, rígida incluso en autos alemanes, está acojinada en el LaCrosse. Su manejo —según quienes la han probado— es igualmente bueno.

El problema aquí, me parece opuesto al de Saab. Buick ofrece coches Premium, pero su nombre, no. El precio de 625 mil pesos para la Enclave, a pesar del éxito inicial de ventas, me parece una verdadera exageración. Entiendo la posición de GM, al buscar poner a Buick en lo más alto. Pero hay detalles en el camino. Uno de ellos es que, en la misma agencia donde vende la Enclave, está su gemela, la Acadia, cuyo precio más elevado es 70 mil pesos menor que el de la Buick. El otro es que, en Chevrolet, otra gemela, la Traverse, sale por 456 mil pesos la más equipada.

Pero el verdadero problema, me parece, es que Buick no tiene la imagen de producto Premium que GM de México quiere darle. A lo mejor estoy mal, pero no recuerdo de nadie que, de niño, hay dicho a sí mismo: “Cuando crezca, quiero tener un Buick”. En Estados Unidos, su imagen es la de fabricante de autos para “viejitos”. Su promedio de edad es de nada menos que 70 años. La quieren renovar con productos como el nuevo —y hermoso, dígase de paso— Regal, pero no es tarea sencilla.

En China, Buick goza de la reputación que quisiera tener en todo el mundo. Tal vez por eso GM de México haya decidido que esa debe ser su imagen aquí. La diferencia fundamental es la historia. Los Chinos, al no tener un pasado automotriz, no tenían referencia. México, en cambio, sí la tiene. Y aquí, no me parece que alguien ni siquiera quiera presumir a su vecino el hecho de haber recién comprado un Buick en la Navidad.

En pocas palabras, nadie va a extrañar a Saab. Y Buick, que por supuesto es más que bienvenida, debe ubicarse más abajo, más cerca de la realidad.

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