Suplementos | Análisis del célebre caso de espionaje Los laberintos de la trama Assange El caso de Julian Assange contiene todos los elementos de una novela conspiratoria de los años de la Guerra Fría: un luchador por la libertad de expresión, un país que resiste a Estados Unidos y hasta un abogado inhabilitado en su país Por: EL INFORMADOR 25 de agosto de 2012 - 23:53 hs julian Assange, el ''hacker'' más perseguido de la historia. / GUADALAJARA, JALISCO (26/AGO/2012).- Los actores principales de esta novela llamada Caso Assange, gozan de contradicciones implícitas: Estados Unidos, el histórico espía mundial que construyó un sistema complejísimo de inteligencia durante el siglo XX, se siente vulnerado e identifica en las filtraciones de WikiLeaks un crimen imperdonable; un Ecuador que quiere ser visto como el defensor inquebrantable de la libertad de expresión y que ha emprendido ataques reiterados a la prensa hacia el interior de sus fronteras; una Inglaterra que durante décadas ha aludido al derecho internacional para mantener un resabio colonista como son las Islas Malvinas, y que ahora reniega de la inmunidad diplomática y el salvoconducto; y una Suecia que ha presumido su estado de derecho y que ahora no aclara las implicaciones de los cargos por violación contra Julian Assange. Lo cierto es que en medio de toda esta trama, encontramos a una dupla digna de una película de suspenso hollywoodense: el "hacker" cibernético más perseguido de la historia, Julian Assange, y su abogado, el español Baltazar Garzón, que más que una alianza profesional, la relación entre ambos es el inicio de una asociación que hará de la lucha contra la opacidad, su principal argumento público. Garzón no busca la verdad de los tribunales, sabe que esa pretensión es inalcanzable; la sentencia de la opinión pública es el objetivo. La dupla Assange-Garzón no ve en los jueces a los destinatarios de sus mensajes, prefieren conquistar a los medios de comunicación, a los cafés y a los bares. La presión internacional, no el derecho global, es su único aliado confiable. Un actor inesperado Rafael Correa ha irrumpido en esta trama como salido de la nada. El presidente del pequeño país sudamericano (con un Producto Interno Bruto 10 veces menor que el de México), no dudó en poner en riesgo su relación con Reino Unido y con Estados Unidos por defender al fugitivo Assange. Correa, presidente de Ecuador e impulsor de la “Revolución Ciudadana” —que le ha permitido cambiar la Constitución del país—, no ha sido reconocido a nivel internacional como un defensor confiable de la libertad de expresión. La propuesta ley de medios, que aún no ha sido aprobada por el Congreso ecuatoriano, amplía el acceso de distintos grupos sociales a los medios de comunicación, pero incrementa el poder de control del Estado sobre la prensa. Correa ha demandado más de 20 veces a periodistas y a medios de comunicación por difamación, su litigio contra El Universo, un gigante de las comunicaciones en Ecuador, es el episodio más recordado. Lo paradójico de esta historia de tramas y complicidades, es que Assange ha sido defendido por naciones que han demostrado alto control de los medios de comunicación, y con una larga tradición de información reservada y clasificada. Rusia, Irán, Turquía, Ecuador y Venezuela, son algunas de las naciones que han denunciado la violación a los principios más básicos de la libertad de expresión por parte de los persecutores de Assange. Así, el Caso Assange más refleja que, más que una problemática de libertad de expresión, se ha convertido en un tema político, en donde las naciones opositoras al “imperialismo americano” buscan evidenciar la poca vocación democrática de la Unión Americana. WikiLeaks vs Estados Unidos El peligro que corre Estados Unidos es la sobrepolitización de su obsesión por detener a Assange. Por un lado, EU no quiere que la prensa internacional haga de la persecución del mandamás de WikiLeaks un tópico permanente de discusión. Tanto Barack Obama como David Cameron apuestan por el enfriamiento del tema y que avancen los procesos de extradición que emprende la justicia sueca. Lo sabe Estados Unidos: la legitimidad que ha ganado Assange en una parte de la comunidad internacional es un obstáculo muy importante a la intención americana de que el activista de las redes pise suelo estadounidense y enfrente a los tribunales de este país. Pero, por el otro lado, los diferendos en materia de derecho internacional, pueden provocar que las naciones latinoamericanas, o incluso Rusia —acechada por la irrupción del tema de la banda Pussy Riot—, busquen que el litigio escale políticamente hasta la Asamblea General de las Naciones Unidas. Estados Unidos, Reino Unido y Suecia saben que la secrecía y la oscuridad, son sus contextos de acción. Al final, “detrás están los intereses, no los amigos”, parafraseando a Henry Kissinger. Correa tiene la cabeza puesta en su relección de 2013 y en la construcción de su eje de cooperación con Rusia, Irán y China; Estados Unidos sabe que dejar impune una vulneración tan profunda a los aparatos de seguridad nacional, es un incentivo para que en el futuro se repitan las filtraciones; para Reino Unido es indispensable mandar un mensaje de solidez y de poder político ante una Europa, que navega en la incertidumbre. Por lo pronto, una pequeñita embajada ecuatoriana de 10 trabajadores, se ha convertido en el centro del debate mundial enmascarado con la libertad de expresión. EL INICIOLeaks Julian Paul Assange creó Wikileaks en 2006. El sitio web tiene como objetivo informar a los ciudadanos mediante filtraciones de temas noticiosos. En noviembre de 2010, Suecia emitió una orden de arresto contra Assange, tras una declaración de dos mujeres voluntarias de WikiLeaks que dijeron ser víctimas sexuales del fundador de esta organización, delito que en aquel país es castigado hasta con seis años de prisión. Ese mismo año y mes, WikiLeaks filtra los primeros cables diplomáticos de Estados Unidos. De los poco más de 250 mil que tenía en su poder dos mil 625 fueron enviados desde México. Esta fue la mayor filtración de documentos confidenciales de la historia, conocida como “Cablegate”, los cuales WikiLeaks repartió y acordó con algunos diarios de América y Europa publicarlos de manera conjunta. A principio de 2011, Assange decide abrir todos los archivos clasificados sin editar ni cubrir a las fuentes, luego de que uno de sus ex socios publicara la contraseña para acceder a los archivos de WikiLeaks, por lo que varios diarios retiraron su apoyo a la organización. En octubre de 2011, Assange anuncia la suspensión de operaciones de WikiLeaks por problemas financieros tras el bloqueo de Bank of America, Western Union, Visa, Mastercard y Paypal. Aún así, algunos días después pone al descubierto cinco millones de correos electrónicos de la agencia de inteligencia Stratfor. En Inglaterra se entregó a las autoridades y más tarde se le concedió libertad condicional, sin embargo, en mayo pasado la Corte Suprema de Justicia aprobó su extradición a Suecia. Días después se refugió en la embajada de Ecuador, donde solicitó asilo diplomático al Gobierno de Correa. 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